miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL ENTIERRO DE TÍA FELI

Tía Feli de joven.

Ayer enterramos a la mítica Tía-abuela Feli; una mujer con carácter, de ideas firmes y valores inamovibles, pero sobre todo una gran mujer. Nos inculcó el amor a la familia, nos educó en valores basados en el trabajo, la tenacidad, el sentido del humor, el valor de cuidar a los tuyos y tus bienes, la solidaridad, y recordar el pasado sin odio.
Un trozo de historia se ha marchado; con ella se termina una generación que vivió la República, la Guerra Civil, La Democracia. Pude compartir muchas conversaciones con ella entorno a la Historia de España contada por una protagonista viva, y ahora que está de moda lo de la memoria histórica, siempre me hizo ver que el miedo, las muertes por ideas, y vehemencia ideológica, son malos compañeros de viaje. Siempre me hizo ver que lo mejor era el olvido, el borrón y cuenta nueva, que ante haber perdido a un hermano y casi a su padre en la guerra, lo mejor era olvidar y perdonar. El rencor no construye, sino más bien destruye sobre todo al que lo lleva dentro. Fijaos que conocía a la persona que había denunciado a su padre por ser católico, y nunca conseguí que me lo dijera, y mira que insistí.
Recuerdo múltiples anécdotas que contaba de la guerra; y donde se refleja el miedo y el hambre que pasaron: Contaba que una vez había un entierro de un republicano, y le llevaban en la caja pasando por la calle Stuart, que es la calle donde vivía mi tía, y alguien grito que vienen los aviones; tiraron el cadáver al suelo y salieron corriendo, al ver que era una falsa alarma, alguien dijo que la voz salía de la casa de mi tía, fue entonces cuando un  populacho encendido quería linchar a toda la familia, menos mal, contaba mi tía; que las vecinas certificaron que de casa de mi tía no había salido ni una palabra.  
Su hermano había sido amigo de Jose Luis Sanpedro, y siempre por la forma que hablaba de él, hemos sospechado cuanto menos que existió entre ellos algún flirteo, que nunca nos contó. Sanpedro se fue de Aranjuez antes del comienzo de la guerra, ella tenía todos sus libros, que por cierto me regaló antes de su muerte, pero  hablaba de él con amor y alguna reticencia ideológica que les separaba. Yo se que le encantaba que yo admirara a Sanpedro, pero ella me quería hacer ver que había muchas contradicciones en su ideología.
Capítulo aparte juega el papel de su Abuelo Angel que sirvió a la Reina Isabel II y a Alfonso XII y los acompañó en el exilio. Por casualidad conseguí en el Palacio de Madrid el historial de este personaje, que caso por segundas nupcias con su sobrina carnal, y parece ser  por documentos de  la época, que  ella estaba en estado de buena esperanza, historia que nunca reconoció mi tía, o al menos inicialmente la negó. De esta vertiente procede mi respeto y admiración a la Monarquía.


Tía Feli de pequeña
En cuanto al entierro consta de varias fases:
1.       El duelo: La muerte, provoca actitudes a veces surrealistas y esperpénticas, fruto del flujo de emociones que se condensan en el grupo de familiares y amigos: Se construye un espacio emocional donde se da un coctel de miedo, ansiedad, angustia, dolor, paz, alegría por dejar de sufrir, tranquilidad. Un río de emociones que a veces se puede desbordar hacia lo más disparatado; chistes, riñas, desahogo, mensajes de cariño. Es verdad que el dolor y la muerte y este clima que se crea puede llegar a unir mucho, pues uno se vuelve más tolerante ante las diferencias que existen entre los familiares, y  se converge en un objetivo común: paliar la ansiedad y el miedo que provoca la muerte; sobre todo en los casos en los que la muerte es bien tolerada debido a la edad, el resultado es muy interesante, pues se aprecia la tendencia del grupo a crear lo que en terapia psicodinámica se denominan “Espacios contenedores de ansiedad”: Son subgrupos que reflexionan sobre el dolor y el sufrimiento que el muerto ha tenido, las bondades del fallecido, anécdotas de muertos, la risa como elemento histérico del desahogo. En otras ocasiones, la angustia y el miedo pueden despertar conflictos latentes que si no se gestionan bien provocan situaciones muy violentas y difíciles de manejar.
2.       La Misa: Acudimos a despedir a mi tía; alguien dijo antes de bajarla de su casa; “se está poniendo cada vez mejor está mejorando la cara”, a modo de chiste para liberar la angustia un familiar muy cercano contestó: “A ver si se va a levantar”. Acudimos a la iglesia y tuve el honor de escribir y leer una carta de despedida en nombre de toda la familia, que paso a transcribir:
Querida Tía Feli:
Al llegar el momento de tú último viaje, te ves con las maletas bien llenas, llenas de obras, que al final es lo que queda. Se va el cuerpo pero el espíritu de tú legado quedará por siempre y para siempre con todos nosotros.
Nietzche decía que si encuentras una razón para vivir, siempre tendrás un cómo: Tú  encontraste ese cómo en la entrega desmesurada a los demás; diste sentido a tú vida a través de una misión basada en el amor, en el cuidado a tus familiares más vulnerables, con una solidaridad y una entrega por encima de tus deseos personales.
Ahora nos queda tú ausencia, el dolor del viajero que nos deja para no volver nunca más, pero tenernos el recuerdo. El recuerdo como sello iluminado de todos nosotros, siempre será un referente en nuestras vidas, una guía, un secreto que transmitir a las nuevas generaciones.
Querida tía Feli: Allí donde estés, en ese territorio de paz y ausencia de dolor en el que seguro te encuentras; nos observarás atentamente, y verás como en cada uno de nosotros en el desarrollo de nuestra vida, en nuestros actos, siempre estará la impronta y la esencia de tú persona.
Por eso los valores que nos has enseñado, basados en el amor, justicia, trabajo y solidaridad; estarán siempre con todos nosotros.
Uno no muere hasta que la gente no  lo olvida; en tú caso vivirás para siempre, pues en el corazón de todos nosotros quedará una parte reservada para ti.
Querida Tía Feli: No te decimos adiós, tan solo hasta pronto.”
3.       El entierro: Parece que el depósito del cuerpo en la tumba es el momento en el que uno más se encuentra con la realidad, cuando uno piensa en que se quedará ahí el cuerpo expuesto al frío el calor y  los gusanos, para la eternidad. Es inevitable proyectar en uno mismo el efecto del depósito del cadáver (“Esto de forma similar, me tocará a mi”, pensamos), pero a continuación en la marcha hacia la salida te invade una paz interior por saber que estás vivo, que te queda tiempo por vivir; y se reflexiona sobre aspectos de tú vida que te hacen infeliz, y te preguntas: “¿Por qué, Para qué?; si al final todos acabaremos aquí”. Ante el griterío de los marranos del matadero cercano al cementerio, como si esos chillidos procedieran de los muertos que allí habitan, dejamos a mi tía descansando en Paz, con su madre, su abuelo, y su hermana.
4.       El  Post-entierro: Tomamos un chocolate el que quiso: Yo hice referencia al tópico de ser el sustituto del sexo, y hubo sorna y comentarios que generaron risa; efecto también de la liberación de la ansiedad residual que aún queda tras venir del cementerio.
Posteriormente una comida a base de sopa castellana y cocido madrileño, selló definitivamente el acto de despedida; en esta comida hubo una terapia de grupo que se centro  en el Patriarca de la familia: El relato de anécdotas relacionadas con su afamada vida como Jefe de Seguridad y guardaespaldas de Ministros  de la época de Franco y la transición, puso colofón a una jornada intensa: “Nos daban por desaparecidos, cuando el Ministro tenía que ir a un Mitin en León, y un viento atroz nos hizo realizar un aterrizaje forzoso en la montaña, y correr con el Ministro a un refugio de guardeses que nos salvaron de morir de frío”, “ Pude ver como los Directores Generales temblaban bajo la mesa cuando los Guardias Civiles entraron en el congreso el 23F de de 1981”, “ Se estaba caldeando el asunto, en un funeral de un asesinato en Cataluña, tuvimos que sacar al ministro, pues militares de paisano lo querían linchar”. Batallas de un pasado reciente que sirven como elementos de reafirmación del yo, muy típico en la personalidad masculina; es necesario que nos recuerden los actos heroicos y sobresalientes, para poder mantener una autoestima que desde el punto de vista antropológico ha sido educada filogenéticamente para cazar, ejercer el poder de proteger a la familia, y obtener éxitos a través del trabajo. Sin embargo la mujer; encargada de la educación de las crías y de las emociones, tiene el rol terapéutico de alimentar el ego del macho para que pueda seguir cazando y manteniendo la especie.
Elementos muy ancestrales, y muy primarios, pero que en algunos casos, aún se replican en las relaciones de pareja de hoy en día, sobre todo en generaciones anteriores a las nuestras.

La realidad es que el entierro de mi tía, marca un punto de inflexión en la dinámica de nuestra familia, pues era la que ejercía el liderazgo necesario formal y moral para aglutinar a todos los tíos, primos, sobrinos: Ahora sin su liderazgo: ¿Sabremos mantener íntegra la familia?, ¿Seremos capaces de mantenernos unidos, como lo hemos hecho cuando estaba ella?; Dependerá del granito de arena que aportemos cada uno de nosotros; yo particularmente apuesto por una familia unida, donde siempre habrá un líder ausente, incluso muerto como es el caso de nuestra mítica tía Felí, pero su poder y capacidad de liderazgo será, si somos capaces de percibirlo, como el hilo conductor que nos mantenga unidos para siempre

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