domingo, 18 de junio de 2023

EL MEJOR CAPÍTULO DE MI VIDA.

 La libertad que permite la literatura te lleva a un abismo de sensaciones, de locuras internas que se plasman en la mirada de un navegante que a veces va con rumbo y otras veces perdido: 

¿La literatura es ficción?, ¿La literatura es pasión?, ¿la literatura construye mundos paralelos?: un poco de todo; los relatos literarios estrujan tus vivencias, tus percepciones, las fantasías, y como producto artístico construyen un mundo diferente al real, con elementos de la vida, matizados, distorsionados, percibidos con la subjetividad del escritor, que permite incorporar elementos del recuerdo, del presente y del pasado, y de un mundo interior especial, porque eso si el mundo del artista es un mundo especial, una realidad interna y externa vista con unos ojos originales, con una óptica de color, a veces en blanco y negro, a veces mejorada, y otras veces distorsionada plasmando la belleza de un ojo en el que su mirada vive para crear, y descargar el alma del artista, porque siempre he dicho que lo que no se habla (escribe) estalla. 

La literatura son capítulos de la vida de una persona vividos o no vividos, pero que susurran al oído del creador reflexiones, historias y emociones que el duende que embruja la pluma, plasma en una cuartilla en blanco con el ritmo, el color, y la armonía de un soñador contador de episodios vitales, que tiene cierta gracia para hacerlo. 

¿Qué sería de muchos de nosotros sin la escritura?; escribir es vaciar la cabeza para que alguien pueda llenar su mente de fantasía, ideas y belleza; porque eso si queridos amigos, la literatura debe ser bella, provocadora, transgresora, abyecta; la literatura puede generar desprecio al escritor, al personaje, a las ideas, pero el literato debe huir de la censura, porque es la literatura lo que permite expresar y ensayar construcciones intelectuales procaces,  que producen morbo, curiosidad, o desprecio. En realidad la literatura te permite como el sentido del humor, expresar algo que en el ámbito del realismo y lo políticamente correcto no se podría hacer, o serías vilmente condenado a la marginalidad social por reaccionario. 

La censura es uno de los terribles males del arte y la literatura, y más aun la autocensura; la libertad es un valor liberal, que en la sociedad en la que vivimos, se subordina a valores culturales escondidos en forma de respeto que nos hace cargarnos de un cinismo que nos conduce a sujetar la pluma y maquillar las ideas para ser aceptados en un  mundo en el que no se puede tener espíritu crítico, si no adoptas elementos ideológicos basados en la constricción intelectual, que crea un mundo con complejos de ser sectario, de derechas, o ultra. 

Pero la literatura es liberal por excelencia, hasta el capital de Karl Max, por muy comunista que fuera era liberal, porque el liberalismo impulsa al individuo a su desarrollo en libertad por encima de la masa de la colectividad, en la masa se esconde la mediocridad, la injusticia, la igualdad insolidaria; nadie es igual a nadie, coincidimos en ser personas únicas e irrepetibles, que  si se pierden en el grupo abandonan su valor, pierden originalidad, pierden vida y pierden libertad, la libertad que permite crear sin condicionantes ni censura.  

La belleza se plasma en la literatura desde el disfrute de los pequeños detalles, es un exocerebro de emociones, valores, y elementos estéticos que reflejan la emoción del artista, una espalda al aire, una pantorrilla en la apertura de un vestido, son elementos sublimes de belleza física que reflejan la existencia de un cerebro elegante, provocador, liberal, original, que conduce al artista a encontrarse con la peculiaridad de sus personajes, que se mueven entre la provocación y la libertad de generar misterio y creación imaginativa en el cerebro del lector. El mundo del artista se transforma en una proyección coloreada por la subjetividad del lector. 

La provocación del escritor es un elemento fundamental, no me gustan los personajes planos que se muevan en la normalidad estadística como elemento de vulgaridad común que  provoca apatía intelectual. 

Aquella mujer me enseñó a crear, redecoró mis valores estéticos y éticos con un color especial, a veces elitistas, pero fruto de ese liberalismo del que hablaba anteriormente. El elitismo subordina la vulgaridad a elemento de hastío y aburrimiento mental. Juguetear con sus ojos me dejaba en franca inferioridad, esa mirada me obnubilaba y me llevaba a un estado de sofronización que me hacía estar en otro mundo, el mundo del arte de la creación, la necesidad de expresar un decorado con descripciones manifestadas por la llegada de una belleza sublime, que hace que el mundo, que la percepción de la vida sea más dulce, más pintoresca, definida como el mejor capítulo de  mi vida que he escrito hasta ahora. Volver al origen, bucear en las emociones que provocan tu semblanza, me hace creer en que lo mejor está por llegar, no importa lo que pasó hasta este momento, nos queda mucha vida por vivir, y sin perder el tiempo, viviré por darte el mejor capítulo de mi vida que he escrito para ti.