sábado, 10 de marzo de 2012

MI COCINA FAVORITA



Un crujiente cítrico y geométricamente perfecto me devolvió a la primavera, a aquellas tardes de Mayo donde las flores respiran por uno, al olor a magnolia mientras una tía mía que nos llevaba cuando era niño por las tardes, al Jardín de la Isla, nos lanzaba una merienda a base de frutas y un “chusco” de pan relleno de chocolate negro y duro.
 
Este crujiente tejido entre la sombra de un gran equipo;  activó la nostalgia de un sabor a frutas  románticas, un equilibrio sutil entre la acidez de la naranja y la dulzura de unos azúcares perfectamente mezclados ante el crepitar de mis dientes desglosando la dura suavidad de una textura perfecta .
Un gran edificio en forma de red construía aquel manjar. Pensé en que era el reflejo de aquella cocina: “Mi cocina favorita”. El crujiente se entrelaza para constituir una pieza sólida que produce un placer intenso a la hora de ser degustado. Ese placer es el mismo que siento cuando el tiempo no tiene razón de ser cuando voy a visitar aquella cocina: Un equipo en el que cada uno de ellos sabe con una rápida mirada lo que tiene que hacer, todos se combinan pieza a pieza, como las redes del crujiente, para trabajar por un objetivo común: proporcionar un producto perfecto, que responda a las necesidades de los paladares más selectos.
Aquel dulce que probé era la foto impresa en el horno de “Mi cocina Favorita”: Son el ejemplo perfecto de trabajo en equipo, donde independientemente de su forma de ver las cosas, se tienen un respeto, un cariño, y una admiración que se traduce en un resultado culinario y humano difícil de encontrar en los tiempos que corren: Son el crujiente esfuerzo por entrelazarse de forma muy dulce para provocar momentos de gloria, como el que yo pasé ayer con esta magnífica obra.

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