jueves, 14 de julio de 2011

LA LLEGADA A COPENHAGUE 3 Y 4 DE JULIO DE 2011


COPENHAGUE 3-7-2011
Por fin llegamos a Copenhague: Un cielo gris, encapotado y cubierto por un mar de nubes negras nos recibía. El trayecto del aeropuerto al hotel fue de unos 10 minutos.
En el Hall del Hotel Radisson de Copenhague, se respiraba un clima recio, cálido, y solidario a la vez. El viajero abierto empieza a analizar sus percepciones, un ambiente de tranquilidad abierta recorre la piel del viajero, piensa que la austeridad, la funcionalidad, y  la geometría cuadrada definen el paisaje de esta ciudad.
Observo la  lluvia sonora frente a la ventana de la habitación, donde se aprecia entremojado el lago y la ciudad escondida entre sus orillas. Este clima un poco confuso me devolvió a la melancolía.
La cena fue en el Restaurante Hercegovina, a unos 20 minutos  del hotel a pie. Este restaurante está ubicado en el interior del parque Tívoli. Estos 20 minutos a pie configuraban el primer conflicto del grupo, pues el cansancio de los pasajeros que no fuimos informados del asunto de ir a pie, generaba un cierto desagrado en gran parte de los miembros del grupo. Se daban las primeras interacciones entre los grupúsculos dispersos que comenzaban una misión común: recorrer los entresijos de Escandinavia.
Esta primera revolución, que cuestionaba la organización del viaje, fue la primera oportunidad de unir al grupo hacia una misma causa.
Al final fuimos caminando al restaurante: Un restaurante típico de Copenhague, donde acude el turismo a encontrarse con las raíces culturales y gastronómicas de Dinamarca. Amenizaron la cena unos músicos vestidos con trajes típicos, mediante un acordeón y un violín. Se respiraba aire Vikingo cuando acudió el segundo conflicto del grupo: “No estaba incluido el postre en la cena que previamente habíamos pagado en el viaje. De nuevo las miradas incisivas se lanzaron sobre la Guía. Se oían voces que querían recoger firmas contra la organización. El inicio del enfado fue en el Hotel, pues un grupo de siete tuvo problemas con la habitación y a raíz de ahí, conjuntamente con el cansancio del grupo, hizo que el enfado y el focalizar la mirada en las cosas negativas se instauró en el grupo. Este grupo de siete sería con el que mejor conectaríamos mi mujer y yo de todo el grupo (Jose, Nuria,Julian,Isa,Paloma,Cari,Ana).
Copenhague, conocida como la ciudad de las mil torres, la capital de Dinamarca, se encuentra en la isla de Zealand y mira hacia el estrecho que separa Suecia de Dinamarca. El símbolo de la ciudad es la Sirenita, (Den Lille Havfrue). El cervecero Carl Jacobbsen encargó la estatua teniendo como referencia el cuento de Hans Christian Andersen. Está situada en el puerto de la ciudad, es fácil de encontrar pues a lo largo de toda la ciudad hay indicadores que nos llevan hasta ella.
 Los edificios más importantes son el Palacio Real, Amalienborg Slot, donde se puede ver el cambio de guardia, la Iglesia de Nuestro Salvador, Vor Frelsers Kirke, la Iglesia de Holmens Bro, Holmens Kirke, el ayuntamiento, la torre de Christiens o la fuente Gefión.
El parque de atracciones, Tívoli, merece una visita obligada. Estuvimos caminando por la noche en el interior del parque después de la cena, era momento de suavizar el inicio rancio que para algunos (no para mi mujer y yo mismo) supuso estos imponderables, en palabras de un miembro del grupo.
Con sus calles peatonales, hermosas plazas y carriles estrechos, la ciudad interior te invita a vagar alrededor y disfutar del ambiente. Además, pudimos  apreciar los canales, torres pintorescas y edificios viejos de numerosos cafés al aire libre y restaurantes.
Pero cambiando de tercio, mi interés se centró en los aspectos estéticos de la sociedad Danesa, o su micromuestra aquí en Copenhague. Su geometría cuadrada y rectangular, reflejan la imagen de una sociedad funcional, una sociedad que evade la parafernalia y los envoltorios, una sociedad clara, directa y concisa, donde la Bicicleta es el medio de trasporte más frecuente y más cuidado por el gobierno. Se ven miles de bicicletas. No observamos cortinas en las ventanas, clásico de una sociedad abierta.
Para unos Monárquicos como nosotros (mi mujer y yo), nos resulta atractivo visitar una ciudad que cuida a sus monarcas. Visitamos los palacios donde habita la Reina Margarita. Pudimos acercarnos hasta las puertas del mismo Palacio. Esta es una característica de las Monarquías de Escandinavia, les gusta estar lo más cerca que puedan del pueblo.


LAS SIRENITAS

EL GRUPO DE LOS SIETE MAGNÍFICOSM Y LOS DOS DE LA REAL VILLA DE ARANJUEZ, EN LOS CANALES DE COPENHAGUE.


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