domingo, 16 de abril de 2023

EL KINTSUGI


 El Kintsugi o carpintería del oro,  es una técnica Japonesa que consiste en arreglar fracturas en piezas de cerámica, que sufren algún desperfecto. En lugar de unirse con un pegamento, se hacen con un barniz de resina, que se mezcla con un metal precioso (platino, oro, plata). Una vez rematado el secado tarda semanas o meses, por lo que la paciencia es un elemento fundamental de esta técnica.

La pieza, como se puede ver en la imagen, luce llena de cicatrices brillantes que tienen una aspecto único. La obra deja de ser un objeto convencional, para convertirse en algo nuevo con un valor añadido. 

Esta técnica puede tener una similitud con las heridas, los traumas, las decepciones del ser humano, y su recuperación para seguir viviendo. La resiliencia es esa capacidad que tiene el hombre de curar sus heridas, dejando las cicatrices que quedan como ese valor añadido de aprendizaje que deja la experiencia dolorosa. 

Ya conocemos estos elementos desde hace tiempo, Vicktor Frank y su logoterapia, o búsqueda de sentido a la vida, hablaba de tres elementos básicos para el desarrollo de la búsqueda de sentido a la vida: 
  • Proyecto personal y profesional: elementos de desarrollo personal y de autorrealización. 
  • Amor: el hombre es un ser social, ningún hombre es una Isla, en palabras de Frank, la persona se completa con el otro. 
  • Dolor inevitable: antes o después en la vida aparece dolor que no puedes impedir que venga, no es un dolor buscado, sino sería masoquismo, es un dolor producido por las adversidades de la vida.
Se trata de dar sentido a ese sufrimiento, puesto que no se puede evitar, lo primero es utilizar un mecanismo de adaptación que se se llama aceptación. La realidad es terapéutica, no podemos vivir en un mundo de fantasía; a veces nos engañamos a nosotros mismos para no sufrir, proporcionando a nuestra mente una esperanza ficticia, que no terminamos de creernos pero que impide la aceptación. 

Kübler-Ross ya nos hablaba de 5 fases en el duelo; la negación, ira, negociación, depresión, y aceptación. Estos elementos del duelo ante una pérdida puede ser muerte, ruptura sentimental, trauma, etc, son fundamentales para entender las etapas por las que pasa un ser humano ante una pérdida. Llegar a la aceptación pasa por la negación ilusoria para no sufrir, la ira (enfado porque perdemos algo valioso para nosotros); el ser humano quiere lo que no tiene pero lo que tiene no lo quiere perder, nos enfrentamos a una crisis, que requiere un cambio, y en general a nuestra mente no le gustan los cambios. Cambiar implica modificar estructuras consolidadas, y construir nuevas. En cualquier proceso de cambio nos movemos entre la curiosidad por crear algo nuevo y el miedo a salir de lo que hoy llaman "zona de confort". Copiando un ejemplo al  maestro psicólogo Walter Riso, te encuentras en una piscina llena de mierda, con tú pena, tu angustia, tú dolor, pero es tú mierda, tú piscina está calentita, y  cuesta salir fuera.  

Después de la Ira, aparece la negociación, con Dios, con los causantes de la ruptura, con el destino, etc, antes de la aceptación y como preludio de la misma aparece la depresión, la tristeza nos invade porque empezamos a percibir la realidad como es, aceptar la realidad es terapéutico, nos permite ajustar nuestra mente para reconocer lo que ha pasado y el cambio consiguiente. No es positivo en el duelo decir no pasa nada, la vida continua, eso no consuela, quien elabora el duelo necesita saber que la vida sigue pero de forma diferente, y si han pasado cosas; una muerte, una ruptura, y eso cambia la vida. 

Las cicatrices que provocan las pérdidas, y en muchas ocasiones la evolución y desenlace de las mismas, tienen que ser reconstruidas como en la técnica kintsugi, y ya nuestro corazón no será el mismo, se trata de aprender del dolor inevitable y reparar las heridas con un metal precioso, de modo que la persona se convierta en otro ser humano con un brillo diferente, con el valor añadido de esa experiencia, y el aprendizaje concomitante.

Aprender significa incorporar la experiencia dolorosa como elemento de crecimiento personal. Saber lo que queremos para el futuro, y también incorporar a nuestra mente que la etapa anterior se terminó y comienza una nueva. 

Todo es efímero, nada es para siempre, todo se termina, nosotros desapareceremos algún día también, mientras esto pasa, ante una pérdida reparemos con un metal precioso las heridas que nos provoca la vida, para poder convertirnos en alguien fortalecido, brillante, que continue viviendo como si fuera el último día de su vida, y aprendiendo como si fuera a vivir para siempre.    
 

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