jueves, 1 de diciembre de 2022

NUESTROS HIJOS

 

En algún momento te has preguntado lo que has hecho mal con tus hijos, con su educación, con el desarrollo de ciertas habilidades, con el establecimiento de límites que  permitan avanzar a tus pequeños y crecer en el arte de conseguir metas con esfuerzo, también te has preguntado alguna vez qué es lo que deberías hacer para que tus hijos aprendan el arte de llevar una vida llena de alegría; intentaré en estas líneas compartir unas reflexiones, contigo: 

    • Tener un hijo siempre es un acto de amor: y como acto de amor lo más importante es "dejar ser": dejar ser es acompañar, ir dando autonomía paulatina para que el ser que has creado biológicamente, se transforme en una "persona", como se entiende en concepto clásico; el hijo por el hecho de ser persona goza de una dignidad denominada ontológica, por el hecho de haber nacido un ser humamo, y adquiere una dignidad moral en su capacidad de obrar; es decir los actos del niño aunque no sea mayor de edad definen conductas, a veces impropias, sobre las que hay que reflexionar con ellos, e intentar orientarles hacia el bien; y como el bien no es relativo, o al menos en la educación de un hijo no se puede caer en relativismo: Bien es todo aquello que oriente hacia el respeto al otro, no hacer daño a nadie al menos de forma consciente, y construir puentes para que a través de la ayuda a nuestros seres queridos; aplicar la máxima de la madre Teresa de Calcuta: "que nadie se acerque jamás a ti, sin que al irse se encuentre un poco mejor" .  Eso es algo que quiero dejar a mis hijos; cuando te acercas a mi, cuando conecto contigo, cuando me pides ayuda, cuando yo te la pido a ti, me transformo en un ser que se mejora, que se completa contigo. Siguiendo a Vicktor Frankl (psiquiatra que sobrevivió al holocausto Nazi), definía al ser humano como un ser inacabado, que se completa con el otro. Nos completamos con el acto de amor de la relación de ayuda entre unos padres y un hijo, ayuda a construir valores basados en el bien. La esencia del ser humano es el bien, en el momento en que te alejas del bien abandonas el concepto de persona que se basa en la bondad, y pierdes oportunidades para ser feliz. 
    • Los traumas: Entiendo que la separación de su madre y su padre es un trauma que hay que digerir por parte de nuestros hijos, superar esto implica afrontar el hecho traumático de que los referentes que te han creado han roto un vínculo que ha sido su fuente de seguridad, y como todos los cambios requieren un proceso de adaptación en forma de duelo, donde muere una pareja, y se transforma en dos personas en la distancia que ya no se aman; pero lo que nuestros hijos tienen que percibir, es que el vínculo de amor entre sus padres se ha roto, pero no el vínculo de amor con ellos. Esto requiere como todo duelo pasar por una fase de negación (con enfado), negociación (con los padres para volver a lo que pensamos que nos da más seguridad), depresión (tristeza, ansiedad, angustia porque ya nada es lo mismo), y aceptación (fase a la que hay que llegar para que no exista una anomalía en la aceptación del trauma). Para una evolución madura de nuestros hijos, deben llegar a la aceptación, para establecer una relación que era entre sus padres, y ahora es entre dos (una con su padre y otra con su madre). Este proceso requiere mucha comunicación, para que los niños no tengan miedo, y les produzca esta nueva situación cambios en forma de pérdidas que les lleven a deprimirse o  angustiarse. Para esto es muy importante que expresen cómo se sienten, y transmitirles la seguridad de que no van a perder ni el cariño, ni la seguridad que les aportan ambos.
    • Aprender a ser felices por uno mismo: Un aprendizaje importante que me gustaría transmitir a mis hijos es que sólo puedes ser feliz, desde las cosas que dependen de ti; creer en el destino, en la pasividad de esperar que algo me llegue a mi cama sin esfuerzo, taparnos los ojos con una venda y no aceptar la realidad, lo único que nos conduce es al "autoengaño". La realidad es terapéutica, y la aceptación de lo que no podemos cambiar, es lo mejor para combatir la frustración. Hay una cuestión sobre la que debemos reflexionar: Si mi felicidad depende de que alguien me acepte, me valide, me ame, y entiendo que sin esto no puedo ser feliz; me convertiré en su esclavo, y dependeré de alguien para ser feliz, esto no significa que no sea maravilloso que los que me quieran me acompañen en mi camino, pero no por necesidad, sino porque me prefieren y porque los prefiero.
    • Aprender a perder: La frustración que produce  perder, las pérdidas que habrá en la vida, es fundamental para crecer. El dolor que nos provocan las pérdidas (de nuestros padres porque se separen, porque se mueran, etc), requiere una adaptación a una nueva situación en la que  alguien o algo se aleje de mi vida, y ahí hay que darle sentido al sufrimiento, agradecer lo que te dio esa persona o esa situación en tu vida, y volver a empezar con optimismo una nueva situación, una nueva etapa, en la que el optimista crea oportunidades nuevas, mientras que el pesimista se centra y queda abrazado a la crisis. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario