miércoles, 31 de octubre de 2012

ALMAS REBELDES




En la oscuridad y el silencio de la noche, una serpiente reptaba por el desierto del Gobi. No era una serpiente cualquiera, era una de las serpientes más venenosas con las que cuenta la biodiversidad animal: Una serpiente cascabel.
Era una serpiente atípica;  muy sensible. Tenía muchos miedos: Miedo a hacer daño, miedo al dolor, al rechazo, al amor, y sobre todo a no responder de forma convencional a lo que se esperaba de ella.
Laika, que así se llamaba,  reptaba vagabundeando en busca de respuestas, en busca de amigos o enemigos que le ayudaran a encontrar su identidad, a descubrir quién era de verdad. Siempre que encontraba a un ser vivo, surgía en su mente una terrible ambivalencia: Aparecía lo que se espera de ella y  por otro lado sus verdaderos sentimientos. Pero ella era una serpiente poco convencional: original, creativa, amorosa.
Su padre, le repetía: “Una serpiente no puede tener piedad, es preferible morir a no atacar”, pero a ella le parecía horrible picar a un ser vivo y terminar con su vida.
Con esta actitud, le iba mal en la comunidad de las serpientes, tanto es así que decidieron desterrarla: Los sesudos jueces del Ministerio de Justicia Serpentil, le acusaron de alta traición a su especie. Sus padres estaban avergonzados, no se conocía serpiente alguna que no quisiera atacar. El veredicto fue claro: “Laika será condenada al destierro lejos de la tierra de las serpientes, durante un periodo de diez años”.
Tras la noticia, Laika se sintió sola y abandonada, y empezó a dudar de todo: de su esencia, de su pensamiento, de sus deseos. Pensó que no era digna de ser una serpiente cascabel. Un miedo invalidante paralizaba su mente: “¿Qué será de mi?”, se preguntaba; “Antes al menos tenía el calor y el cariño de mi familia, pero ahora estoy sola”.
Laika, siempre había mendigado el cariño de los demás para sentirse bien,  cualquiera entonces puede convertirse en tú amo si tiene algo que tú no tienes y quieres obtenerlo como sea. En este caso ella había buscado cariño hasta debajo de las piedras, y se había entregado tanto a los demás, que había perdido su identidad a cambio de unas caricias.
Pero se cansó de fingir ser una típica serpiente para ser amada y querida por todos, y esperaba ser comprendida y defendida por su familia y amigos, pero no fue así: Nadie arriesgó su vida por proteger a Laika. 
- Pero mami -, exclamó Rober:
- ¿Por qué no querían a Laika, si era buena?.
- Rober; a veces aunque seamos buenos, la sociedad espera algo de ti, que si no lo cumples te transformas en un antisistema, una persona rara, rebelde, y el miedo a lo diferente, a la transgresión, condenó a Laika al Ostracismo y al destierro.
- Mami: Esto quiere decir que no se puede ser libre.
- Hijo; la libertad y ser distinto a los demás tienen un precio. Debes decidir si merece la pena pagarlo. Laika se tuvo que alejar de su familia. Responde tú si le mereció la pena.
- ¿Por qué su familia y amigos no la defendieron?.
- El miedo al cambio Robertito. Cambiar supone construir un nuevo escenario con nuevas ideas, nuevos valores, probablemente la evolución de la especie, y eso produce pánico, siendo más fácil eliminar al transgresor que reflexionar sobre ello.
- Ya entiendo Mami, la diferencia produce miedo, y si no hay respeto y tolerancia aparece la injusticia.
- Si hijo, no debemos pensar que somos los portadores de la verdad, la verdad camina por el terreno movedizo de la duda, y es la duda la que nos aproxima al nuevo conocimiento y al cambio.
- Entonces: ¿ Laika era buena?.
- La mejor de las serpientes, la que no quería hacer daño, la rebelde, y pagó con su soledad la defensa de sus ideas.
Continúa con el cuento, mami:
Laika inició el largo  camino del destierro, cuando de repente una tormenta estalló en el cielo. Corrió a refugiarse en una cueva cercana que pudo observar.
La oscuridad de la cueva, y el sonido rítmico  de la lluvia, devolvió a Laika a la melancolía mientras unas cuantas lágrimas se desplomaban por su rostro.
En una esquina, escondida tras una roca se encontraba una tortuga, que al ver a la serpiente se ocultó de inmediato en su caparazón. Laika en un primer momento no se dio cuenta, pero a los pocos segundos, su fino oído percibió la respiración de un ser vivo.
Clod; la tortuga, era otra incomprendida; otra alma solitaria marginada por su especie; una tortuga con alma de artista, una luchadora que quiso cambiar su mundo y se quedó sola. Pero prefería morir a vivir encerrada en su caparazón.
Laika se acercó con los ojos llenos de lágrimas, y le dijo a la tortuga: Necesito hablar con alguien. Clod, que no podía ver llorar a nadie, sacó de inmediato la cabeza y tras una breve presentación le dijo a la serpiente:
- ¿Qué te ocurre?.
Laika, al ver que no despertaba temor en la tortuga, sintió un calor reconfortante, que le hizo mejorar su estado de ánimo.
- Estoy sola: Soy una serpiente fracasada, no soy capaz de atacar a nadie y me han desterrado.
La sabia tortuga, que entendió perfectamente a Laika, con un tono tranquilizador espetó una frase lapidaria con las que ella disfrutaba:
- “No desesperes en tu deseo de ser quien verdaderamente eres”.
- No sé quién soy- respondió Laika- Dime: ¿Quién soy?.
- Un alma que busca su camino, libre de prejuicios, sola, pero libre. No esperes que los demás te entiendan, disfruta de la oportunidad que tienes de ser como verdaderamente quieres ser.
La serpiente, estupefacta por la reflexión tan cercana a su pensamiento, preguntó a la tortuga:
- ¿No tienes miedo de mi?
- Nunca tengo miedo de ayudar a quien sufre, aunque sea peligroso. Laika; luchar por ser tú misma, y descubrir que no eres como los demás, y que además te gusta y te reconforta, es lo mejor que te ha podido pasar:
- Estás sola pero eres libre, estás sola pero conservas la dignidad, estás sola pero ahora tienes la compañía de otra alma solitaria e incomprendida.
Laika se sentía comprendida por Clod, nunca había estado tan a gusto con nadie, o probablemente nunca había encontrado a nadie que hablara su mismo lenguaje, que entendiera sus sentimientos.
-Puedo hacerte una pregunta Clod.
- Lo que quieras Laika.
- ¿Qué da sentido a tu vida?.
Clod, tras unos segundos de reflexión y silencio, contestó:
- Tenemos principalmente tres elementos para dar sentido a la vida:
1. La creación de una obra o realización de algún hecho.
2. La vivencia de nuestros valores, especialmente amando a otro.
3. El sufrimiento.
- Con estas tres vías, Laika, encontramos el sentido de la vida. Mi obra consiste en luchar por transmitir mis pensamientos un tanto discordantes con los de mi especie, amar a alguien, y sufrir la marginación y la indiferencia de mis congéneres.
- Pero entonces Clod: ¿Es necesario sufrir para encontrar sentido a la vida?
- El  sufrimiento es inevitable, forma parte de la vida,  y cuando sufres te brota la oportunidad de encontrarle sentido, y un propósito. Es cuando te liberas de las presiones educacionales, sociales, y conductuales, y decides ser tu misma.
- ¿La soledad es un castigo Clod, o una bendición?.
- Tú decides la actitud, nadie puede decidir por ti. Pueden desterrarte, alejarte de los seres queridos, segregarte y marginarte, pero siempre te queda la opción de elegir la actitud que vas a tener ante la adversidad. En ese punto aparece la oportunidad de encontrar sentido a la vida.
- Clod, me gustaría hablar de una de las patas del sentido de la vida: El amor.
- El amor Laika; supone un encuentro con alguien que entendemos que es nuestro compañero de viaje ideal;  nuestro cómplice, nuestra imagen proyectada en el espejo de la admiración y el deseo. El alma con la que decidimos caminar en la vida, evitando la posesión que es la antítesis del amor, al igual que la dependencia. El tiempo no existe en  compañía del amor, pierde sentido el cuerpo y se llena de importancia la trascendencia y el sentido de la vida.
- Clod; siempre he sufrido por ser diferente, siempre he tenido sentimientos de culpa por no tener el suficiente valor para poder atacar, pero también siempre he sabido que mi actitud era la que debía y quería tener.
- Mami; ¿La serpiente ha encontrado a una amiga que le comprende?.
- Si Rober: Nos pasamos la vida buscando, y las crisis, las tragedias, nos dan la oportunidad de conocer nuevas vías de desarrollo y de encontrar a quien siempre hemos estado buscando y no lo sabíamos.
- Pero: ¿Qué sentido tiene ser una serpiente, si no quieres picar?.
- Uno decide ser lo que quiere ser, no lo que le han impuesto, y si uno está contento con lo que es y con lo que hace, aprecia la vida.
Clod y Laika desde aquel instante decidieron caminar juntas, con un solo fin: Dar sentido a sus vidas. Se dieron cuenta,  que una parte importante del sentido de su vida era haberse conocido, y el tiempo lo dirá, pero era el principio de una buena amistad o del descubrimiento del amor.
Clod y Laika, Laika y Clod emprendieron un nuevo viaje, un largo camino, fusionaron sus sentimientos, eliminaron su autocensura, se sintieron libres, ahora no tenían que demostrar nada a nadie, por vez primera se sentían ellas mismas.
Ahora querido Roberto debe entrar tú imaginación, piensa en cómo te gustaría que acabaran estas dos almas gemelas en este viaje que inician juntas: ¿Se amarán?, ¿Se odiaran?, ¿Se arrepentirán de ejercer su libertad?. Ahora debes escribir tu final.




domingo, 21 de octubre de 2012

LA PRINCESA Y EL PRÍNCIPE DIFUMINADO




Todo estaba preparado para iniciar un largo viaje; la Princesa, tomó sus pertenencias, las introdujo en su maleta azul, y  se aposentó  en su escritorio a escribir en su diario lo que sería su único rastro, el único fragmento que quedaría de su anterior vida:
Querida vida, queridos acompañantes de mi vida anterior, os estoy muy agradecida de todo lo que habéis hecho por mí; de todo lo que he aprendido y lo que he crecido a vuestro lado, pero todo se acaba, todo tiene un fin, y esto ha llegado a su término. No sé en este momento si alguna vez amé durante estos  años, tampoco sé si fui feliz; sólo sé que he tocado techo, y he llegado a una encrucijada en la que tengo la opción de seguir por el sendero de siempre o aventurarme a partir por un nuevo camino. Siempre he pensado que es mejor arrepentirse de lo que haces que de lo que no has hecho, y eso es lo que he decidido: Romper y empezar de nuevo, con la carga de la nostalgia de los que he querido, con el dolor de partir hacia lo desconocido dejando atrás tierras firmes, pero el cambio forma parte de la vida. Alguien me dijo una vez: “Si no cambias puede que te extingas”, todo cambia: el día, la noche, el sol, las estrellas, la vida, la muerte, los amigos, los enemigos, la guerra, la paz…. Son variables que van marcando caras de una misma moneda pero que modifican los caminos por los que el ser humano debe discurrir. Hasta ahora el miedo a lo desconocido, al desapego, a la pérdida de la estabilidad ha frenado mi partida, pero hoy nada me ata, mi alma llena de nostalgia y de capacidad de amar, está preparada para un nuevo destino, para conquistar nuevas tierras, para abrazar el amor que nunca he tenido, para sentir lo que nunca he sentido, para volver a nacer y si es necesario para  morir”.
La princesa hizo preparar su carroza, se puso sus mejores galas, y emprendió el viaje que llamó “el viaje al amor”… Llegó a una aldea  llamada Esperanza; donde de pequeña solía veranear con sus padres. Se instaló en un palacio en las afueras, que pertenecía a sus antepasados.
A la Princesa Sheila le gustaba pasear por un lago que se encontraba cerca de su palacio,  donde un frondosos bosque lleno de arbustos y animales la acompañaban en sus largos paseos. En realidad se sentía muy sola, en esta nueva vida que había iniciado necesitaba tranquilidad, sosiego, tiempo para poder borrar el peso de su pasado e iniciar una nueva vida, pero de momento todo era calma, tranquilidad, nostalgia, y miedo a la soledad. Pero había ido a Esperanza en busca de su príncipe, de aquel fornido joven que en su juventud le salvó la vida, mientras nadaba en el lago donde sus padres la solían llevar.
Una tarde otoñal, mientras se encontraba en la orilla del lago, cuando la luz del sol incandescente  esperaba a la noche, observó sobresaltada un reflejo en el agua: Un rostro feo con nariz y orejas puntiagudas; al volverse había desaparecido, dejando el rastro de sus pisadas. Se asustó mucho y corrió hasta su carroza y ordenó al cochero que partiera hacia su palacio a toda velocidad, de camino hacia su hogar, aún con la tensión de su visión, de repente notó un impacto, que hizo frenar al cochero, que en unos segundos se acercó a la princesa y le explicó que habían chocado con algo extraño, la Princesa bajó del coche y observó a la criatura que habían arrollado tendida en el suelo y llena de sangre.
Era un ser extraño, el mismo que había observado en el lago: Nariz puntiaguda, ojos achinados incrustados en una órbita cubierta por unas cejas pobladas y antiestéticas, unas orejas alargadas que terminaban en punta ocupaban la  ambos laterales de su cara, un pelo largo liso y sucio daban cobertura a ese estridente rostro...
La Princesa al mirarlo percibió una familiaridad que hizo que la sensación previa de desagrado se fuera transformando paulatinamente en ternura, tranquilidad, incluso nostalgia. Ordenó que lo llevaran a su palacio, y avisó a su médico particular para que lo examinara. El Doctor sólo pudo decirle que tenía una conmoción, pero que no sabía lo que era esa criatura tan extraña.
La princesa acudía todos los día a ver cómo estaba su protegido, así lo hizo durante una semana, hasta que un día el ser abrió los ojos y despertó…
- ¿Quién eres?, preguntó Sheila
- Soy lo que su alteza quiera que sea, pues sólo soy fruto de su imaginación.
- Pero nadie me ha negado tú existencia…
- Simplemente le han dicho lo que quería oír alteza. ¿Quién se atrevería a decirla que soy fruto de su imaginación?, nadie en su sano juicio.
- ¿Entonces no existes?...
- Todo lo que habita en nuestra imaginación es susceptible de materializarse.
- Pero: ¿Por qué una criatura así?.
- ¿Por qué no?, ¿acaso la imaginación no es libre?
- Pero tú voz, tú mirada, tú forma de hablar, me es muy familiar.
- Busca en tú interior, allí encontrarás la respuesta.
La Princesa preocupada, pensando que su mente había enfermado, mandó llamar a su médico, y confirmó que en la estancia donde había alojado a la criatura no había nadie, pero efectivamente ningún miembro de su séquito se había atrevido a contradecirla.
Cuando se quedó sola, volvió a la habitación de aquel ser, y lo encontró sentado sobre la cama, se acerco y le dijo:
- ¿Cómo te llamas?, ¿Quién eres?, ¿Qué deseas de mi?.
- Mi Princesa, soy tú deseo, y vivo esperando que me liberes de la jaula en la que me has metido.
- Pero la cuestión es cómo;  
- Sólo el amor podrá salvarme, y recuerda: Todo lo que es pasa por nuestra imaginación es susceptible de materializarse.
La Princesa Sheila, acaricio la horrible cara de aquella bestia, y sin saber por qué lo hacía besó con una pasión desenfrenada sus resecos labios, sintiendo un escalofrío como nunca lo había sentido antes. Se dio cuenta que era el amor de su vida, que había descubierto el amor, que aquella criatura asquerosa era con la que quería vivir toda su vida.
Aquella bestia empezó a transformarse paulatinamente en un rostro humano muy bello; su nariz se suavizó, sus orejas se encogieron y se volvieron pequeñas, y un cuerpo musculoso y esbelto invadió su cuerpo.
Sin duda era el  príncipe  con el que Sheila había soñado, era el compañero de viaje con el que quería iniciar esa nueva vida, y lo había encontrado oculto dentro de aquel ser tan desagradable… Era su salvador.
La Princesa confusa, sin saber qué era verdad y qué era ficción, reunió a un comité de sabios para que estudiaran el caso; acudieron astrólogos, físicos, magos, filósofos,  y galenos.
Después de meses de estudio, y presionados por la melancolía en la que estaba sumergida la princesa llegaron al siguiente dictamen:
“La princesa Sheila; habita en un mundo paralelo, que por su especial sensibilidad sólo puede percibir ella, el resto de los mortales jamás podrán ver a su príncipe, pero ella podrá vivir con él el resto de sus días si así lo desea, considerando que su amor no lo podrá compartir con nadie nada más que con él, pues siempre será para el resto de la humanidad; el príncipe difuminado”.
La Princesa más confusa aún pensó: ¿En realidad podré compartir mi vida con alguien que no puede ver nadie nada más que yo?, ¿con un príncipe que sólo existe para mí?, ¿Con un espectro que no podré mostrar a nadie?…  No, creo que seguiré esperando, seguiré buscando a alguien más real, alguien a quien todos puedan ver.
La Princesa triste y abatida le dijo a su dama de confianza: Te das cuenta, querida Marcela: “Me he pasado la vida buscando unas alas, y ahora que las encuentro no puedo volar”. No sufra majestad quien busca halla y quien resiste gana.
La Princesa Sheila, animada por su doncella Marcela; acudió a la habitación del Príncipe difuminado (así lo llamaban todos), y le preguntó cómo podía hacer para que todos lo vieran.  El Príncipe la dijo:
- Hombre creía que nunca me lo pedirías, sólo tienes que desearlo. Hasta ahora tus miedos han hecho que mi rostro no se pueda mostrar a los demás. Desde pequeño he vivido en tú imaginación, esperando que desearas devolverme a la vida: Si de verdad quieres que sea el amor de tú vida, sin duda lo seré, pero tienes que luchar y vencer tus miedos.
 La Princesa abrazó al Príncipe, tan fuerte como pudo, y se besaron durante horas. Marcela preocupada llamó y pasó a los aposentos donde estaba su ama. La sorpresa no se hizo esperar: Un radiante joven abrazaba a La Princesa Sheila.

domingo, 7 de octubre de 2012

EL MURO DE MARY (ENSAYO DE MI NOVELA).





Eran las 15.30 de la tarde: el olor agrio y suave de unas salchichas berlinesas acompañadas de puré de patatas rojas  y chucrut, reposaban en la mesa al lado del antiguo piano del restaurante. El traqueteo en la tarima de madera pulcra y brillante de color ocre, producido por  los tacones de la camarera berlinesa impactaba en la mente de Salvador. Como un ronroneo rítmico y placentero que recorría su cuerpo  desde los pies a la cabeza, las ondas vibratorias penetraban por los dedos de los pies de Salvador, llegaban a sus rodillas, ascendían por sus muslos, y tras dejar un efecto suavizante en el centro del cuerpo, introducían un vacío en el estómago, que desembocaba en un fuego suave  que llegaba hasta la cara, e inyectaba un rubor parcheado en los pómulos, y un brillo intenso ocular que colocaba al español en un estado de absoluta relajación, que le permitía mejorar aún más las cualidades que a Mary le gustaba más de él: Esa complicidad, que le hacía a ella sentirse entendida, protegida, apoyada, por ese padre seductor, consejero personal, amigo distante y poco posesivo.
Un Café oscuro, espeso, y espumado en su coronilla, reposaba en las tazas  isabelinas, donde el dibujo de una corona que ocupaba las panzas laterales del recipiente, hacían al caballero sentirse más importante. Salvador era un gran defensor, fetichista, y amante de la Monarquía  y todo su boato. Todo lo relacionado con las  Casas Reales Europeas, a Salvador le retrotraía a un encuentro con sus antepasados que estuvieron vinculados con la Corona. Su bisabuelo fue secretario personal de D. Alfonso XIII. Salvador conservaba  documentos del paso de su bisabuelo D. Blas Merino de los llanos por los entresijos de la Casa Real, entre otros poseía un documento de reconocimiento del propio Rey a los años de servicio dedicados por  el abuelo Blas, antes de que el Monarca se  marchara al exilio.
Pero lo que verdaderamente le estimulaba de la corona, era toda la parafernalia, sus fetiches y todo lo que adorna a la monarquía. El mismo se auto concedía el hecho de ser un privilegiado por tener esa sensibilidad tan especial por la  realeza. Esta petulancia vanidosa; más que una visión ética basada en la convicción de los valores de la Monarquía, era una pretensión estética que le daba seguridad, insuflándole un aire de superioridad por este gusto refinado, elitista, y sólo campo de cultivo de unos pocos privilegiados.
Pues bien; esa taza coronada, le otorgó una seguridad suprema que usó para lanzar una pregunta lapidaria a Mary Sinderland:
- Mary: ¿Has pensado alguna vez en quitarte la vida?. Mary pensó: Ha debido observar en mi un profundo desprecio a la vida, pensará que soy una depresiva suicida carente de capacidad de disfrute
- ¿Por qué preguntas esto Salvador?- pregunto Mary. Salvador, muy hábil en el arte de bucear en el interior de los seres humanos, pensó en ir avanzando muy lentamente, sin presiones fuertes, para poder llegar a la zona oscura de Mary. Quería penetrar hasta esa zona íntima del individuo llena de pensamientos, valores, traumas, experiencias que le gustaría conocer.
- No Mary, si no quieres contestar lo entiendo-, afirmó Salvador.
- No importa Salvador. Te confieso que mi vida ha sido muy tortuosa; después de mi matrimonio con el Ruso, pensé en varias ocasiones en quitarme la vida, incluso tenía un plan para hacerlo. Pensé en cruzar el muro y dejarme acribillar a balazos por los guardias. Pero: ¿Sabes lo que me detuvo?, ¿Sabes lo que de verdad circuló por mi interior para frenar ese deseo?: La contradicción más absoluta que he tenido en mi vida. Pensé: Mi padre sobrevivió a Auswitch , y mi madre al exterminio Nazi contra nuestra raza judía. Yo pensé: ¿Qué pensarán mis padres de mi si yo no soy capaz de sobrevivir a la vida que he elegido. Mi padre pensaría que soy una débil cobarde y fracasada, y mi madre sentiría tanta pena por mí, que dentro de su desdichada sumisión, sufriría en silencio  por mi terrible decisión, sin poder hablar con nadie de ello. Por pena y rabia a la vez de lo que yo profetizaba que iban a ser  los pensamientos y actitudes de mis padres, por eso no me quité la vida.
- No me sorprende- apostilló Salvador.- El ser humano es contradictorio y ambivalente en sus pensamientos y sentimientos; al igual que ama, odia a la misma persona. Son caras de la misma moneda que ambas circulan por el mismo individuo. Dependiendo del procesado de datos externos e internos que manejes, fluyen unos sentimientos u otros.
- Que bien lo explicas Salvador, es todo tal y como dices,- elogió Mary.
- Me gusta explicar las cosas que no entiendo de la forma más racional posible, pues sólo así se puede evolucionar y aprender a enfrentarte a la vida.
- He de confesarte Salvador, que me ha costado mucho contestar a tú pregunta. Esa parte de mi vida la tengo encriptada en mi alma, y en muchas ocasiones no sé si detalles que vienen a mi mente son confabulaciones caprichosas de mi memoria, o son hechos reales. Sufrí mucho Salvador, mucho.
- Me hago cargo Mary, no tienes que  hablar de ello si no quieres.
- Salavador: ¿Tú pregunta se debe a algo que has percibido en mi, que te ha hecho pensar en que podría ser una suicida?.
- No te sorprenda tanto Mary. Es más común de lo que crees. El sufrimiento espiritual es una constante en la historia de la humanidad, y el suicidio puede vivirse como una liberación, y el mayor acto de libertad del ser humano. Yo mismo he tenido la tentación de hacerlo. ¿Cómo te sientes ahora Mary?:
- Me siento liberada Salvador.
- ¿Verdad que sí?.
- Hablar de ello tiene un efecto de limpieza liberatoria de un mal pensamiento. Además ahora me alegro de no haberlo hecho: ¡Qué curioso!: Mi atormentada vida familiar, y la estricta educación  que he recibido de mis padres, me ha salvado la vida. Afirmó Mary con un tono de saciedad y tristeza.
- Así son las cosas Mary: Nunca se sabe si lo te pasa en la vida es una suerte o una desgracia; pues a veces lo que parece muy bueno va seguido de una desgracia y viceversa.
- ¿Qué esperas de la vida Salvador?, lanzó Mary aprovechando el cariz que estaba tomando la conversación:
- En realidad no espero nada, no quiero esperar nada. Siempre he pensado que quien no espera nada lo tiene todo, pues todo lo que recibe es inesperado.
- ¿Por qué me acompañas en este viaje?.
- No lo sé muy bien Mary…
En este clima que se había creado de confidencias, llegando al tramo más íntimo de la comunicación; los ojos inyectados de sangre, combinados con la humedad ácida del flujo del lacrimal, dibujaba un rostro en Mary emocionado, lleno de brillo, rodeado de un halo, de pasión y de esperanza.
Frente a esta situación, Salvador no era inmune al acto emocional que estaba viviendo. El Español, sentía unas ganas irrefrenables de abrazar a Mary para ofrecerle su protección, pero su carácter distante, frío y contenido, hizo que ni siquiera inclinara su cuerpo para acercarse más a ella. Ante tanta restricción no pudo evitar la incontinencia lacrimal que le estaba provocando el relato de Mary. Sobre el rostro de Salvador se deslizó hacia la boca una pequeña lágrima que Mary percibió, y le hizo dudar sobre la posibilidad de un  efecto óptico alucinatorio, pero confirmó finalmente que era una lágrima de verdad.
El momento lo requería: La tenue luz del restaurante, el silencio aderezado por las pisadas rítmicas e intimistas de la camarera, el efecto de las cervezas <Berliner Kindl> que habían consumido, las tazas de café coronadas, los cuadros que colgaban de la pared de madera oscura con ilustraciones del Berlín del siglo XVIII, y el lienzo central del Rey Luis II de Baviera en su trono lanzando una firme mirada a todos los comensales, habían construido un entorno especial para los dos. El pianista tocaba a Brahms en el momento álgido de ese orgasmo de melancolía que terminó con la caída de la incontenible lágrima del bueno de Salvador.
- Verás Mary: He decidido acompañarte porque ya es hora de hacer algo por alguien. Me he pasado la vida trabajando para alcanzar un futuro mejor; y el  futuro nunca llegaba. Siempre necesitaba más, y más... Pensaba que esto era la felicidad: Una mujer que te espera en casa, un trabajo que me da dinero, múltiples conocidos, y una ambición insaciable. No tenía tiempo de pensar en los demás, tan solo mi misión era lo importante: ganar dinero y conseguir prestigio.
Todo iba bien hasta que un día al llegar a mi casa de la playa de Chiclana; me topé con una novedad inesperada: La gran Laura: mi elegante, discreta, y bella mujer, yacía en nuestra cama redonda con vistas a la playa de “La barrosa”, con un naviero inglés con el que llevaba un par de años.