jueves, 26 de junio de 2014

SOLO PARA ELLOS


”Mientras tanto yo estaré aquí, amándote y a tu lado mientras mantengamos el respeto, la admiración, y el deseo de estar juntos”; había sido la última frase con la que se había quedado Gilda antes de la despedida. La repetía una y otra vez, la abrazaba, la endulzaba, la relativizaba, pero en el fondo había deseado tanto escuchar algo parecido, que la llevaba en su mente como leitmotiv de su vida; Era una ilusión, un hilito de esperanza, un argumento de fuerza ante la desesperación.

Encontrarse con su pasado reciente tuvo efectos; Nadie sale ileso del encuentro con el pasado. En reiteradas ocasiones había  comentado con Bebo, los cambios que hubieran hecho los dos si pudieran vivir nuevamente; y habían llegado a una conclusión: Más instantes y más amor; pero ambos tenían aún demasiados remilgos, demasiados condicionantes educativos: “Es pecado mentir”, “Son más importantes las necesidades de los demás que las propias”. Bebo recordaba el poema de Borges:

 

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.

 

En realidad Bebo había visto a tanta gente morir, que coincidía con Borges en que embutidos en nuestra educación, nuestro ego y la tendencia absolutista de creer que la verdad solo tiene un camino y es el que dicta nuestro pensamiento, que nos condenamos a vivir de forma artificial como quieren otras personas, y olvidamos nuestras propias necesidades.

 

Gilda se encontró con su pasado, se topó de golpe el fin de semana con  sus últimos años de vida, y por primera vez fue consciente de lo que sentía, tomó conciencia del estado de alienación en el que había vivido tras su separación. El estado en el que había quedado tras el matrimonio con su exmarido; quien de forma continuada ignoraba sus necesidades, sus deseos, su libertad y en definitiva su vida. Ella por el contrario se dedicó a sus hijos, a mantener un hogar que hacía aguas por todas partes. Fue entonces cuando Tim se coló en su vida: Tenía una autoestima tan dañada, que necesitaba sentirse mujer, que alguien la abrazara, volver a recuperar la dignidad como persona. Tim la trataba tan bien, que se sentía como una Diosa, como el centro de sus deseos. A todos nos gusta sentirnos considerados y cuidados, y en la situación de Gilda, más que un deseo, era una necesidad para su recuperación.

Bebo siempre había pensado que esos momentos de absoluto dolor, había que pasarlos solos, como parte de un encuentro con nuestra esencia. Pensaba que era necesaria una soledad buscada donde elaborar el duelo del fallecimiento de nuestra antigua vida. Claro que es mejor y más agradable encontrarse a un Tim, pero en el estado en el que se encontraba Gilda no tenía capacidad de dar amor, sólo de recibir ayuda, de recibir cariño, de sentirse amada, de sentir su cuerpo, de sentirse viva.

Tim necesitaba una mujer, necesitaba tener la seguridad de que al otro lado del teléfono Gilda le dijera: “Hola Tim, estoy aquí solo para ti”: Que terrible pensar que somos exclusivos, sentirnos que tenemos a alguien en una jaula, que supuestamente la protegemos  cerrando la puerta. A Bebo esto le parecía terrible, insano, la antítesis del amor: Pensaba en un axioma de los antiguos Griegos:” Cualquiera puede convertirse en tu amo si tiene algo que tú no tienes, y que quieres obtenerlo como sea”: Tim haría lo que fuera porque Gilda estuviera encerrada siempre para él. Como ella no le pedía nada, la llenaba de regalos y de halagos que hacían mantener la fantasía que Tim había creado.

 

Ella sentía cariño, pena, se sentía comprometida con Tim por todo lo que había hecho por ella, por el vínculo que había establecido con su entorno más cercano: Esos lazos que Tim había sabido ganarse con complicidad e implicación, eran difíciles de romper.

 

Pero el contraste, lo tenía con Bebo. A Veces sólo teniendo otras experiencias nos encontramos con nosotros mismos, con nuestros deseos, con nuestras necesidades. Y a Gilda le había pasado eso con Bebo. Bebo hacía tiempo que viajaba en aeroplano, que improvisaba segundo a segundo, que aunque su vida no era un modelo de libertad y felicidad, había logrado encontrar su espacio, en espera de tiempos mejores.

 

-      Gilda; La libertad da vértigo, te suelta al infinito, pero por otro lado es tan excitante que es adictiva. No soy yo el adictivo, como me dices, es lo que proyectas y ves en mí: “La oportunidad de ser libre”, de salir de la jaula, de volar con tus propias alas. Recuerdo un poema que escribí con 16 años: ¡Ya ha llovido!:

 

 

 

 

 

Hoy una paloma no pudo volar,

Estaba encerrada en un palomar,

Cansada y cansada de tanto llorar,

Le dijo a un chiquillo:

¿Me quieres salvar?.

Si bella paloma, te doy libertad.

La blanca paloma voló a otro lugar,

Y nunca en la vida volvió al palomar.

 

-      ¡Qué cierto tu poema!: Me siento aprisionada, como una posesión, como el talismán de alguien que en un momento de debilidad me conquistó, y ahora no sé cómo salir.

 

-      Eso debes decidirlo tú, mi vida; pero sobre todo se sincera y honesta contigo misma. No hace falta, que lo seas con los demás, pero al menos no te engañes a ti misma. Puede que el chiquillo que salvó a la paloma sea Bebo, pero Bebo no quiere ser exclusivo; hay muchos Bebos y muchas Gildas… No somos exclusivos de nadie, ni somos prisioneros para siempre. Sólo compartimos un trecho más o menos largo de nuestra vida. Pero quien siempre estará con nosotros mismos, somos nosotros mismos, y cuanto más nos respetemos, más felices seremos.

 

A veces uno se cree tan en posesión de la verdad, que descarta toda posibilidad de cambio, de avance, de evolución; es como mirar por el telescopio apuntando solo a la luna, si no cambias de dirección, solamente ves la luna; muy bonita,  muy brillante, muy blanca, pero no deja de ser la luna. Ahora Gilda vislumbraba nítidamente todo el universo.

Habían viajado uno kilómetros para estar tranquilos, para poder encontrarse con ellos mismos, para pasar una noche juntos, para sentarse el uno al lado de otro y congelar los sentimientos en una mágica foto a recordar para siempre.

Gilda llevaba el pelo suelto, aunque a Bebo le encantaba el aire colegial que le daban aquellas dos coletitas que una vez se puso para él. Hacía una magnífica noche de verano. Gilda se había arreglado para la ocasión con un vestido rojo que  dejaba al descubierto sus hombros. Ella sabía que esos pequeños detalles estimulaban los instintos más primitivos de Bebo. La luz de la ciudad iluminaba sus negros ojos que la delataban; su mirada no se despegaba del rostro de Bebo, mientras sin palabras se decían todo, se comían, se derretían de pasión, de deseo contenido. Ella sabía que le amaba; y se sentía correspondida. Pero el también como en el caso de Tim pensaba que Gilda necesitaba distancia, encuentro con ella misma. Bebo la adoraba, la admiraba, la deseaba, no podía borrarla de su pensamiento.

-      Gilda: ¿Volvemos a la habitación?, dijo Bebo esperando un si por respuesta.

-      Si, será lo mejor-

Volvieron a la habitación del hotel, mientras digerían las ganas de comerse, de devorarse el uno al otro. Se les había quitado el hambre; solo tenían necesidad de besarse, de abrazarse, de fundir su cuerpo en uno.

sábado, 21 de junio de 2014

LA DANZA DE GILDA




En algún momento Gilda dudó de si hacía lo correcto, pero era el terrible peso de su conciencia el que no le dejaba reconciliarse con sus deseos. Esa carga inoculada en su educación que la había llevado a vivir para otros, a ignorar sus deseos, o al menos a subordinarlos siempre a  los de los demás. Era ahora el final de una nueva etapa y de un nuevo autoconcepto: “Yo soy dueña de mi vida, y responsable de ella para bien y para mal, luego entonces haré mi voluntad, en esa búsqueda permanente de mi felicidad”.

Tenía un encuentro importante el fin de semana: “El encuentro con su vida anterior, con su pasado más reciente”; ese era el escenario, pero la actriz principal había cambiado de guion. Bebo le había dicho:

-          Se natural Gilda, actúa pensando en ti, en tus necesidades en tus deseos. No pienses ni en mí ni en nadie, piensa sólo en ti.

Esta actitud, Gilda la asociaba con egoísmo egocéntrico, pero no era así; formaba parte de la toma de conciencia de sus deseos:

-          Para  poder amar, y disfrutar del cariño verdadero, es necesario amarse a sí mismo; esto no es narcisismo;  consiste en ser consciente de nuestras necesidades (autoconocimiento); y mantener una coherencia equilibrada entre lo que pensamos, lo que sentimos, y lo que hacemos, y en ese equilibrio puede que se desprendan daños colaterales, pero somos nosotros mismos los responsables de hacernos felices, si se puede sin hacer daño, pero si no es así habrá que valorar si compensa la acción- Dijo Bebo con un tono de sobriedad y muy seguro de lo que estaba diciendo.

-          Me quedaré sola. Me gustaría ser libre y no estar condicionada por nada. En realidad no somos libres nadie.

-          Gilda; En el mundo de los vivos no existen  conceptos absolutos, todo está muy matizado; concretamente la libertad está muy condicionada por el pensamiento:

“no  querer hacer daño”(aunque a veces nos lo hacemos a nosotros mismos), “La imagen que queremos dar” (la dicotomía ética-estética: toda expresión de valores tiene un trasfondo ético que va acompañado de unos actos que nos han dicho que tienen que ser coherentes con una moral, a veces tan falsa y tan contradictoria que sacrificamos nuestra felicidad por mantener esa estética).” La verdad”; ¿qué es  verdad?.

Bebo le había hablado de la diferencia entre franqueza y sinceridad, y a Gilda le vino a la cabeza:

-          Franco es aquel que expresa de forma incontinente todos sus deseos y pensamientos, a veces de forma innecesaria y de forma doliente; sin embargo el sincero es aquel que selecciona los mensajes, y los que decide utilizar son verdaderos.

-          Cierto,- dijo Bebo.- Me alegra que recuerdes esto: Ninguno de nosotros aguantaríamos un “Gran hermano” de nuestra intimidad y menos de nuestro pensamiento. Somos nosotros los dueños de nuestras emociones, pensamientos, y nuestros actos, y decidimos con quien compartirlos: ¿Eso es falsedad?: Todos tenemos una zona íntima para nosotros mismos.

 

El movimiento acompasado y lleno de sensualidad de Gilda, dibujaba en este punto una red de gestos armónicos llenos de feminidad, que despertaban en Bebo un intenso deseo apasionado de besar y devorar a aquella dama, en la que en los últimos  meses había depositado su mirada.

Esos pasos lentos y firmes hacia delante con un contoneo de hombros y  caderas,  formaban parte de un mensaje que el cuerpo expresaba mejor que las palabras, un mensaje de deseo, de pasión, de amor. Aquellas miradas de complicidad, en la que ella debido al dominio escénico y corporal que tenía, hipnotizaba a Bebo, y le elevaba a esa dimensión en la que los sentimientos se transformaban en pasión. 

Baile apasionado; había escrito Bebo hace unos años, como inicio de un camino en busca de la pasión, y en esta etapa se había reconciliado con sus sentimientos, con ese miedo a emocionarse, con esa negación de ”dejarse llevar”; por tanto había pasado del cuerpo doliente aséptico e inexpresivo, al cuerpo de los sentimientos, de las pasiones, de la improvisación.

Esa danza de Gilda le extasiaba, le adormecía, le trasladaba a la ternura infantil del vaivén de la cuna.

 Tomó a Gilda de la cintura mientras una explosión de deseo le fluía de la cabeza a los pies, se recreó en sentir la curva cóncava que elaboraba la cresta de sus caderas con la parrilla costal. Amarró con sus manos a aquella mujer firmemente, cuando ella miraba desafiante a Bebo; como un torero mira al morlaco provocando el envite. Entrelazando sus dedos por su espalda, y sorprendido por el roce de sus pulgares con su prominente glúteo, la arrastró enérgicamente hacia él.

-          Apriétame fuerte- le susurró ella al oído.- Quiero sentir tu cuerpo, tu calor, tu piel, tu alma.

Aquellas palabras conmovieron a aquel hombre. Ella sabía que la profundidad de Bebo brotaba por su cuerpo, desde el interior hasta su boca, sus ojos, sus músculos, su sangre, todo en un acompasado concierto de calor visceral, que provocaba el prolapso de sus párpados ante aquella desbordante pasión.  

-          Déjame que te mire.- exclamó ella mientras  aquellas pupilas negras se dilataban reflejándose en el espejo del cristalino de Bebo.

-          Mírame, y dime qué es lo que ves-

-          Fuego, intensidad, locura, libertad…

Bebo; le fue quitando a Gilda el vestido de color rojo intenso que terminaba debajo de sus rodillas. Bajó muy suavemente la cremallera que aprisionaba su parte trasera con la voluptuosidad de sus senos, y deslizó los tirantes de sus hombreras  succionando el hombro derecho con sus labios que hoy parecían más gruesos que nunca, cuando notó como a ella se le erizaba la piel.

-          Me has tocado mi punto débil: Mis hombros- Dijo Gilda mientras emitía un profundo suspiro.

El vestido se deslizó  muy suavemente recorriendo las curvas de Gilda y depositándose en el suelo. Ella levantó sus sensuales piernas para dejar el vestido a un lado,  e hizo intento de quitarse unos zapatos de fino tacón  negros acharolados, cuando gritó Bebo:

-          ¡No!, ¡No lo hagas!, me encantan esos zapatos- Gilda se posó para él en el suelo de su  habitación, con unas braguitas tanga de “Choni” como  ella decía, de tigre, y un sujetador a juego, y bajo sus pies aquellos colosales zapatos que excitaban tanto  a Bebo. Bebo acercó su boca al sexo de Gilda, y metiendo las manos en las costuras del tanga,  las partió por la mitad, mientras en los ojos de Bebo se reflejaba el animal que todo ser humano lleva dentro.

A ella le excitaba mucho ver a Bebo así de liberado, lleno de esa pasión que en su día tenía escondida en el desván de sus prejuicios. Pero ahora esos condicionantes poco a poco habían sido reducidos a su mínima expresión, no le importaba tanto la estética de sus actos, le importaban más sus deseos y la libertad de mostrarlos…

Apoyó a Gilda en la pared y empezó con su lengua un recorrido anatómico muy lento por la parte interna de sus muslos, llegando a su vagina,  donde descansó unos segundos, pasando después a succionar los labios mayores y menores en busca de su terso clítoris.

-          ¡Qué placer!: Quiero que me penetres, fuerte hasta reventar.- Espetó Gilda jadeante mientras unas gotas de flujo se desplomaban en el suelo.

Bebo le puso las manos en la espalda como si la fuera a esposar, y sujetó firmemente sus muñecas, mientras acercó sus genitales calientes y enrojecidos por la tremenda excitación al humectado orificio de su vagina, y empezó un progresivo envite que fue subiendo de intensidad, a la vez que ella cerraba sus ojos y mordía de placer con sus incisivos la parte inferior de sus labios. Al ritmo de la envestida ella chillaba con mucha intensidad, pero cuanto más chillaba él la daba más fuerte.

-          No te pares – Dijo Gilda mientras se desprendía una gota de sudor de la frente de Bebo en dirección al  enorme culo de ella:

Fue entonces cuando intensifico la potencia y el ritmo de su cabalgada, y provocó un ruido de contacto entre el glúteo de Gilda y la pelvis de Bebo, que les excitaba a los dos mucho más de lo que ya estaban. El orgasmo, como se esperaba, no tardó en llegar; primero a ella, que se desplomó en el suelo esperando las convulsiones orgásmicas que habitualmente tenía. Una vez satisfecha, se puso de rodillas y remató la faena con la lengua en el inflamado pene de Bebo, que a los pocos segundos inundó la cara de Gilda de leche blanca y pastosa.

Los dos se abrazaron,  y a bebo le vino a la cabeza el tema de la libertad del que habían hablado:

-          Sabes qué es libertad: Esto es libertad; expresar todo lo que sientes, de forma consentida, y fundirse en un solo cuerpo hasta llegar al éxtasis.

-          No sé qué voy a hacer en este encuentro con mi pasado Bebo. Yo soy libre, pero el miedo a hacer daño, y el miedo a perderte me inmoviliza, me bloquea.

-          Los miedos querida Gilda,  son producto del cambio, en tu caso también de no querer dañar, y en tercer lugar de la inseguridad depositada en  ti misma. Busca lo que dice tu intuición, eso es lo que más controla el miedo, y cree en ti misma, ponte por encima de todos. Alguien puede o no decidir estar a tu lado, pero tú no pierdes valor por ello,  incluso ganas, porque te has liberado de alguien que no quiere caminar contigo, pero lo importante es el  camino. A lo largo del camino se te acercará gente, nunca viajamos solos, pero mantener la autonomía y tu valoración personal te ayudará a decidir quién quieres que te acompañe. Mientras tanto yo estaré aquí, amándote y a tu lado mientras mantengamos el respeto, la admiración, y el deseo de estar juntos.

lunes, 16 de junio de 2014

GILDA: UN DESEO EN LA TRASTIENDA.

 
 

Aquella historia no era como las demás, aunque como pensaba Bebo: “Nunca se repite la misma historia”. Recordaba Bebo la frase de Chantal: “Lo que no tiene límites, y por tanto es infinito, asusta: porque no sabes por dónde cogerlo. Pero sin embargo es lo que da permiso a abrir nuevas fronteras”. El miedo a lo infinito, a nuestras propias cortapisas, a las imposiciones culturales, sociales, emocionales, son nuestras únicas limitaciones. Gilda andaba buceando y explorando el infinito cuando de repente se topó con Bebo: Se miró en su espejo, derramó un par de lágrimas, y continuó el viaje liberada de carga…
-          ¡Me has devuelto la inspiración!,-   dijo Bebo, con ese tono grandilocuente que a veces usaba como arma de provocación. Bebo era un provocador nato, puede que hasta reaccionario. Le gustaba estimular a las mentes que le seguían, para poder destripar y analizar sus reacciones, a veces contradictorias y ambivalentes.
Siguiendo con la frase  de Chantal; explorar el infinito es descubrir zonas pastel, oscuras, y grises, que desconocemos pero que nos abren las puertas de nuevas sensaciones.
Pero volviendo al tema que nos ocupa: Bebo encontró en Gilda ese eslabón perdido de la feminidad ecléctica; aquella que apunta sutilmente hacia estilos diversos. No sabía muy bien si aquello era una proyección volitiva, o formaba parte de la realidad. Lo que estaba claro es que  un deseo permanentemente buscado por Bebo: era lo original, lo “No clasificable”; como él decía “soy un outsider”: Ser un outsider provoca ambigüedad social, pero te da un punto de libertad que te permite limpiar de prejuicios esa exploración del infinito.
-          Si Gilda; recuperé esa escritura que procede de mi profundidad, de mi esencia, y a veces de mis caprichos y sutilezas de mi ego. Tú aparición en escena me liberó de la alienación donde mi mente estaba aprisionada. Perdí el control y ahora lo he recuperado.
-          No sigas Bebo…Me has ayudado mucho, me has liberado del ostracismo en el que me encontraba. Estaba esperando un cambio, pero no sabía que el principio del cambio comienza por uno mismo, y mi dedicación a los demás postergaba mi evolución para tiempos mejores. He podido descubrir junto a ti una senda por la que seguir, construida por mí; mi obra, mi creación, mi vida; donde las personas que quiero tengan su espacio, pero el sendero es mío.
 
Bebo tomó de la mano a Gilda y secando con las yemas de sus dedos dos lágrimas cálidas que rodaban hacia su barbilla, lanzó una frase de las que a ella la hacían pensar…
-          Siempre he buscado a alguien como tú, con quien compartir una vida propia; alguien a quien amar con calma, mientras mi otra vida se aleja. Alguien a quien esperar, mientras las mariposas de mi estómago susurran su nombre.
Gilda; que seguía impactada por el derroche de emociones que allí se estaba fraguando; sólo pudo abrazar a Bebo, mientras devoraba su boca como salida  de la pasión que había contenido durante todo este tiempo de espera.
Mientras Bebo tomaba aire, aprovechando que Gilda replegaba su lengua y la condenaba al reposo, pudo decir:
-          He descubierto en estos años que todo es posible con amor, que la libertad es una cuestión de vencer los miedos paralizantes, que provocan nuestras propias contradicciones. He descubierto, querida Gilda, que se puede ser de otra manera; no es obligatorio tender hacia lo convencional, aunque si es lo más recomendable para evitar el rechazo. Aprendí a estar vivo; a sentir la pasión sin límites; a usar el sexo como canal de máxima comunicación con mi amada.
-          Ya Bebo pero: ¿Qué buscas en mí?, ¿Buscas complementar tus carencias?, ¿Buscas amor, afecto, comunicación, deleite intelectual?: ¿Ha sido un encuentro cuando no lo esperábamos, del amor de nuestras vidas?...
-          ¡Para Gilda!: Alguien me dijo una vez: “Sólo existe un amor en la vida de una persona: Los más afortunados lo encuentran, pero la mayoría se pasan su vida buscándolo”. Por mi parte yo sólo puedo decirte en este momento que  pase lo que pase; yo siempre estaré impregnado de ti. En el centro de mi corazón tienes un territorio que lleva tu nombre.
 Ante un silencio reflexivo, tomaron el coche gris de Gilda, y se desplazaron a un lugar oculto; un lugar frondoso, lleno de naturaleza. Cantaba un búho, mientras la luna iluminaba el rostro de los amantes cogidos de la mano, cuando ambos competían por romper el silencio…
-          Gilda: ¿Me amas?- preguntó él, intentando explorar los sentimientos de Gilda.
-          ¿Amarte?: No lo sé; ni siquiera sé lo que es el amor… ¿Un invento del ser humano?. Solo se lo que siento: Te deseo, te adoro, se para el tiempo cuando estoy a tu lado, tus besos me electrifican, me hacen temblar, me entregan a ti, me descontrolan. Te admiro tanto que podría estar besándote durante días. Es  algo tan especial lo que siento por ti, que un huracán se ha llevado algunos pensamientos e ideas que han sido la base de mi existencia hasta ahora. En este momento todo mi ser está invadido e influido por ti: ¿Eso es amor?, ¿es cariño?, ¿amistad?, ¿deseo?; da igual como quieras llamarlo: ¿Cambia algo el nombre que le pongas?.
 
Un silencio valorativo, se apoderó del rostro de Bebo, mientras alzaba la mirada hacia al cielo, y comenzaba a incrustar sus carnosos labios en el cuello de Gilda, cuando ella suspiraba y le  susurraba al oído: Te quiero cariño, Te quiero.
Un frescor incandescente invadía el cuerpo de ambos, en contraste con el calor que brotaba de sus entrañas, llenas de pasión que fluía por su piel. Bebo desplazó sus manos a los senos de la dama, mientras ella se contraía estimulada por sus caricias; tomó el sujetador de encaje negro que aprisionaba su escote que tanto le excitaba, y liberó a aquellas dos enormes pasiones de la presión, y empezó a reanimarlas a base de lamidos con pequeños mordisquitos en sus pezones.
Un intenso deseo se derramaba por sus cuerpos, cuando ella en un intento de satisfacer los deseos de Bebo le dijo con una  voz pasional, muy sensual y femenina:
-          Déjame que te chupe-
 
Gilda que estaba apoyada en su coche, se retiró unos centímetros del maletero donde Bebo le había sentado, ella le empujó suavemente, y empezó a acariciar su entrepierna mientras notaba como el sexo del caballero incrementaba su tamaño, fue entonces cuando se puso de rodillas, y sacó  lo que estaba ansioso por salir. Se lo introdujo en la boca, notando un inmenso calor que llenaba de fuego todo su cuerpo. Lo chupó hasta sentir la punta en su campanilla, mientras Bebo  se moría de placer.
La lengua de Gilda recorrió minuciosamente cada uno de los puntos del sexo de Bebo, con mucha suavidad, hasta que él la levantó y la apoyó sobre la parte trasera del coche:
-          Dame fuerte- espetó ella, mientras se derretía de ganas de ser penetrada.
Bebo introdujo su gruesa verga  en la vagina de Gilda retirando sus braguitas negras, mientras ella chillaba de gusto. El  amarró su curvilíneo culo y empezó a galopar intensamente, notando como se  incrementaba el flujo en su entrepierna, tanto es así que notó una lluvia súbita de flujo que empapó  a los dos; había sido ella que había llegado al orgasmo. Al segundo empezó a convulsionar acompasadamente, mientras varias descargas de placer ponían sus ojos en blanco. Estuvo así unos treinta segundos, y sólo pudo decir:
-          Cariño: ¡Ha sido muy intenso!, gracias.
Gilda terminó con su lengua lo que había empezado.
-          Cielo; Me gusta sentirme poseída; me dejo llevar, te entrego mi cuerpo, y cuanto más fuerte me das, más me excito y más placer siento.
-          A mí también me gusta someterte, controlarte, es como una batalla de placer, como domar a una yegua.
 
Bebo pensó en la razón por la que le gustaba a Gilda ser sometida:
-          Cielo; ese deseo anhelado de ser protegida, de ser cubierta por el macho, procede de nuestro cerebro más primitivo, del “Cerebro Reptiliano”. Es un deseo frecuente en  las mujeres.
 
-          Tengo un sueño espantoso que quiero contarte, a ver qué opinas: Me observo en la pierna una pequeña incisión por la que sale un gusano tremendo, me doy cuenta que estoy llena de gusanos y que uno de ellos va el corazón y se lo come.
 
-          Gilda; me parece que el gusano ha devorado tu capacidad de amar. Los desengaños, frustraciones y heridas que te ha dejado la vida (los gusanos); han destrozado el órgano del amor (el corazón); Ahora Gilda desconfías de todo, no esperas nada, has perdido la esperanza…Creo que la fase en la que estás ahora es la de: “Trasplante de corazón”; un paso que te llevará desde la inapetencia y falta de interés, desde la falta de sentimientos, a ver latir de nuevo la ilusión, la vida, la pasión, y la esperanza.
 
-          Puede ser, cariño: Creo que me estás trasplantando un nuevo corazón, y estas aniquilando a los gusanos.
 
-          Bueno Princesa, si lo crees así, puede ser el comienzo del cambio; Pero he de decirte algo que a mí  me parece importante: Al final estamos solos, somos los dueños de nuestra vida, la responsabilidad es nuestra, de nadie más, de no ser así habría que pedir responsabilidades de nuestra vida a los demás, pero somos nosotros mismos los que construimos lo que somos. Por eso te digo mi vida, que la Autonomía y la Libertad están por encima del amor a los demás; se libre como la brisa del mar que tanto te gusta, acaricia tus deseos y si puedes hazlos realidad, y con esa premisa serás tú misma, y quien te ame te amará así, tal cual eres.
 
-          Me fascina y me da vértigo a la vez esa libertad tan absoluta de la que me hablas. Me he contenido tanto, he vivido tantas vidas ajenas, que casi se me olvidó que existía; estaba mimetizada con el entorno, como un objeto de felicidad y placer hecho para los demás.
 
-          Lo se mi vida; ahora es tu momento, tu oportunidad, es hora de tomar conciencia. La felicidad Gilda, no es un ideal de la razón, sino de la imaginación. El tomar conciencia te impregna el cuerpo de creatividad. No te olvides que creamos nuestros momentos; crea el tuyo propio.
 
-          Siempre he sido muy responsable, miedosa, adicta a los afectos de los demás.
 
-          Gilda cuando cambias la forma de mirar las cosas o las personas, las cosas cambian. Todo lo que pensamos lo atraemos a nuestra mente, y esta nos hacer ver las cosas de una forma determinada, y nuestros actos, conductas, y actitudes, hacen que todo tenga una u otra dirección en función de lo que te digo.
 
-          ¿Quieres decirme; que he visto todo del revés?.

 

-          No, lo has visto en función de los deseos y necesidades de otros. Ahora es el momento de que brilles con luz propia; eres una luciérnaga que nunca ha usado su luz.

 

-          Lo haré mi amor; tengo una única vida y  a partir de hoy voy a empezar a vivirla, te lo aseguro.

 

Los dos amantes sabían que empezaban una nueva etapa, con la ilusión del que empieza, con la pasión del que  ama, con el deseo de vivir como si fuera el último día de su vida, y en aprender como si fueran a vivir para siempre.