sábado, 5 de julio de 2014

APODERADO DE LOS SENTIMIENTOS


A Gilda le esperaba un nuevo horizonte, un nuevo amanecer se había configurado en sus entrañas. Tomar conciencia era lo que ella había hecho. La inercia del pensamiento de la rapidez  con la que vivimos, no nos permite ser conscientes de cuáles son nuestras necesidades, y Gilda había tocado Fondo; se había dado cuenta de que navegaba a la deriva, con el camino que le marcaban los demás; ya era hora de tomar el rumbo de su vida.
Ella había hablado con su madre; y su última frase fue reveladora: “Haz  lo  que te dicte el corazón”. Su madre la adoraba, la admiraba porque sabía que era fuerte  para poder afrontar cualquier decisión, y cualquier situación por dura que fuera. Ser fuerte ayuda mucho. El desequilibrio que provocan las crisis, hace que nuestra cabeza se desmorone, que nos invadan las dudas, que la soledad saque nuestros miedos; y el miedo ya se sabe, nos coloca en un estado primitivo de defensa, donde sólo se perciben amenazas.

Bebo la había visto por última vez hace unos días, en aquel banco, a la luz de la luna o del sol da igual, porque cuando uno está enamorado de verdad sólo se tienen ojos para la amada, el entorno se desploma, se desvanece, desaparecía ante la intensa adoración que sentía Bebo por Gilda: Quería abrazarla, besarla, amarla, quedarse a su lado para siempre, pero ella se tenía que ir, a arreglar muchas cosas, a definir su nueva vida…

Fue en aquel instante en el que Bebo tomó conciencia de su amor, de que estaba ante un edificio difícil de destruir, unos sentimientos que le habían llegado a lo más profundo, y que perdurarían en su corazón  hasta la hora de su muerte: “A veces la vida no nos deja volar”.  Laura (amiga íntima de Bebo); le había dicho: “Lucha por ella”…Pero Bebo pensaba en que las cosas si tienen que ser serán. Los sentimientos eran claros, la distancia no los había difuminado, ahora era cuestión  de tiempo, de que la calma permitiera empujar a los dos amantes a perderse en sus brazos para siempre.
 
Esa mirada que Bebo sintió en sus adentros, se apoderó de su razón, para saber que se moría por Gilda. La distancia te da perspectiva, pero no cambia los sentimientos, sobre todo los más profundos: “Siempre que te vea: miles de burbujas de amor se agolparán en mi interior. A veces me gustaría congelar determinados momentos, conservarlos en un frasquito precioso de cristal, y guardarlos para siempre”. Bebo sabía que los sentimientos que tenía siempre se activarían al ver a Gilda, al oler su perfume, al pensar en ella, al pasear por los sitios donde gestaron su amor:

“Siempre estarás ahí, siempre vivirás en mi pensamiento: La mujer que me enseñó a amar, a sentir, a vivir con la certeza de que el amor eterno existe y es para siempre”…

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