domingo, 9 de diciembre de 2012

EL PAÍS DE LA ESPERANZA PARTE II




Continué mi camino por esperanza, sin saber la hora que era, ni el día, y además sin un ápice de cansancio, a pesar de tener la sensación de llevar días caminando rumbo a la Colina de las Luciérnagas.

Después de miles de pasos,  llegué por fin a una zona habitada, con casas verdes, rojas, y azules, un pueblecito precioso, de ensueño; una torre amarilla inmensa en forma de cono destacaba sobre el horizonte. Me adentré en el pueblo y pude descubrir como unos seres peludos, feos, con barbas de chivo se concentraban en la plaza; había cientos de ellos, daban miedo. Pregunté a uno de los seres, que parecía hembra por su voz y sus rasgos más delicados, dónde me encontraba:

- Se encuentra en Iracusa; donde reina  Ira  está a punto de salir.

- Y ustedes que son; somos carcoirales; penetramos en el ser humano y acabamos con su razón.

- ¿Qué misión vital tan desagradable, no?

- Bueno: Este poblado se llamaba  calma. Todo era muy tranquilo, pero vino ella y nos lanzó este terrible embrujo, nos transformó en estos seres que ve;  encargados de entregar al ser humano a la Reina Ira; descuartizamos su razón, y hacemos que la reina haga lo que quiera con ellos.

- Desde luego, no es nada grato vivir aquí, hay muy mal ambiente.

- No nos gusta lo que hacemos, pero si no cumplimos con nuestro deber, los guardianes de la ira, nos detienen y nos devora rencor: El valido de la reina.

- Silencio; que la reina acaba de aparecer.

- Ciudadanos de Iracusa: Ha llegado el momento de invadir a los humanos. El día 24 del año 2012, Saltaremos por la puerta de la fresa y nos meteremos en la mente de todos los humanos, destruiremos su razón, y serán míos, haré que se maten entre ellos,  y la tierra será anexionada al reino de Iracusa.

Me di cuenta, de repente que corría peligro; pero era tarde, alguien me delató:

- ¡Guardias!: Un espía.

Una voz potente procedente de la muchedumbre; dijo: - Detenedlo que no se escape-.

Ante la confusión corrí por una de las calles. Pude ver a unos treinta soldados equipados con arcos, lanzas, y espadas que seguían mis pasos. Un miedo estremecedor se apoderó de mí, pero  en lugar de paralizarme, me dio fuerza para correr como una gacela. Y de repente de una casa azul; salió un largo brazo que me introdujo dentro.

- Sígame; le esperábamos.

- Una mujer rubia como el oro, apareció ante mis ojos, y en un instante dos mozos fornidos me metieron  a  trompicones por un túnel un tanto estrecho que se desplazaba por debajo de Calma.

Llegué hasta un orificio que desembocaba en una  vereda. Salimos del túnel y pude ver a un rebaño de ovejas con un pastor. Me deslumbró la luz intensa del sol. Por fin abandoné la oscuridad de esperanza y me encontré con el día.

Ya era un clásico desde que pasé por la puerta de la gran fresa mi pregunta; “¿Dónde me encuentro?".

El pastor me contestó de forma entusiasta, mientras mis acompañantes se marchaban por donde habíamos venido:

- Esto es lo que ha quedado de Calma. Vivimos en la clandestinidad, desterrados por la “Reina Ira” a vivir a este lado de Esperanza. Pero bueno al menos hay luz. Cuando ella llegó a  Calma fuimos invadidos por las tinieblas, los habitantes que por miedo se entregaron a ira, fueron transformados mediante un hechizo en “Carcoirales” <unos seres despreciables que van carcomiendo la razón del ser humano y activan al máximo su ira>. Bueno soy Tomás, el pastor, te conduciré hasta La Reina de Calma.

Caminamos durante media hora, por un camino rodeado  de robles o algo parecido, en  Esperanza nada es lo que parece, hasta que por fin divisé una Mansión con dos enormes torreones en cada extremo, y una puerta  central  de madera enorme. A cada lado de la puerta había un Soldado con una enorme lanza. Al verme cruzaron las lanzas para evitar que pasara. Tomás, dijo con voz firme:  
-Ya ha llegado, es Salvador.  Pensé para mi interior, que yo no era Salvador, pero la tensión del momento me hizo guardar silencio.

Nos recibió un Chambelán;  quien preguntó a quien debía anunciar: El pastor le dijo que debía decir que había llegado Salvador. Mientras esperábamos a ser recibidos por la Reina Calma, no pude resistir la tentación de aclarar el tema de Salvador.

- Tomás; yo no soy Salvador.

- No digas nada; irás dándote cuenta de tú misión en este reino,  de forma paulatina.

- Pero ¿Por qué me llamas Salvador?

- Porque eres el Salvador de Calma, y aún no lo sabes; pero ahora guarda silencio.

Es verdad, que aunque no me aclaró nada Tomás, me sentí muy reconfortado, muy tranquilo,  en un estado de relajación y sosiego que nunca había experimentado.

Por fin se acercó Armando (El Chambelán); y nos anunció ante la Reina dando dos golpetazos en el suelo de mármol Blanco:

- Majestad: “Tomás el pastor y Salvador de Calma”.

¿Salvador de Calma?, me quedé estupefacto, pero me impresionó tanto el salón del trono que mi sobrecogimiento, delegó mi duda sobre mi denominación a un segundo plano.

Un Trono con múltiples círculos concéntricos dorados dibujaban un sillón sin demasiada ostentación, pero elegante.  Lo mejor era la pintura de la sala: De forma muy realista el enorme salón estaba decorado con un tremendo mar de fondo donde se vislumbraba un barco a la deriva. La sensación que transmitía se movía entre la calma y el mareo al percibir la inmensidad del océano con tanta perspectiva.

Tomás me obligó a  hacer una genuflexión ante la Reina: Al subir la cabeza pude apreciar a la radiante  reina; unos ojos verdes que transmitían sosiego me dejaron impresionado. Un pelo negro azabache completaban el rostro de  de la  dama; Un vestido  largo azul cielo  con una banda dorada de derecha a izquierda magnificaban la figura de  la monarca:

- Majestad- Dijo el pastor.-  Aquí tiene a  Salvador.

- Bienvenido Salvador. Tantos años de espera han minado mi esperanza, pero ahora que usted está aquí, mi cuerpo ha recuperado la temperatura, se me ha iluminado el alma, he vuelto a ver la posibilidad de recuperar mi reino.

- Majestad- Le dije subestimando las expectativas   de la Reina. – No sé quién piensa que soy, pero ni me llamo Salvador, ni he venido a  salvar nada.

- Querido amigo, todo lo entenderás a su debido momento.

La Reina Calma, tomó su larga capa y la dispuso a modo  de alfombra en  mis pies,   invitándome  a pasar a una de las salas: La sala del Diamante azul. Un libro inmenso de aproximadamente 1,90  de largo por un metro de ancho  estampado en oro, se encontraba en el centro de la sala. Por encima del libro aparecía una urna gigante que albergaba a un diamante de color azul cielo, que brillada estrepitosamente ante la entrada de los rayos solares que penetraban por el pequeño ventanal que se hallaba en el techo.

Ella me dijo que en el libro estaba escrito que un humano Salvador vendría a liberar a Calma de La Reina Ira, y para ello debía extraer el diamante azul de la piedra donde estaba incrustado. Este proceso sólo podrá lograrlo el Salvador de Calma, me espetó la Reina. El diamante azul en manos del Salvador  sería la clave para romper el embrujo y devolver a calma a su normalidad.

- Majestad- No sé de qué me habla. Yo no seré capaz de enfrentarme a Ira. He oído que el 24 de Diciembre, aprovechando la Navidad, Ira  se apoderará de la mente de los humanos. Eso dijo en el discurso que oí, antes de ser perseguido por los guardias.

- Si, esto ya sería el fin de calma. Nosotros devolvemos a la calma a los humanos, y  eso hace que se mantenga nuestro pueblo como algo esencial para la paz y la armonía entre ellos. Esta es nuestra misión, si se pierde definitivamente calma, la ira reinará en la mente de los humanos.

- Bueno, Majestad, veo que no podré rechazar el encargo que me hacéis, pero no sé cómo hacerlo.

- Bueno; el plan está escrito: lo leeremos en el libro dorado y discutiremos los detalles...

La Princesa dirigiéndose al Chambelán, le ordenó que abriera el enorme libro. Allí pude leer cómo se me recomendaba proceder para deshacer el hechizo de Ira.

Esa noche compartí mesa con Tomás (el pastor) y con la Reina. Sus palabras me hicieron comprender que estaba en mis manos, no sólo la salvación de calma, sino la propia supervivencia del ser humano: Si Ira y sus carcoirales consiguieran conquistar al ser humano, estos se matarán entre ellos. Me quedé con la última  frase que me lanzó antes de irse a la cama. Recuerda: “Sólo el amor, nos hará libres”.

Al día siguiente, Partí junto a Tomás, y con el diamante azul en mi mochila a conquistar a la Reina Ira. Memorice el Plan de forma escrupulosa; tenía mucho miedo pero ya no había vuelta atrás, la salvación de calma dependía de mi.

Tomamos el pasadizo por el que vine, llegamos a la casa donde la mujer rubia me salvó de los soldados, allí estaba ella; Pregunté quién era, me dijo que era una de las doncellas de la reina, y que había terminado su misión: Rescatar a Salvador.

Empezaba a ponerme nervioso. La presión que me había inducido la Reina me hacía sentirme  muy ansioso; tenía miedo de fracasar, y eso supondría el fin del ser humano: Nunca pensé que  la supervivencia  de la humanidad pudiera estar en mis manos.

Salimos a la calle por donde fui perseguido, y Tomás me dijo: “Ahora nos dejaremos capturar  y nos llevarán ante Ira”. El plan trazado por la Reina Calma había comenzado:

Caminamos hasta la plaza, y no tardamos en toparnos con un grupo de soldados que  al vernos nos echaron el alto:

- Un momento; quedan detenidos en el nombre de la Reina Ira.

El pastor y yo fuimos amarrados y conducidos al Torreón del castillo de Ira.  Fuimos depositados en las mazmorras a la espera de ser interrogados por la Reina. Tuve la ocasión, mientras esperaba de que Tomás me informara sobre la maldad y las circunstancias en las que Ira había tomado Calma, pero lo que se paseaba por mí mente de forma machacona fruto de mi conversación con calma, era esa frase que no podía olvidar: “El Amor nos hará libres”.

Al fin dos soldados se acercaron y nos sacaron de la celda: “La reina quiere verlos”, dijo el más serio.

Nos llevaron hasta la mesa donde Ira se disponía a cenar. Nos invitó a sentarnos a lo que accedimos: Un manjar a base de cordero y carnes de todo tipo inundaba la inmensa mesa. Yo me senté lo más cercano a  la reina que pude.

- Y bien: ¿Cómo osáis perturbar  mi tranquilidad?.

- Majestad; no queríamos ofenderla; pero he venido  tan lejos para conocerla, que hubiera hecho cualquier cosa para poder estar a su lado.

- Oh! Me abrumáis humano, yo no tengo sentimientos, no me emociono, sólo siento rabia.

Intenté copiar cada uno de sus gestos, esas muecas que hacía con la nariz, y ese tic  que tenía con el ojo derecho para ganarme su confianza, al gesticular como ella.

- Majestad: No me creo que no tenga sentimientos, en el fondo de esa abrupta mirada se esconden muchos sentimientos censurados, probablemente nunca le habrán dicho que la quieren, pero yo se que detrás de esa careta se esconde una luz incandescente llena de amor.

Ira; un poco confundida,  y  con los ojos humedecidos por la letanía que no sé de  donde me salió,  lanzó un grito de rabia:

- Silencio humano: Yo no tengo sentimientos, callaos o mandaré que os encierren de nuevo.

Pude ver en sus ojos la emoción del momento, y supe que me encontraba ante una mujer que había sufrido mucho, y que su maldad procedía de una herida en su alma que no dejaba de sangrar.

- Hablemos de otro tema- Dije para suavizar el tenso silencio. – Me ha encantado su reino, tiene unas tierras muy fértiles.

- Esto no es nada; todo el universo será mío cuando consiga cumplir mis planes.

Me hice el tonto y le pregunté a Ira por sus planes. Sabía perfectamente que sus deseos eran  apoderarse de toda la humanidad. Había algo que no me cuadraba, como le dije a ella, en el fondo de esa mirada rabiosa se escondía un volcán de sentimientos contenidos, y no precisamente negativos, esa mirada la había visto muchas veces en gente que ha sufrido mucho.

Nos invitó a tomar una copa en la chimenea, se creó un clima muy íntimo en aquella estancia, Tomás no decía una palabra, tan solo me observaba despavorido.

- Veras Humano; quiero que sepas que estás cenando aquí conmigo porque necesito tú ayuda.

- Usted dirá Majestad.

- El 24 de Diciembre de 2012 todos los seres humanos serán míos, y necesito a un humano para poder acercarme a ellos sin que desconfíen. Tú eres perfecto. Como me caes bien, te nombraré General de mis ejércitos, y te otorgaré tierras y un castillo.

- Lo pensaré mi Reina, debo pensarlo.

- Piénsalo, pero has de saber que serás ejecutado si te niegas a colaborar.

Tomás y yo nos fuimos a la cama, preocupados, pero esperanzados: Aquellos ojos húmedos de emoción de Ira me hacían pensar en que podría llegar hasta sus sentimientos más profundos que era mi objetivo. Hablé con Tomás y decidimos decirle a Ira que colaboraría con ella para que confiara en nosotros.

Ira y yo nos hicimos muy amigos; el tiempo no existía cuando estábamos juntos: Hablábamos durante horas sobre cualquier cosa;  sobre la libertad, sobre la pasión, sobre el arte, sobre los seres humanos; cada vez esa censura que impedía a Ira mostrar sus emociones se hacía más vulnerable, ese muro que colocaba empezaba a ser permeable a las emociones, ella lo sabía y yo también. Los dos sentíamos que una fuerza interior atraía nuestros cuerpos y nuestras mentes. Esto no estaba previsto: yo veía a Ira maravillosa,  su oscura ropa y su amargada cara se transformaba cuando estaba conmigo en una imagen idílica brillante y llena de ganas de ser amada, y eso me fascinaba.

Ella negaba lo evidente; se estaba enamorando de mí, pero lo más terrible es que yo también me estaba enamorando de ella.

Llegó el día 24, y casi no tenía tiempo de deshacer el hechizo pues hoy era el día previsto. Sabía que al deshacer el hechizo Ira desaparecería para siempre de mi vida, y yo no quería eso. Me desgarraba el alma el pensar que nunca la volvería a ver.  Pero también sabía que el futuro del Ser Humano y de Calma estaba en mis manos. Qué dilema: Amor y Deber. Sabía que Ira me amaba, y eso precisamente sería lo que nos alejaría.

Todo estaba previsto, aquella noche cenamos juntos,  los dos solos. Tras la cena pedí a los músicos de la corte que tocaran: “El sueño de Hadas”, una canción que me emocionaba, bailamos hasta que note que ella derramó una lágrima:

- Ira: Tengo que decirte algo.

- Te escucho.

- Durante estos meses, he conocido a una maravillosa mujer, que no es lo que parece,  he encontrado a una mujer que ama, y que es capaz de darme el amor que nadie me ha dado, escondida en la rabia tienes envuelto un corazón lleno de fuerza para hacer feliz a cualquier ser humano.

Ira  no paraba de llorar, mientras yo seguía mi discurso que no formaba parte del plan, me estaba saliendo de forma directa del fluir de mis sentimientos.


- Mi Reina: He sentido lo que significa la inexistencia del tiempo a tú lado. Nada tiene importancia cuando estamos juntos, ni la ambición, ni la rabia, ni el rencor, sólo tú y yo. He podido ver en el espejo de tú mirada como me decías que me amabas.

Un pequeño indicio de sonrisa apareció en el rostro de la Reina. Era la primera vez que la veía sonreír, fue entonces cuando tomé su fría mano y la besé, ante una leve, pero permisiva resistencia. Su cara empezó a colorearse y llenarse de brillo, y fue entonces cuando recordé que tenía que sacar el diamante para acabar con ella y con su hechizo.

- Ira quiero que me escuches y  que nunca te olvides de lo que te voy a decir: Te amo, no te olvides nunca de la persona que buscando tú amor se enamoró de ti.

Apareció de repente el Valido Rencor que había estado viendo la escena. Majestad qué hace; ha llegado el momento de la invasión.

Tomando el diamante azul continué besando Ira mientras el valido se acercaba a detenerme; una luz azul inmensa procedente de la piedra se apoderó del castillo y elevó a Ira y a rencor hacia el cielo, mientras una lágrima ensangrentada se desplomaba en el suelo  procedente de los ojos de la dama; una explosión inmensa desplazó a la reina y a su valido a la nada, mientras pude observar cómo se despedía de mi agitando su mano de un lado para otro.

El amor os hará libres, recordé la frase de calma, pero lo que no sabía era el dolor que me iba a producir la pérdida de ira, de eso no me avisó nadie.

La Reina y Tomás me agradecieron  con un enorme banquete ser el salvador de su pueblo.  Conté a la Reina Calma lo sucedido, y claro está me dijo que ella ya lo sabía, que estaba escrito en el libro dorado, pero que si me lo hubiera dicho hubiera fracasado el plan. Era necesario el amor de verdad para la libertad de su pueblo.

Calma se transformó en un poblado azul, iluminado por su diamante, los carcoirales se transformaron en preciosas criaturas rubias y bellas como en el principio de los tiempos. La luz de nuevo iluminaba las casas y las tierras.

Tomé mi mochila y metí el amor y el dolor que había obtenido y continué mi viaje.

Continuará……










martes, 20 de noviembre de 2012

EL PAÍS DE LA ESPERANZA PARTE I




“ Entre Rembrandt  Y Picasso”,  espetó aquella dulce aparición que hacía enloquecer mi pensamiento. Esa intensa mirada que derretía mis instintos, que fusionaba mis miedos subyugados por la pasión, que esperaba una respuesta menos metafísica y más carnal; me llevó a explorar la distancia entre la realidad y la fantasía.
En la biblioteca del Palacio Real donde me encontraba, unos enormes estantes dorados que acogían a una inmensidad de libros antiguos, suplicaban ser usados. Se podía percibir el susurro de los textos reclamando ser liberados del ostracismo en el que se encontraban.
Pero mi atención se centraba en aquella criatura con la que súbitamente me encontré. Repitió con firmeza la frase con la que empezó a hablar: “Entre Rembrandt y Picasso, ahí está la llave”. Me costó interpretar sus palabras, pues su verbo lo percibía amortiguado por el impacto que su brillante aura producía en mis pupilas.
De repente comprendí que me estaba regalando un mensaje importante.
- ¿Entre Rembrandt y Picasso está la llave?.- Pregunté un poco perdido.
Aquella divinidad, aumentando su brillo y aproximándose a mi espacio vital, ante mi perplejidad y temor, lanzó:
- La llave de la felicidad, a eso me refiero, no puedo decirte más, sigue tu instinto, déjate llevar, no pongas barreras.
Ante la confusión del momento, la gran atracción que sufría por aquel espectro, y el murmullo sorprendente que salía de los estantes, me había paralizado en el centro de la biblioteca.
Aquella mágica dama derrochaba belleza; un pelo negro brillante rodeaba su rostro luminoso relleno de energía; unos ojos oscuros empapados de nostalgia taladraban mi conciencia, colmaban mi espíritu de pasión y de esperanza.
Mi voluntad decidió por mí: Debo intentar interpretar sus palabras; y me puse a buscar a Rembrandt y a Picasso. Me acerqué a un estante, y una manada de libros me decían: “Escógeme, ábreme”. Me planté en el apartado dedicado al arte, en busca de los pintores citados, pero por allí no estaban. Revisé todos los recovecos buscando  la llave; y mientras me acercaba a la brillante criatura para solicitar  ayuda, me dijo:
- Te queda poco tiempo, diez minutos, pero vas bien te estás acercando a la llave.
Centré toda mi atención en el ala izquierda de la biblioteca, donde fluían múltiples gritos de ayuda. Yo entendía a los libros; están solos esperando ser descubiertos y valorados por alguien, pero no por cualquiera, alguien que sepa apreciar su contenido. Pensé que todos nosotros buscamos lo mismo que esos libros: Ser descubiertos, apreciados, valorados, y queridos.
Mi inquietud  crecía por momentos, el tiempo pasaba y ni Rembrandt ni Picasso aparecían. Lo que más me preocupaba era decepcionar a aquella preciosa criatura, más que descubrir la llave de la que me hablaba.
Me acerqué al estante donde pude ver a Picasso y a su lado a Rembrandt. ¡Qué descanso!, había encontrado la respuesta justo a tiempo, antes de que se cumpliera el plazo. Tomé los dos libros y los extraje de la estantería; al mismo tiempo, tras un intenso humo blanquecino aparecieron dos figuras difuminadas: A la derecha; Rembrandt con sombrero de ala ancha, a la izquierda Picasso, con gorra escocesa:
- La clave está en el centro del cuerpo; el alma del artista busca la felicidad en el corazón, en el interior de cada sentimiento, en el estímulo visual de cada acto, de cada imagen, de cada rostro- exclamó Rembrandt.
Picasso a modo de juego de Ping-Pon, contestó al maestro:
- El corazón y la razón admirado Rembrandt. El corazón siente, la razón modela; y el resultado es la belleza subjetiva de la realidad, filtrada por el efecto de las entrañas.
- Pero: ¿y la libertad?- Preguntó Rembrandt.
- La libertad y la imaginación, crean la fantasía en el pensamiento, y permiten  la trascendencia, la proyección del espíritu libre al mundo de las ideas, esa es la belleza creativa de la libertad.
- El ser Humano es un: “Animal permanentemente insatisfecho”. Es una maraña de deseos; quiere lo que no tiene, y si lo tiene teme perderlo- Añadió Don Pablo.
- Bueno deberás ir a la colina de las luciérnagas; allí encontrarás el camino hacia el templo de la vida.- Me dijo Rembrandt.
- Eso es.- Apostilló Picasso. – Una vez  llegues al templo, debes hablar con Lady Leben; empápate de sus consejos, y vuelve aquí…
Rembrandt, haciendo una reverencia con el sombrero me indicó el camino hacia la colina; una luz rosa me condujo hacia una puerta dorada con un enorme llamador con forma de una fresa enorme roja, muy roja. Me dispuse a llamar cuando la puerta se abrió de forma automática: Un mundo de color pastel intenso apareció entre mis pies.
Una oscuridad brillante iluminada por millones de estrellas, dibujaba una llanura llena de hierba que se inclinaba movida por el viento, hacia una colina donde se vislumbraba un camino lleno de luces pequeñas. Imaginé que aquella era la colina de las luciérnagas…
De repente saltó posándose frente a mí  un enorme canguro, me pareció inmenso, medía más de dos metros: vestía un impecable chaqué, Un enorme sombrero de copa cubría su cabeza. Me saludó muy amablemente, presentándose como Otto, el guardián de la puerta.
- Bienvenido al País de la esperanza, le estábamos esperando desde hace años, por fin se ha decidido a venir.  Le daré las normas básicas que no debe olvidar mientras permanezca en Esperanza:
1. Sólo podrá volver cuando haya encontrado el camino.
2. Nunca debe mirar atrás, de lo contrario tendrá que volver a empezar.
3. Todo lo que parece real, piense que puede ser fruto de su imaginación.
4. Las luciérnagas le indicarán el camino, siga la luz.
5. Le entrego esta mochila, donde debe meter lo que quiera conservar.
- Si se ajusta  a estas reglas, se moverá con soltura por estas tierras, lo demás depende de usted, lo demás depende de usted, lo demás depende de usted
- Sr Otto, espere:¿ Hacia dónde tengo que ir?......
- El Guardián Otto, haciendo caso omiso a mi petición, desapareció entre  unos árboles que empezaron a crecer mientras él se desplazaba hacia la derecha de donde yo me encontraba.
Repase una y otra vez las reglas, que me había anotado Otto en un papel, y decidí emprender la marcha hacia la colina de las luciérnagas.
Tomé la mochila, me la puse en la espalda, y a medida que iba caminando sentía como desaparecía la tierra, era como si se fuera  desintegrando  en cada pisada, pero recordé que no debía mirar atrás, eso es lo que me había indicado Otto, caminé durante horas, no sé decir cuántas, no llevaba reloj, y perdí la noción del tiempo.
Decidí sentarme en una piedra, cuando rodando de la colina hacia mi vino un gran espejo que se desplazaba con pies propios, era un espejo con aspecto  humano. Logré frenarlo, pues iba directo a la piedra.

- Muchas gracias- me dijo con voz metálica Doña Crisálida. Así es como dijo que debía llamarla.
- Es el momento de mirarte en mí- Exclamo con tono trascendente la Doña del espejo.
Me empecé a mirar en el enorme y profundo espejo que se desplegó después del aterrizaje forzoso de Doña Crisálida, y de la profundidad de mi cuerpo reflejado, una fiera con dientes afilados y aspecto de lobo  apareció ante mis ojos. En sus pupilas se veía el dolor,  los demonios, la soledad, la injusticia, el hambre, la enfermedad, el castigo, el maltrato.
Alguien me tomo la pierna y me dijo:
- Oiga Señor- Exclamó un pequeño ser de menos de medio metro.
Me di la vuelta mientras oía el aullido de la bestia, y no vi a nadie. Me chistó desde la piedra el diminuto ser que me dijo llamarse Alvaruco:
- Escucha; lo que te muestra Crisálida es el reflejo de tus temores, de tus fantasmas. Enfréntate a ellos y guarda en la mochila el valor. Recuerda: Los fantasmas asustan más de lejos que de cerca.
Mientras tanto en los ojos de la bestia se podían ver el reflejo de todos mis temores: Miedo a quedarme solo, miedo a que no me quieran, miedo a la indiferencia, miedo a la muerte, miedo al dolor, miedo a la vida. Aquel enorme lobo, salió del espejo  y de un salto me iba a atacar, cuando recordé  una de las reglas que me dejó Otto: “Todo lo que parece real puede ser fruto de la imaginación”,  y los consejos de Alvaruco. Logré sobreponerme del miedo a aquel animal que se me echaba encima, cuando desapareció difuminado en el aire. En el suelo recogí varios paquetes que pude echar en la mochila para conservar: valor, cariño, bienestar, vida, y esperanza. Eran los primeros objetos que metía en mi mochila. Me sentía muy bien, había superado mis miedos.
Me despedí de Dña. Crisálida y continué el camino hacia la colina. Estaba muy cansado, suponía que era hora de dormir, porque como ni tenía reloj, y siempre era noche, no existía el día,  vivía en un estado permanente de nocturnidad inducida. De repente divisé una cabaña de madera, pensé en pasar y dormir en ella, cuando me encontré a un leñador partiendo troncos. En su parte superior colocaba una bola negra con forma de huevo de avestruz, y mediante una inspiración profunda y echando el hacha hacia atrás, lanzaba un grito de “JAAAA”, y partía por la mitad el huevo negro y el tronco, una vez partido el huevo un humo gris se evaporaba emigrando hacia el cielo.
- Buenas noches, o tardes, no sé señor.
- Dejémoslo en buenas, aquí no existe el tiempo.
- Bienvenido, soy Claus: El leñador del perdón.
- ¿Qué misión tiene usted, Sr Claus?.
- Me dedico a perdonar, y para eso lo que hago es destruir el rencor. Esas bolas negras que parto por la mitad, es el rencor, y el odio de la gente. Tengo mucho trabajo, pues el odio es un sentimiento muy humano.
- Yo no tengo odio, ni rencor, Sr Claus.
- Bueno, eso es lo que usted cree. .Existe un rencor residual, que acumulas a lo largo de tú vida, hecho a base de sentimientos de agravio, de dolor, de envidia, que es conveniente liberar. No olvide que: “Quien no perdona no ama”.
El Sr Claus, se acercó a mi pecho y extrajo dos bolas negras sin ninguna dificultad.
- Lo ve, he aquí la prueba de su rencor, vamos a destruirlas,
Claus; Tomando firmemente el Hacha, y depositando las bolas en el tronco, acompañado por el grito de JAAA, partió en cuatro mitades los huevos negros, y un humo grisáceo maloliente se evaporó en el aire.
El Sr Claus tomó un paquete del suelo donde ponía perdón, me lo entregó y lo incorporé a mi mochila. Ni siquiera me acordaba del cansancio, me encontraba mejor que nunca, lleno de energía.  Le pregunté al leñador si podía dormir en su casa, y este con una carcajada sobredimensionada, me dijo: “Aquí no se duerme, sigue tú camino, no necesitas dormir”.
Bueno, agradeciendo a Claus la limpieza,  y sin fiarme mucho de lo de “no dormir”, continué mi marcha hacia la colina de las luciérnagas.
CONTINUARÁ----------

miércoles, 31 de octubre de 2012

ALMAS REBELDES




En la oscuridad y el silencio de la noche, una serpiente reptaba por el desierto del Gobi. No era una serpiente cualquiera, era una de las serpientes más venenosas con las que cuenta la biodiversidad animal: Una serpiente cascabel.
Era una serpiente atípica;  muy sensible. Tenía muchos miedos: Miedo a hacer daño, miedo al dolor, al rechazo, al amor, y sobre todo a no responder de forma convencional a lo que se esperaba de ella.
Laika, que así se llamaba,  reptaba vagabundeando en busca de respuestas, en busca de amigos o enemigos que le ayudaran a encontrar su identidad, a descubrir quién era de verdad. Siempre que encontraba a un ser vivo, surgía en su mente una terrible ambivalencia: Aparecía lo que se espera de ella y  por otro lado sus verdaderos sentimientos. Pero ella era una serpiente poco convencional: original, creativa, amorosa.
Su padre, le repetía: “Una serpiente no puede tener piedad, es preferible morir a no atacar”, pero a ella le parecía horrible picar a un ser vivo y terminar con su vida.
Con esta actitud, le iba mal en la comunidad de las serpientes, tanto es así que decidieron desterrarla: Los sesudos jueces del Ministerio de Justicia Serpentil, le acusaron de alta traición a su especie. Sus padres estaban avergonzados, no se conocía serpiente alguna que no quisiera atacar. El veredicto fue claro: “Laika será condenada al destierro lejos de la tierra de las serpientes, durante un periodo de diez años”.
Tras la noticia, Laika se sintió sola y abandonada, y empezó a dudar de todo: de su esencia, de su pensamiento, de sus deseos. Pensó que no era digna de ser una serpiente cascabel. Un miedo invalidante paralizaba su mente: “¿Qué será de mi?”, se preguntaba; “Antes al menos tenía el calor y el cariño de mi familia, pero ahora estoy sola”.
Laika, siempre había mendigado el cariño de los demás para sentirse bien,  cualquiera entonces puede convertirse en tú amo si tiene algo que tú no tienes y quieres obtenerlo como sea. En este caso ella había buscado cariño hasta debajo de las piedras, y se había entregado tanto a los demás, que había perdido su identidad a cambio de unas caricias.
Pero se cansó de fingir ser una típica serpiente para ser amada y querida por todos, y esperaba ser comprendida y defendida por su familia y amigos, pero no fue así: Nadie arriesgó su vida por proteger a Laika. 
- Pero mami -, exclamó Rober:
- ¿Por qué no querían a Laika, si era buena?.
- Rober; a veces aunque seamos buenos, la sociedad espera algo de ti, que si no lo cumples te transformas en un antisistema, una persona rara, rebelde, y el miedo a lo diferente, a la transgresión, condenó a Laika al Ostracismo y al destierro.
- Mami: Esto quiere decir que no se puede ser libre.
- Hijo; la libertad y ser distinto a los demás tienen un precio. Debes decidir si merece la pena pagarlo. Laika se tuvo que alejar de su familia. Responde tú si le mereció la pena.
- ¿Por qué su familia y amigos no la defendieron?.
- El miedo al cambio Robertito. Cambiar supone construir un nuevo escenario con nuevas ideas, nuevos valores, probablemente la evolución de la especie, y eso produce pánico, siendo más fácil eliminar al transgresor que reflexionar sobre ello.
- Ya entiendo Mami, la diferencia produce miedo, y si no hay respeto y tolerancia aparece la injusticia.
- Si hijo, no debemos pensar que somos los portadores de la verdad, la verdad camina por el terreno movedizo de la duda, y es la duda la que nos aproxima al nuevo conocimiento y al cambio.
- Entonces: ¿ Laika era buena?.
- La mejor de las serpientes, la que no quería hacer daño, la rebelde, y pagó con su soledad la defensa de sus ideas.
Continúa con el cuento, mami:
Laika inició el largo  camino del destierro, cuando de repente una tormenta estalló en el cielo. Corrió a refugiarse en una cueva cercana que pudo observar.
La oscuridad de la cueva, y el sonido rítmico  de la lluvia, devolvió a Laika a la melancolía mientras unas cuantas lágrimas se desplomaban por su rostro.
En una esquina, escondida tras una roca se encontraba una tortuga, que al ver a la serpiente se ocultó de inmediato en su caparazón. Laika en un primer momento no se dio cuenta, pero a los pocos segundos, su fino oído percibió la respiración de un ser vivo.
Clod; la tortuga, era otra incomprendida; otra alma solitaria marginada por su especie; una tortuga con alma de artista, una luchadora que quiso cambiar su mundo y se quedó sola. Pero prefería morir a vivir encerrada en su caparazón.
Laika se acercó con los ojos llenos de lágrimas, y le dijo a la tortuga: Necesito hablar con alguien. Clod, que no podía ver llorar a nadie, sacó de inmediato la cabeza y tras una breve presentación le dijo a la serpiente:
- ¿Qué te ocurre?.
Laika, al ver que no despertaba temor en la tortuga, sintió un calor reconfortante, que le hizo mejorar su estado de ánimo.
- Estoy sola: Soy una serpiente fracasada, no soy capaz de atacar a nadie y me han desterrado.
La sabia tortuga, que entendió perfectamente a Laika, con un tono tranquilizador espetó una frase lapidaria con las que ella disfrutaba:
- “No desesperes en tu deseo de ser quien verdaderamente eres”.
- No sé quién soy- respondió Laika- Dime: ¿Quién soy?.
- Un alma que busca su camino, libre de prejuicios, sola, pero libre. No esperes que los demás te entiendan, disfruta de la oportunidad que tienes de ser como verdaderamente quieres ser.
La serpiente, estupefacta por la reflexión tan cercana a su pensamiento, preguntó a la tortuga:
- ¿No tienes miedo de mi?
- Nunca tengo miedo de ayudar a quien sufre, aunque sea peligroso. Laika; luchar por ser tú misma, y descubrir que no eres como los demás, y que además te gusta y te reconforta, es lo mejor que te ha podido pasar:
- Estás sola pero eres libre, estás sola pero conservas la dignidad, estás sola pero ahora tienes la compañía de otra alma solitaria e incomprendida.
Laika se sentía comprendida por Clod, nunca había estado tan a gusto con nadie, o probablemente nunca había encontrado a nadie que hablara su mismo lenguaje, que entendiera sus sentimientos.
-Puedo hacerte una pregunta Clod.
- Lo que quieras Laika.
- ¿Qué da sentido a tu vida?.
Clod, tras unos segundos de reflexión y silencio, contestó:
- Tenemos principalmente tres elementos para dar sentido a la vida:
1. La creación de una obra o realización de algún hecho.
2. La vivencia de nuestros valores, especialmente amando a otro.
3. El sufrimiento.
- Con estas tres vías, Laika, encontramos el sentido de la vida. Mi obra consiste en luchar por transmitir mis pensamientos un tanto discordantes con los de mi especie, amar a alguien, y sufrir la marginación y la indiferencia de mis congéneres.
- Pero entonces Clod: ¿Es necesario sufrir para encontrar sentido a la vida?
- El  sufrimiento es inevitable, forma parte de la vida,  y cuando sufres te brota la oportunidad de encontrarle sentido, y un propósito. Es cuando te liberas de las presiones educacionales, sociales, y conductuales, y decides ser tu misma.
- ¿La soledad es un castigo Clod, o una bendición?.
- Tú decides la actitud, nadie puede decidir por ti. Pueden desterrarte, alejarte de los seres queridos, segregarte y marginarte, pero siempre te queda la opción de elegir la actitud que vas a tener ante la adversidad. En ese punto aparece la oportunidad de encontrar sentido a la vida.
- Clod, me gustaría hablar de una de las patas del sentido de la vida: El amor.
- El amor Laika; supone un encuentro con alguien que entendemos que es nuestro compañero de viaje ideal;  nuestro cómplice, nuestra imagen proyectada en el espejo de la admiración y el deseo. El alma con la que decidimos caminar en la vida, evitando la posesión que es la antítesis del amor, al igual que la dependencia. El tiempo no existe en  compañía del amor, pierde sentido el cuerpo y se llena de importancia la trascendencia y el sentido de la vida.
- Clod; siempre he sufrido por ser diferente, siempre he tenido sentimientos de culpa por no tener el suficiente valor para poder atacar, pero también siempre he sabido que mi actitud era la que debía y quería tener.
- Mami; ¿La serpiente ha encontrado a una amiga que le comprende?.
- Si Rober: Nos pasamos la vida buscando, y las crisis, las tragedias, nos dan la oportunidad de conocer nuevas vías de desarrollo y de encontrar a quien siempre hemos estado buscando y no lo sabíamos.
- Pero: ¿Qué sentido tiene ser una serpiente, si no quieres picar?.
- Uno decide ser lo que quiere ser, no lo que le han impuesto, y si uno está contento con lo que es y con lo que hace, aprecia la vida.
Clod y Laika desde aquel instante decidieron caminar juntas, con un solo fin: Dar sentido a sus vidas. Se dieron cuenta,  que una parte importante del sentido de su vida era haberse conocido, y el tiempo lo dirá, pero era el principio de una buena amistad o del descubrimiento del amor.
Clod y Laika, Laika y Clod emprendieron un nuevo viaje, un largo camino, fusionaron sus sentimientos, eliminaron su autocensura, se sintieron libres, ahora no tenían que demostrar nada a nadie, por vez primera se sentían ellas mismas.
Ahora querido Roberto debe entrar tú imaginación, piensa en cómo te gustaría que acabaran estas dos almas gemelas en este viaje que inician juntas: ¿Se amarán?, ¿Se odiaran?, ¿Se arrepentirán de ejercer su libertad?. Ahora debes escribir tu final.