martes, 19 de agosto de 2014

LA LUNA DEL DESIERTO DE GILDA


El verano, es una época de tránsito, de desnudo interior, de frivolidad, de licencia para cumplir locuras, fantasías, sueños. Las noches de verano son mágicas, la luna te envuelve en un manto energético que te hace ser más transgresor, más libre, más intenso. Todos hemos oído hablar de los amores de verano; desde pequeños hemos tenido esos amores; donde la magia, la pasión, y la ilusión del momento,  nos conducía  al final de las vacaciones. Era algo asumido desde el principio, algo aceptado  dentro de las reglas del juego de los amores de verano. No podemos tomar como ejemplo de temporalidad, algo que su existencia tiene la impronta de lo efímero, lo que tiene fecha de caducidad, pero a veces me pregunto: ¿Por qué nos empeñamos en buscar la eternidad de los acontecimientos positivos que nos pasan en la vida?, cuando el deseo tan intenso de mantenerlos no nos permite disfrutar de ellos.

Bebo, estaba expectante, sorprendido, feliz, de lo que le estaba pasando. No se planteaba la eternidad de su relación con Gilda, pero lo que si sabía es que este era un amor de verdad; intenso, de los que le gustaría congelar en un instante, de aquellos que te producen abstracción, de los que te aíslan del mundo y te colocan en una nube en la que solo percibes a tu amada y la conexión tan intensa que tienes con ella.  Bebo en algún momento de su vida, pensó en que nunca realmente había estado enamorado; pero en realidad el amor no es un concepto universal matemático, es un sentimiento, y como tal se establece ante un estímulo nuevo que nos puede impactar más o menos, y en función de ese impacto el ser humano siente una mayor o una menor intensidad, que evoluciona con el tiempo, cambia de color, de rojo intenso en la fase de enamoramiento, a morados y azules, en la fase más sosegada, más madura. La verdad es que Bebo aún sentía esa intensidad potente del amor adolescente más brutal, más hormonal, y eso le revitalizaba mucho.

Gilda había dejado de nuevo la jaula, y eso siempre produce vértigo. Bebo le decía a Gilda que tenía alma de artista, y recordaba la frase de Einstein “La experiencia más hermosa es la de lo misterioso. Esa es la verdadera fuente de todo arte y de toda ciencia”. Enfrentarse a lo desconocido produce miedo. Lo seguro da tranquilidad. El cambio está cargado de inseguridad, pero por otro lado la monotonía y el aburrimiento nos adormece nos hace sentir sin energía. Es probable que te acusen de irresponsable cuando decides cambiar; pero que importa lo que opinen los demás si has decidido descubrir lo desconocido y enfrentarte a la improvisación que te supone la novedad. La rigidez es el fundamento del prejuicio; de la idea de que siempre es más fácil quedarse con lo conocido. Los prejuicios te alejan de hacer cosas nuevas, de conocer gente que no es como tú, con distintos pensamientos,  con diferente estética.  Darse permiso para cambiar de planes, para romper con lo convencional es una licencia para ser feliz.

Bebo le había pedido a Gilda que le prometiera tres cosas. Ella le dijo que era un espíritu libre como él; y Bebo le contesto que ser libre no significa no comprometerse; consiste en poderte marchar y volver sin ningún tipo de condicionante:

 

-          Gilda te voy a pedir tres cosas.- afirmó bebo con tono de trascendencia:

 

1.       Que seas feliz por tu corazón más que por su cabeza.

2.       Que tu relación se base en la sinceridad más absoluta, aunque pueda producir dolor.

3.       El día que vaya a por ti, si aún me amas, no dudarás en venirte conmigo.

Eran tres promesas probablemente muy exigentes, pero Bebo sabía que ella era la que le había traído esperanza de nuevo…. Y eso requería un pacto; un pacto que les diera sosiego y estabilidad. Una estabilidad temporal de transición hasta el momento en el que estuvieran juntos para siempre.

Walter le había indicado a Bebo que hiciera una lista con las razones por las que pensaba que esta vez había encontrado el amor de su vida; y Bebo salvando las dificultades de interpretar sus propios sentimientos se puso a ello:

-          Walter; es mi ilusión. Me levanto pensando que ella estará allí, esperándome, con su sonrisa, con su penetrante mirada. Me hace pensar menos en mi… No creas que esto me gusta. He aprendido que es importante pensar en uno mismo, pero no puedo evitarlo.

-          Bebo; no te sientas mal por pensar en quien quieres. Es importante saber que tú eres el más importante para ti de esta historia (amor propio, recuerda). Y también recuerda lo de “Ama cuando estés listo, no cuando estés solo”. Claro sentirse acompañado es fantástico pero el amor es algo más.

-          Además Walter: siento ese nerviosismo adolescente cuando  me acerco a ella, esas mariposas en el estómago que revolotean. Es verdad que me siento pleno, acompañado. Y hay una sensación que sólo con las personas que adoro me pasa: “Las horas se transforman en segundos cuando estoy con ella”

-          Bueno; tienes que saber que en la fase de enamoramiento los sentimientos, las percepciones, y las sensaciones son muy intensas, luego se atenúan, y a veces hasta desaparecen; es entonces cuando añoramos la intensidad. Si se quiere de verdad, esa efervescencia se convierte en sosiego apasionado.  Se calma la locura de la novedad y aparece en el mejor de los casos un amor maduro, que mientras mantenga la pasión, y la llama de la novedad dentro de lo conocido perdurará en el tiempo.

-          El Sexo con Gilda, Walter, es la conexión cuerpo y alma que siempre añoré. Mira pienso que es un resultado, más que un fin en “si mismo”.  Es el resultado más intenso de la comunicación total, una comunicación profunda, que sale de las entrañas, que me hace llegar a lo más alto, a penetrar en el fondo de Gilda, llegar hasta el interior de su alma.

 

Aquella noche Walter: Una radiante luna abrazada por miles de estrellas nos iluminaba a los dos. Habíamos tenido una cena romántica, nos bebimos una botella de vino blanco fantástico mientras nos jurábamos amor eterno. Fuimos a la parte trasera del hotel acompañados por aquella luna mágica que nos encendía cada vez más, irritaba nuestros cuerpos, los llenaba de deseo, de pasión incontrolable. Nos besamos tan intensamente que nuestros labios se quedaron contusionados.

 

En aquel columpio a la luz de la luna, Walter, mientras ella se sentaba encima de mí, sentí esa transformación de dos cuerpos en uno. La penetré y en cada movimiento de su culo, no sentía sólo un placer inmenso, también sentía que acariciaba su alma, que llegaba hasta la profundidad de Gilda, es difícil de expresar Walter, pero creo que nunca me ha pasado, podría definirlo como: “Vivir sin vivir en mí” que decía Santa Teresa.

 

-          Bebo; Es obvio que estás loco por Gilda. Sólo el tiempo dictará sentencia.  Nadie puede adueñarse de nosotros si nos centramos en lo que depende de nosotros mismos. Ocúpate de tus sentimientos, madúralos, envuélvelos en papel de regalo todos los días, sácalos a pasear, reinvéntate cada día, tómate espacio para ti mismo, y déjale a ella el suyo, y las cosas se irán clarificando. Estáis en una etapa en la que la emotividad de los sentimientos ofuscan la razón. Además los cambios, aunque los decida uno, provocan ansiedad, esa ansiedad tiene que ser digerida, procesada, y transformada en energía positiva para seguir viviendo.

-          Pero me encuentro en una encrucijada Walter.

-          No hay ser humano sin emociones, ni ser humano sin contradicciones. Si la contradicción es  permanente, y afecta a las creencias, valores, o rasgos de la personalidad nos lleva a la crisis. Muchas de las grandes crisis se producen por esa lucha de pensamientos, circunstancias y valores contrapuestos: Y nos sitúa en la disyuntiva que tiene cualquier decisión trascendente: “Mal si lo hago”, “Mal sino lo hago”. Pero una vez más el tiempo con su pausado transcurrir nos llevará a optar por un camino, sabiendo que inmediatamente surgirán dudas y angustias fruto de la aparición de  un horizonte desconocido.

Gilda se había sentido herida, dolida por algo que dijo Bebo sin pensar, como el hacía… Ya saben ustedes que Bebo era un jugador profesional de la provocación:

-          Gilda me da miedo que salgas de la jaula, me da miedo que dejaras a tu pareja por mí.

Esa frase provocadora, aparentemente estéril para Bebo, penetro como un metal al rojo vivo en la mente de Gilda. Ella se sentía defraudada, decepcionada. Le había dejado por ella, por supuesto, no aguantaba la bipolaridad de repartirse entre los dos, como ella decía: ”Entre uno que le quiero pero que no le amo, y entre el amor de mi vida”, pero también le había dejado por él… Esta frase la vivió como una ingratitud egoísta de Bebo, que la enfadó como nunca se había enfadado. Bebo consciente del dolor que le había causado, no pudo dormir esa noche y le escribió una poesía..

PERDONA

El laberinto de la nostalgia

El dolor de la separación.

La gloria de la esperanza.

El perdón del peregrino.

En tus entrañas:

Yace el rencor de tú mirada.

Una negra flor que se marchita en su planta.

Una tormenta de amor rodeada de silencio.

Una lucha fugaz de energía encarcelada.

Una frontera cerrada al paso de la vida.

Un corazón dolorido por la traición del que ama.

Donde se levanta el alba

En un nuevo amanecer:

Esculpe el sol las montañas

Erosiona los caminos

Ilumina las mañanas.

Dónde las flores son libres

Donde descansan las ganas

He recogido un mensaje:

“Si no perdonas no amas”

Siempre volarás con peso

Nunca limpiarás tú cara

El perdón es el sentido

Que da olor a la esperanza.

El que perdona descansa.

Y al perdonado lo salvas,

De morir con pesadumbre

De vivir con añoranza.

Para Gilda de alguien que le ama, En Nuestro Horizonte a 18 de Agosto de  2014.

 

Eso es lo que le salió a Bebo aquella noche fatídica en la que se le ocurrió provocar a Gilda con aquella terrible frase. Claro que le perdonó. Porque le amaba con locura.

Bebo andaba preocupado, la enfermedad de un familiar cercano;  le había llevado a volver a la reflexión sobre la vulnerabilidad de cuerpo del ser humano. A la relatividad de los problemas cuando la muerte amenaza, se acerca, nos acaricia con el sudor frío que desprende su oscuridad. Él confirmaba su tesis: La vida son momentos, instantes, cuando estamos viviendo un instante de felicidad hay que sumergirse en el sin pensar en el futuro. Él la amaba, le quería acompañar en este momento de felicidad en el que estaba viviendo, la quería abrazar con el calor de sus sentimientos, quería dejarse llevar, seguir acariciando su alma cuando hacían en amor, quería desprenderse de la nostalgia del pasado y de la incertidumbre del futuro, y eso es lo que haría….

Alguien le habló a Bebo sobre la utopía, y le pareció algo fantástico a recordar para siempre. Este amigo suyo le dijo:

-          “La utopía es como el horizonte, según te acercas a ella se aleja”.

-          ¿Entonces para qué sirve”.

-          Para caminar, sin utopía no se camina y por tanto no se avanza.

Cargado de reflexión, se fue Bebo a la cama a ver si descansaba esta noche, la anterior había sido dura; Necesitamos un horizonte donde fijar nuestros sueños, pensaba, también aquellos que los vemos como irrealizables; hasta esos nos queda la duda de si algún día los podremos cumplir. Los miedos transforman en miles de ocasiones los sueños realizables en una utopía inalcanzable. Vencer los miedos nos acerca al horizonte más utópico pensaba Bebo, mientras Morfeo le abrazó en un largo sueño, que por supuesto se lo dedicó a su Gilda.

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