viernes, 27 de julio de 2012

LA DAMA DE NEGRO

Summer Hopper.
Ante un ron cubano,engrandecido por unas gotas de lima recien exprimida; me sorprendió de forma muy grata mi paso por el "Mogambo".

 Una dama de negro se aproximaba hacia mi, con rictus melancólico, no me fijé en sus piernas en un primer momento, pero llamaban la atención; sensuales, estilizadas, hechas a su medida, acompañadas de unos estilosos zapatos cubiertos por la piel de una pantera, o al menos eso es lo que pensé. Se fue acercando lentamente, a modo de película pausada, y se aposentó a mi lado, en la  enorme barra de madera y mimbre incrustada con restos iconográficos de la película que le otorgó el nombre al local. 
Pensé que buscaba algo por la forma en que me miraba, pero censuré el asunto guardándolo en el cajón de la fantasía, prefería estar solo, terminarme el ron e irme. 
 - ¿Qué estàs buscando?-. Me dijo en un tono entre seductor e irónico. 
- Disculpe, me esta usted hablando a mi. Sabía que era  sin duda a mi a quien se dririgía, pero necesitaba una tregua para poder contestar. En realidad no sabía qué quería esa mujer; sexo, compañía, conversación, pero el conocimiento del ser humano que por suerte o por desgracia llevo en mi mochila, me hizo detectar una amargura profunda instalada en un cuerpo femenino escultural.

 En la barra el ron se diluía animado por los hielos y la lima, mientras mi curiosidad  me devolvió a la realidad creativa del juego dialéctico:
- Todos buscamos algo, ¿No te parece?- le dije en un tono irónico y burlón. 
- Bueno, es raro que alguien tenga todo, somos animales insatisfechos- espetó la dama, sorprendiéndome la profundidad de la frase. 
 - Pareces desengañado por algo- apostilló tras el silencio en que me quedé tras su última frase. 
- ¿Has llegado a esa conclusión?. 
- No simplemente necesito hablar con alguien. 
- y tú, ¿qué buscas?. 
-Busco consulo, esperanza, alegría y amor. 
- Tienes claro lo que buscas al menos- afirmé jocosamente, por no saber qué decir. 
 - ¿Cómo te llamas?. 
- Me llamo Rebeca. 
- ¡Qué nombre tan bonito! 
- Sólo el nombre, lo demás de toda mi historia es feo, pero no de esa fealdad física que puede resultar hasta atractiva, soy fea por dentro, es el desagrado que me provoco el que me da nauseas, tendré que quedarme siempre sola. 
-¿No te gusta estar sola?-. 
- No tengo más remedio. - 
¿No tienes pareja?. 
- La perdí por mi culpa. Empezé a odiarle:su olor, su sabor, su sexo, sus palabras. Todo fue muy lento, pero poco a poco todos los rasgos de su personalidad que me parecían maravillosos, se volvieron paulatinamente insoportables. 
- Bueno, es la vida, nos desengañamos frecuentemente, nada dura para siempre.- le dije buscando consolarla. - Muchas veces vemos en los demás lo que necesitamos o queremos ver, y es entonces cuando nos invade la emoción y la novedad nos parece excitante. Con el paso del tiempo creemos que han cambiado, pero en realidad siempre fueron así. 
- Tenía esperanza, consuelo, y amor, y ahora no tengo nada.Pienso que moriré sola. 
- Nunca se sabe rebeca; hoy ves todo negro, pero seguro que en un tiempo aparecerá la esperanza, la ilusión , el consuelo. Mira todo lo que tienes:belleza, no pareces tonta, sensibilidad, sensualidad,ingredientes por los que mataría cualquier hombre... - 
- Mira, la culpa es mía; he terminado con mi único amor. - 
-¿Por qué no vuelves con él?; si lo has dejado tú, puede que esté dispuesto a retomar la relación. 
- No puedo , eso es lo malo. 
- ¿Por qué no puedes?... 
- Era asco, rabia, repugnancia, lo que tenía por él; aunque era muy guapo; moreno, ojos verde, muy atractivo. Yo no quería que fuera para nadie sólo para mi. 
 - Rebeca; el ser humano es contradictorio, y ambivalente: No quiere perder algo que tiene, pero cuando lo posee se olvida de ello, incluso  le resulta molesto.
- Si, eso es; me horrorizaba pensar en que mi fetiche, mi amante, mi esperanza, fuera para otra mujer...
- No obstante hay cosas que no se pueden cambiar. 
-Esto es terrible. 
- Se que no debería decir esto a un desconocido; pero he de decírselo a alguien: No puedo cambiar nada, lo he asesinado. 

Me quedé petrificado en mi asiento, sin saber qué decir, ni qué hacer, mientras una lágrima rápida, resbaladiza, acudía a su comisura labial. Pensé que podía estar ante una loca, una psicópata, una farsante que buscaba timarme, pero sus ojos no concordaban con estos pensamientos. Su mirada destilaba sinceridad, melancolía, dolor, desamor, y eso me hizo tomar un trago largo de ron y volver la cabeza.
Me disponía a seguir la conversación, entrando en los detalles del asunto, cuando al girar la cabeza ví que no había nadie  más en el Mogambo, que estaba solo.
Pregunté al camarero si había visto a la dama que me acompañaba, y  me quedé pálido y sin saber qué hacer, cuando el camarero me dijo que no había pasado ninguna mujer; que había estado solo todo el tiempo.
Empezé a preocuparme, mi imaginación y mi fantasía estaba llegando a unos límites en los que confundía realidad con mi pensamiento, pero parecía todo tan real. 

Al día siguiente en el periódico de la mañana de la ciudad figuraba en la portada: "Mujer asesina a su pareja, y acto seguido se desploma desde un décimo piso en la playa del Postiguet".

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