domingo, 21 de abril de 2024

CUANDO REBOSA LA PISCINA: LA CURA DEL TRAUMA

 

Todos contamos con traumas en nuestra cabeza, unos más relevantes, otros menos, unos que tocan nuestra línea de flotación, otros que impiden nuestro equilibrio y nuestra felicidad, y algunos  que llevan a nuestra conducta, cuando la piscina de nuestro equilibrio mental rebosa sobre la orilla, a un malestar insoportable, con elementos dolorosos por haberlo pagado con la persona que menos culpa tenía; aunque esta palabra "culpa", que es muy de la cultura cristiana, siempre prefiero darle un carácter mas del ámbito personal, mas del control de nosotros mismos; en ese sentido prefiero sustituirla por la palabra "responsabilidad".

El Kintsugi o carpintería del oro,  es una técnica Japonesa que consiste en arreglar fracturas en piezas de cerámica, que sufren algún desperfecto. En lugar de unirse con un pegamento, se hacen con un barniz de resina, que se mezcla con un metal precioso (platino, oro, plata). Una vez rematado el secado tarda semanas o meses, por lo que la paciencia es un elemento fundamental de esta técnica.

Es esa responsabilidad de la que hablaba antes, con nosotros mismos y con "el otro", la que nos exige dedicarnos a reparar nuestras fracturas, con sus cicatrices. Tenemos la oportunidad como en el Kintsugi, de transformar las heridas en joyas valiosas de nuestra historia; para ello hay que saber aceptar lo que no se puede cambiar, haciendo un duelo funcional  de la realidad que ya no podremos vivir más, y darle sentido al dolor como elemento de crecimiento personal;

Vicktor Frank y su logoterapia, o búsqueda de sentido a la vida, hablaba de tres elementos básicos para el desarrollo de la búsqueda de sentido a la vida: 
Proyecto personal y profesional: elementos de desarrollo personal y de autorrealización. 
Amor: el hombre es un ser social, ningún hombre es una Isla, en palabras de Frank, la persona se completa con el otro. 
Dolor inevitable: antes o después en la vida aparece dolor que no puedes impedir que venga, no es un dolor buscado, sino sería masoquismo, es un dolor producido por las adversidades de la vida.
Se trata de dar sentido a ese sufrimiento, puesto que no se puede evitar, lo primero es utilizar un mecanismo de que se se llama aceptación. La realidad es terapéutica, no podemos vivir en un mundo de fantasía; a veces nos engañamos a nosotros mismos para no sufrir, proporcionando a nuestra mente una esperanza ficticia, que no terminamos de creernos pero que impide la aceptación

En este proceso de búsqueda de sentido a la vida; a veces nos sentimos como un animal herido que tratan de capturarlo, y reaccionamos dando zarpazos a quien más nos quiere, y que únicamente pretende ayudarnos. Desde la calma de la razón, dejando aparte las emociones extremas abruptas; el saber pedir perdón nos reconcilia con nosotros mismos y con el otro, y además nos ayuda a mejorar las cicatrices de nuestras heridas. 

Aprender significa incorporar la experiencia dolorosa como elemento de crecimiento personal. Saber lo que queremos para el futuro, y también incorporar a nuestra mente que la etapa anterior se terminó y comienza una nueva. 

Todo es efímero, nada es para siempre, todo se termina, nosotros desapareceremos algún día también, mientras esto pasa, ante una pérdida reparemos con un metal precioso las heridas que nos provoca la vida para poder convertirnos en alguien fortalecido, brillante, que continue viviendo como si fuera el último día de su vida, y aprendiendo como si fuera a vivir para siempre.