sábado, 21 de junio de 2014

LA DANZA DE GILDA




En algún momento Gilda dudó de si hacía lo correcto, pero era el terrible peso de su conciencia el que no le dejaba reconciliarse con sus deseos. Esa carga inoculada en su educación que la había llevado a vivir para otros, a ignorar sus deseos, o al menos a subordinarlos siempre a  los de los demás. Era ahora el final de una nueva etapa y de un nuevo autoconcepto: “Yo soy dueña de mi vida, y responsable de ella para bien y para mal, luego entonces haré mi voluntad, en esa búsqueda permanente de mi felicidad”.

Tenía un encuentro importante el fin de semana: “El encuentro con su vida anterior, con su pasado más reciente”; ese era el escenario, pero la actriz principal había cambiado de guion. Bebo le había dicho:

-          Se natural Gilda, actúa pensando en ti, en tus necesidades en tus deseos. No pienses ni en mí ni en nadie, piensa sólo en ti.

Esta actitud, Gilda la asociaba con egoísmo egocéntrico, pero no era así; formaba parte de la toma de conciencia de sus deseos:

-          Para  poder amar, y disfrutar del cariño verdadero, es necesario amarse a sí mismo; esto no es narcisismo;  consiste en ser consciente de nuestras necesidades (autoconocimiento); y mantener una coherencia equilibrada entre lo que pensamos, lo que sentimos, y lo que hacemos, y en ese equilibrio puede que se desprendan daños colaterales, pero somos nosotros mismos los responsables de hacernos felices, si se puede sin hacer daño, pero si no es así habrá que valorar si compensa la acción- Dijo Bebo con un tono de sobriedad y muy seguro de lo que estaba diciendo.

-          Me quedaré sola. Me gustaría ser libre y no estar condicionada por nada. En realidad no somos libres nadie.

-          Gilda; En el mundo de los vivos no existen  conceptos absolutos, todo está muy matizado; concretamente la libertad está muy condicionada por el pensamiento:

“no  querer hacer daño”(aunque a veces nos lo hacemos a nosotros mismos), “La imagen que queremos dar” (la dicotomía ética-estética: toda expresión de valores tiene un trasfondo ético que va acompañado de unos actos que nos han dicho que tienen que ser coherentes con una moral, a veces tan falsa y tan contradictoria que sacrificamos nuestra felicidad por mantener esa estética).” La verdad”; ¿qué es  verdad?.

Bebo le había hablado de la diferencia entre franqueza y sinceridad, y a Gilda le vino a la cabeza:

-          Franco es aquel que expresa de forma incontinente todos sus deseos y pensamientos, a veces de forma innecesaria y de forma doliente; sin embargo el sincero es aquel que selecciona los mensajes, y los que decide utilizar son verdaderos.

-          Cierto,- dijo Bebo.- Me alegra que recuerdes esto: Ninguno de nosotros aguantaríamos un “Gran hermano” de nuestra intimidad y menos de nuestro pensamiento. Somos nosotros los dueños de nuestras emociones, pensamientos, y nuestros actos, y decidimos con quien compartirlos: ¿Eso es falsedad?: Todos tenemos una zona íntima para nosotros mismos.

 

El movimiento acompasado y lleno de sensualidad de Gilda, dibujaba en este punto una red de gestos armónicos llenos de feminidad, que despertaban en Bebo un intenso deseo apasionado de besar y devorar a aquella dama, en la que en los últimos  meses había depositado su mirada.

Esos pasos lentos y firmes hacia delante con un contoneo de hombros y  caderas,  formaban parte de un mensaje que el cuerpo expresaba mejor que las palabras, un mensaje de deseo, de pasión, de amor. Aquellas miradas de complicidad, en la que ella debido al dominio escénico y corporal que tenía, hipnotizaba a Bebo, y le elevaba a esa dimensión en la que los sentimientos se transformaban en pasión. 

Baile apasionado; había escrito Bebo hace unos años, como inicio de un camino en busca de la pasión, y en esta etapa se había reconciliado con sus sentimientos, con ese miedo a emocionarse, con esa negación de ”dejarse llevar”; por tanto había pasado del cuerpo doliente aséptico e inexpresivo, al cuerpo de los sentimientos, de las pasiones, de la improvisación.

Esa danza de Gilda le extasiaba, le adormecía, le trasladaba a la ternura infantil del vaivén de la cuna.

 Tomó a Gilda de la cintura mientras una explosión de deseo le fluía de la cabeza a los pies, se recreó en sentir la curva cóncava que elaboraba la cresta de sus caderas con la parrilla costal. Amarró con sus manos a aquella mujer firmemente, cuando ella miraba desafiante a Bebo; como un torero mira al morlaco provocando el envite. Entrelazando sus dedos por su espalda, y sorprendido por el roce de sus pulgares con su prominente glúteo, la arrastró enérgicamente hacia él.

-          Apriétame fuerte- le susurró ella al oído.- Quiero sentir tu cuerpo, tu calor, tu piel, tu alma.

Aquellas palabras conmovieron a aquel hombre. Ella sabía que la profundidad de Bebo brotaba por su cuerpo, desde el interior hasta su boca, sus ojos, sus músculos, su sangre, todo en un acompasado concierto de calor visceral, que provocaba el prolapso de sus párpados ante aquella desbordante pasión.  

-          Déjame que te mire.- exclamó ella mientras  aquellas pupilas negras se dilataban reflejándose en el espejo del cristalino de Bebo.

-          Mírame, y dime qué es lo que ves-

-          Fuego, intensidad, locura, libertad…

Bebo; le fue quitando a Gilda el vestido de color rojo intenso que terminaba debajo de sus rodillas. Bajó muy suavemente la cremallera que aprisionaba su parte trasera con la voluptuosidad de sus senos, y deslizó los tirantes de sus hombreras  succionando el hombro derecho con sus labios que hoy parecían más gruesos que nunca, cuando notó como a ella se le erizaba la piel.

-          Me has tocado mi punto débil: Mis hombros- Dijo Gilda mientras emitía un profundo suspiro.

El vestido se deslizó  muy suavemente recorriendo las curvas de Gilda y depositándose en el suelo. Ella levantó sus sensuales piernas para dejar el vestido a un lado,  e hizo intento de quitarse unos zapatos de fino tacón  negros acharolados, cuando gritó Bebo:

-          ¡No!, ¡No lo hagas!, me encantan esos zapatos- Gilda se posó para él en el suelo de su  habitación, con unas braguitas tanga de “Choni” como  ella decía, de tigre, y un sujetador a juego, y bajo sus pies aquellos colosales zapatos que excitaban tanto  a Bebo. Bebo acercó su boca al sexo de Gilda, y metiendo las manos en las costuras del tanga,  las partió por la mitad, mientras en los ojos de Bebo se reflejaba el animal que todo ser humano lleva dentro.

A ella le excitaba mucho ver a Bebo así de liberado, lleno de esa pasión que en su día tenía escondida en el desván de sus prejuicios. Pero ahora esos condicionantes poco a poco habían sido reducidos a su mínima expresión, no le importaba tanto la estética de sus actos, le importaban más sus deseos y la libertad de mostrarlos…

Apoyó a Gilda en la pared y empezó con su lengua un recorrido anatómico muy lento por la parte interna de sus muslos, llegando a su vagina,  donde descansó unos segundos, pasando después a succionar los labios mayores y menores en busca de su terso clítoris.

-          ¡Qué placer!: Quiero que me penetres, fuerte hasta reventar.- Espetó Gilda jadeante mientras unas gotas de flujo se desplomaban en el suelo.

Bebo le puso las manos en la espalda como si la fuera a esposar, y sujetó firmemente sus muñecas, mientras acercó sus genitales calientes y enrojecidos por la tremenda excitación al humectado orificio de su vagina, y empezó un progresivo envite que fue subiendo de intensidad, a la vez que ella cerraba sus ojos y mordía de placer con sus incisivos la parte inferior de sus labios. Al ritmo de la envestida ella chillaba con mucha intensidad, pero cuanto más chillaba él la daba más fuerte.

-          No te pares – Dijo Gilda mientras se desprendía una gota de sudor de la frente de Bebo en dirección al  enorme culo de ella:

Fue entonces cuando intensifico la potencia y el ritmo de su cabalgada, y provocó un ruido de contacto entre el glúteo de Gilda y la pelvis de Bebo, que les excitaba a los dos mucho más de lo que ya estaban. El orgasmo, como se esperaba, no tardó en llegar; primero a ella, que se desplomó en el suelo esperando las convulsiones orgásmicas que habitualmente tenía. Una vez satisfecha, se puso de rodillas y remató la faena con la lengua en el inflamado pene de Bebo, que a los pocos segundos inundó la cara de Gilda de leche blanca y pastosa.

Los dos se abrazaron,  y a bebo le vino a la cabeza el tema de la libertad del que habían hablado:

-          Sabes qué es libertad: Esto es libertad; expresar todo lo que sientes, de forma consentida, y fundirse en un solo cuerpo hasta llegar al éxtasis.

-          No sé qué voy a hacer en este encuentro con mi pasado Bebo. Yo soy libre, pero el miedo a hacer daño, y el miedo a perderte me inmoviliza, me bloquea.

-          Los miedos querida Gilda,  son producto del cambio, en tu caso también de no querer dañar, y en tercer lugar de la inseguridad depositada en  ti misma. Busca lo que dice tu intuición, eso es lo que más controla el miedo, y cree en ti misma, ponte por encima de todos. Alguien puede o no decidir estar a tu lado, pero tú no pierdes valor por ello,  incluso ganas, porque te has liberado de alguien que no quiere caminar contigo, pero lo importante es el  camino. A lo largo del camino se te acercará gente, nunca viajamos solos, pero mantener la autonomía y tu valoración personal te ayudará a decidir quién quieres que te acompañe. Mientras tanto yo estaré aquí, amándote y a tu lado mientras mantengamos el respeto, la admiración, y el deseo de estar juntos.

1 comentario:

  1. Excelente relato entre profundamente psicológico y apasionadamente erótico. Felicitaciones.

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