lunes, 28 de agosto de 2023

LA DAMA DEL MAR.


 En un puerto muy lejano, donde las fantasías se hacen realidad, donde la razón pierde su nombre, subordinándose a la pasión; apareció un rostro femenino, hierático, misterioso, y muy sensual, era tan curiosa e impresionante su imagen que se corrió la voz por Terraviana, que así se llamaba esa ciudad;  donde los sueños toman vida propia y se convierten en historias reales. El chisme fue que  una mujer se aparecía en la playa de la luna llena, así se llamaba la mejor playa de Terraviana.
Nada ocurre porque si, y en las historias tampoco, todo tiene un fundamento, un orden natural, una explicación fuera de lógica y de las leyes conocidas de la ciencia; pero el conocimiento intuitivo no sigue reglas fijas, no es predecible, se mueve por percepciones y emociones.
Como en todos los sitios "cuecen habas" en Terraviana también, todo el mundo hablaba de aquella mujer que aparecía en la playa, los que hablaban con ella coincidían en que era muy buena gente y muy sabia; habían pasado por ella amantes despechados, muchachas casaderas, maridos desesperados, mujeres insatisfechas, madres solteras, y una larga lista de perfiles y situaciones, a las que la "dama misteriosa" aplicaba su sabiduría, y su supuesta experiencia en el arte de la vida.
La "dama misteriosa" era muy bella, deliciosamente dulce, elegante, con una mirada que hipnotizaba a cualquier hombre y a cualquier mujer. Ella había conocido a alguien, una persona diferente, existía entre ellos dos una comunicación espiritual en la que sobraban las palabras, esa comunicación total en la que las sensaciones y vibraciones de las emociones sustituían o enriquecían enormemente el lenguaje verbal.
Ernesto Arístide y Belusse, Arístide por su padre, un afamado juez de Terraviana, y Belusse por su madre, una psicoanalista Italiana que había coqueteado con Jung, y recibido sus enseñanzas. Ernesto había heredado la "labia" de su madre, una mujer adelantada a su época, muy seductora, capaz de digerir las angustias de "los otros" y devolvérselas en un plato de postre.  

Ernesto conoció a la "dama Misteriosa", en un atardecer, en la playa, cuando una luz crepuscular, mágica, había conseguido emocionarle, es lo que tenía este personaje de novela;  necesitaba acudir al mar en busca de calma, de energía, de paz. Siempre dijo que el no podía pasar sin ver el mar, la respuesta a sus dudas, a sus incertidumbres vitales, las resolvía a la caída del sol, en la playa de la luna llena.
Pues bien; se encontraba Ernesto sentado en la arena de dicha playa mientras pasaba revista al "sentido de su vida", cuando una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies, de repente sintió que algo le estaba pasando, no tenía miedo, se encontraba más seguro que nunca, con la fuerza necesaria para comerse el mundo. Vio el rostro de una dama especialmente atractiva, con un halo de luz brillante que iluminaba su cuerpo, ella le miró, y Ernesto sintió la necesidad de hablar con ella, no era muy normal, pero su mente le decía "acércate y dile algo".
Ernesto que nunca niega lo que le trasmite su alma, se dirigió a aquella mujer que ya se alejaba por la playa, y casi susurrando, le dijo: 
- Buenas noches, te vi en la playa, y sentí la necesidad de hablar contigo. 
- ¿Qué te hizo pensar en que yo quería hablarte?-
- Te quedaste mirando, vi en tus ojos cómo me llamabas, no se la razón, pero supe que tenía que ir a conversar contigo-

Los ojos de ambos se quedaron fijos, se conectaron sin bajar la mirada y en su mente circulaba un pensamiento único: "acabo de encontrar una joya en mi vida que no puedo ignorar". En la vida nos mueven dos fuerzas contrapuestas, el miedo a lo desconocido, y la curiosidad por lo nuevo junto a  la esperanza. Estas dos fuerzas se oponen, y el resultado de esta batalla marca la vida que vas a llevar, siempre es mejor arrepentirse de lo que haces que no de lo que nunca has llegado a hacer. 

Andaba Ernesto en formato de colapso emocional, cuando aquella mujer, pensó en remover "el status quo", al final la curiosidad proporciona casi siempre la suficiente energía para vencer al miedo, y abrazar los deseos que  se esconden con frecuencia en el temor, y así se pueden superar las barreras concomitantes, que en ocasiones construyen nuestros prejuicios. 
- ¿Cuál es el valor que le das a la vida, a día de hoy?- La dama misteriosa, disparaba con balas de fuego, ella quería descubrir, cómo era este hombre, que tuvo el valor de interpelarla.
- Bueno en este momento de mi vida; necesito la calma que te da saber que te acompaña alguien que te adora, que te admira, que te cuida, que se apasiona con tus besos, con la reciprocidad de todo lo que he dicho. 

A la dama misteriosa le pareció una respuesta bastante completa; para ella empezar con "la calma", suponía la base fundamental de la felicidad, donde poder construir experiencias sanas, sin prejuicios, con el rostro de quien amas como complemento indispensable de la vida.

Hablaron durante horas, caminaron por la playa, se sentaron en la arena, debatieron sobre la vida, sobre la muerte, sobre los proyectos vitales de cada uno de ellos, sobre la empatía, sobre el amor, sobre todo y sobre nada, con esa conexión que sólo se da con alguien especial, alguien con quien sientes, con quien estar con esa persona es como estar con uno mismo pero sin sentirse solo, alguien con quien el tiempo es inexistente, no importa nada sólo estar juntos.
De repente Ernesto, giró la cabeza y no encontró a nadie a su lado, angustiado empezó a buscar y no hallaba restos humano a su alrededor. El miedo se apoderó de nuestro personaje, las dudas invadieron su mente. Pensó que lo que había pasado era fruto de su imaginación, pero no podía ser era todo tan real. Pero dónde estaba esa dama tan impresionante que en unas pocas horas fue capaz de enamorar a aquel hombre. Esto no podía quedar así, pensó Ernesto. 
Pasó un mes esperando cada tarde a la caída del sol en la playa de la luna llena, en la mitad de la playa que es donde la encontró ese 18 de mayo. Hay veces que encuentras a alguien y no sabes la razón, pero si sabes con la mayor certeza del mundo que es la persona con la que quieres estar toda la vida. Ernesto no podía dejar de buscarla; leyó mucho sobre "la dama misteriosa", y eso le creaba aún más desesperación; pensó en ir a la policía, pero lo descartó. Esto tenía que tener una explicación racional, tenía que encontrarla, no podía resignarse a olvidar a la mujer que fue capaz de inocularle   esperanza en su cuerpo.
Hay cosas que no requieren tiempo para saber que estás ante alguien con quien quieres compartir la vida, alguien con quien vivir penas y alegrías, alguien a quien deseas tanto que sólo pensar en ella te lleva a sentir un inmenso deseo de comértela a besos. La misión de su vida en este momento era localizar a la mujer por la que lo dejaría todo por estar a su lado.

Ernesto cada tarde bajaba a la playa en busca de la dama misteriosa, miraba  de forma obsesiva cada rostro y cada cuerpo de mujer que paseaba a esas horas por la orilla del mar, todas le parecían ella, pero era más su deseo que la realidad, estuvo así un mes completo, hasta que el día 18 del mes de junio; a las 9 de la noche, cuando ya había perdido la esperanza de encontrarse con su Diosa, sintió de nuevo una descarga eléctrica en su cuerpo, que le hizo dar un salto y ponerse en pié; ella caminaba con esos suaves pasos, elegantes, rítmicos, y a la vez sensuales, que desde lejos se la identificaba; su caminar era como una pluma cuando cae desde el cielo, con ese balanceo que parecía que caminaba por el aire, como si el efecto firme de la arena no tuviera impacto en su cuerpo.

El salió al encuentro de ella, se cruzó en su camino, y durante 10 eternos segundos quedaron amarrados por la mirada, mientras en la mente de Ernesto se barajaban varias hipótesis: que fuera una alucinación visual, que no quisiera hablarle, que le hubiera olvidado, que estuviera casada...pero Ernesto que nunca se da por vencido cuando tiene claros sus deseos, no podía perder la oportunidad de decirle a aquella dama, todo lo que había estado pensando en este mes desde que la encontró por primera vez.  
- ¡Hombre!; desapareciste hoy hace un mes, y no he sabido nada de ti. 
- Nunca desaparezco, si me llevas en el pensamiento. 
- Bueno; te he estado buscando y ahora que te he vuelto a encontrar tengo que decirte algo. 
- Adelante; te escucho. 
- No he parado de pensar en ti desde que te conocí; eres el sentido que le doy a mi vida, estoy lleno de ti; durante este tiempo; he estado pensando que nunca he sentido nada parecido por nadie, que no quiero separarme más de ti, tengo claro que eres la mujer de mi vida, que quiero amarte, cuidarte, y que seas la razón de mi existencia; ¿pero quién eres?.
- Soy quien quieras que sea...como te gusta llamarme Mary, soy Mary para ti. Pero no soy real hasta que no me materialice, y eso depende de ti, no puedo decirte más. 

La gente que paseaba por la playa veía a Ernesto hablando solo, pensaban que era un loco como muchos de los que existen en todas partes, pero el tenía muy claro que su Mary estaba allí, y no la dejaría escapar. 

- Siempre he buscado a alguien que me acompañe en la vida; en la vida nacemos y morimos solos, pero tener a alguien al lado, con quien no sea necesario hablar porque sabe lo que estas pensando, que te llene cuerpo y alma, es un ingrediente clave para vivir feliz.

En la mente de Ernesto; le quedó la frase de: " Pero no soy real hasta que no me materialice, y eso depende de ti, no puedo decirte más". No sabía que pensar; el la veía tan real que no entendía nada, pero algo debía pasar; algo de mágico tenía esta relación, cuando pensaban en una canción era la misma; el había oído hablar de las almas gemelas que circulan toda la vida buscándose hasta que se encuentran, y pensaba que esto era así, nuestro personaje lo sintió desde el primer momento, desde el día en que la conoció. 

- Debes saber Ernesto que hay que disfrutar del placer en calma, esa frase de Epicuro, marca una forma de ver la vida; ahora disfruta de este momento, mañana no sabemos que pasará.
- ¿Crees en el amor eterno?; preguntó Ernesto, buscando la complicidad de la dama. 
- Si creo, claro, si hay alguien que este dispuesto a coincidir y compartir valores esenciales innegociables para ambos, y sienta un deseo inmenso de estar contigo, sea el mejor amigo/a, y el cuidarte suponga un placer, y todo esto se mantenga en el tiempo; puede ser  el amor eterno que la vida te ha otorgado. 
- Qué bonito lo dices; realmente yo siempre he sido un buscador de esa persona que me acompañe en la vida, con quien pueda compartir alegrías y penas, con quien poder seguir descubriendo el mundo, a quien poder cuidar, a alguien que desde que te levantas por la mañana estés pensando en cómo poder hacerle feliz, y a alguien con quien poder volar en libertad POR EL MUNDO Y POR LA VIDA.
-Lo tienes tan claro, pero: ¿Por qué sabes que esa persona soy yo?-. Preguntó la dama misteriosa, en busca de nuevos elementos que le hicieran acercarse a Ernesto.  
- A veces dudas, la duda es el principio del conocimiento, pero en esto del amor si sientes firmemente que estás ante la persona que amas, lo sabes, y no te equivocas nunca- Contestó Ernesto con la firmeza suficiente que el demostraba siempre que tenía claro algo. 

Se sentaron en la arena; Ernesto notaba como aquella mujer se empezaba a difuminar, parecía un conjunto de luces que hacían que su rostro ya no se distinguiera bien, aquella dama empezó como a desaparecer, nuestro Ernesto sintió un deseo inmenso de besarla y un miedo enorme a volverla a perder, intentó abrazarla pero no podía, era como aire, se acercó a su cara y cuando rozó sus labios, un rayo luminoso la atravesó, materializándola por completo, era aún más bella,  más sólida, menos luminosa. 
- ¿Qué eres?, ¿quién eres?-
- Te dije que mi materialidad física dependía de ti. Sólo alguien que sintiera amor por mi podría romper el hechizo al que llevo sometida por una bruja envidiosa durante años; hasta hoy era un espectro, alguien que sólo visualizaban las personas que tenían la suficiente sensibilidad para verme. Fuiste el único que me enamoró, y fuiste lo suficientemente persistente como para poderme amar, y besar. No podía decirte nada, pues sino no se rompería el hechizo, ahora nunca me separaré de ti. 



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