jueves, 9 de abril de 2020

EL DERECHO A SENTIRSE VULNERABLE.



Los profesionales sanitarios debemos exigir el derecho a sentirse vulnerables, porque de esta manera podremos percibir el sufrimiento de los demás, y acercarnos al cuidado de lo invisible, centrado en la persona y no solamente en la enfermedad. Los cuerpos duelen, pero las personas sufrimos (Heras, G, 2015).

El nivel de desgaste que están sufriendo los profesionales que cuidan a mayores en residencias de ancianos en esta epidemia de COVID-19, está provocado por varias circunstancias:  
  • Se enfrentan a  una marcada presión por parte de la opinión pública que desprestigia el medio residencial, introduciendo a todos los centros en el mismo saco, cuando hay residencias públicas y privadas, que ofrecen un servicio muy profesional, de altísima calidad, no suficientemente reconocido por los medios de comunicación.
  • Por otro lado tienen que digerir y gestionar las emociones que proyectan los residentes en el personal por el hecho de no poder ver a sus familias, por estar confinados en sus habitaciones, por el miedo a caer enfermos, a no tener derecho a ser atendidos en un hospital, etc. 

La respuesta de los profesionales de las residencias públicas de la comunidad de Madrid que son de las que puedo hablar, está siendo excepcional. En situaciones de crisis es cuando se ve la fortaleza de una organización. En estas circunstancias excepcionales, es donde se evalúa la excelencia de un servicio. Cuál es la tolerancia al estrés del mismo, y cual es su capacidad de ser "resiliente".

La resiliencia es la capacidad que tienen los metales de volver a su estado original cuando se les deforma sin romperse. Usando esta analogía;  esto es lo que ha pasado con las residencias de mayores. Las residencias de mayores de la AMAS, gracias a la altísima competencia de su gerencia, departamentos técnicos, gestores, y profesionales de atención directa, han sido capaces de defender dignamente la calidad del cuidado sanitario y social de sus centros, con un nivel de profesionalidad excepcional.

Las exigencias técnicas de los centros públicos, la cualificación de sus recursos humanos, hace que la respuesta ante situaciones de crisis, como la pandemia que nos ocupa, se afronte de forma más eficiente.   

Algunos profesionales de residencias, fruto de la presión anteriormente descrita sufren un vacío existencial, sobre los que hay que intervenir para cuidar al que cuida. No solamente es necesario ocuparse de que estos profesionales tengan los medios necesarios para poder protegerse, también es necesario cuidar de su salud mental.

Estudios realizados por Frankl y colaboradores en Europa y Estados Unidos, han encontrado mayor sentido de la vida (medido por un test que evalúa el sentido de la vida: “Purpose in life Test”), en pacientes con creencias religiosas muy arraigadas, en personas comprometidas en grupos organizados, dedicadas al deporte o pasatiempos, personas con una visión más positiva del mundo, y personas con una clara orientación al logro de determinadas metas destinadas a trascender (Francke,M.E, 2011).


En el cuidado al mayor en residencias o en otros ámbitos surge la necesidad de  combinar las habilidades indispensables para la relación de ayuda y la obligatoriedad de elaborar juicios morales para poder tomar decisiones vinculadas a la atención y el cuidado de la persona, de esta necesidad surge la  “Bioética Emocional”, que habría que diferenciarla del “Emotivismo Moral”, que aboga por  el valor subjetivo de la ética. La “bioética emocional”; en primer lugar está fundamentada antropológicamente, y en segundo lugar coloca a la persona y a su dignidad, en el centro de la acción moral. En este sentido es importante incluir en las decisiones bioéticas de los grandes dilemas que se pueden plantear en la etapa final de la vida del ser humano, la capacidad de ser consiente  de las emociones propias y las de los demás ante los eventos relevantes  que pudieran surgir en la vida de las personas mayores, así como su óptima gestión, para poder llegar a un adecuado juicio moral y poder tomar una decisión  bioética fundamentada (Peñafiel Olivar, A, 2016).

Es necesario proteger a los profesionales de este desequilibrio emocional que provoca el ejercicio de cuidar personas mayores y afrontar decisiones con un alto componente sentimental,  con elementos que ayuden a identificar las emociones propias, las ajenas, y  crear espacios de desahogo formales e informales que mitiguen la ansiedad y el estrés.

Desde un punto de vista moral; La justicia como reciprocidad consiste en proporcionar algo para premiar la contribución de determinados colectivos o personas (Persad G, 2009). Por ejemplo; sería razonable, el uso de pruebas de detección rápidas del COVID-19 en personal sanitario que está atendiendo a personas con esta infección. Además de lo material es necesario cuidar de la salud mental de unos efectivos que se están dejando la piel, y que  tienen ese sentimiento de culpa de no poder seguir cuando las fuerzas flaquean.
Para Frankl, es en el sufrimiento donde se manifiesta la grandeza del ser humano. Sufrir significa tomar postura frente al dolor, y  esto equivale a estar por encima de él. El sufrimiento crea tensión, es un impulso, tiende a salvaguardar al hombre de caer en  apatía. La tensión es necesaria para vivir. Toda situación vital puede y debe tener un sentido, bajo cualquier circunstancia. El sufrimiento y la muerte pueden transformarse  en  algo positivo, a condición que se salga al encuentro con la adecuada actitud y disposición (Mèlich, J.C, 1994). 

Es la actitud para Frankl, la que nadie te puede arrebatar, la actitud ante los acontecimientos, ante el dolor, ante el sufrimiento, ante el miedo, y sabemos que esta pandemia terminará, y recuperaremos nuestra vida. Este sentimiento  nos proyecta a un escenario futuro lleno de luz y de esperanza,   en el que tendremos la oportunidad de valorar de forma más eficiente las pequeñas cosas que proporcionan felicidad y alegría a nuestra vida. 



BIBLIOGRAFÍA


Francke, M. E. (2011). El sentido de la vida y el adulto mayor

 en el área metropolitana de Monterrey. México. Editorial: el 


 autor, 1-33.



Heras, G. (Tedxvalladolid). (2015). Humanizar los cuidados intensivos.https://www.ted.com/talks/gabriel_heras_humanizar_los_cuidados_intensivos/up-next]. Lugar.
History Channel.

Mèlich, J. C. (1994). La construcción del sentido del sufrimiento y la muerte. Antropología filosófica y filosofía de la educación en Viktor E. Frankl. Enrahonar: quaderns de filosofia, (22), 93-103.

Persad, G., Wertheimer, A., & Emanuel, E. J. (2009). Principles for allocation of scarce medical interventions. The Lancet, 373(9661), 423-431.

Peñafiel Olivar, A. (2016). Bioética emocional del sentido de la vida en la vejez: buscando a la persona. Universidad Rey Juan Carlos.

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