domingo, 28 de abril de 2013

REALIDAD O FICCIÓN EN BEBO



Una mañana lluviosa despertó  a Bebo de su sueño tranquilo. Había soñado con una frase que ayer escuchó en una conferencia: “Nunca se sabe en los artistas donde está la verdad y la fantasía”. Bebo sabía que sus escritos eran muy autobiográficos, aunque pasados por el retoque imaginativo  y redecorado  del  deseo  y el interés literario.  Alguien preguntaba si la personalidad  del autor estaba reflejada en  sus escritos, y Bebo  sabía que sus personajes estaban llenos de él, de sus emociones, de sus pensamientos, de su perspectiva vital,  de sus miedos de sus inquietudes, de sus paranoias.
Miedo a hacerse mayor: Preguntaba y se preguntaba. El siempre quiso ser mayor de lo que era,  pero ahora  no lo tenía tan claro. En realidad esa búsqueda de” ser mayor de lo que era”,  creaba una capa protectora  ante su debilitada autoestima,  y su huida permanente de la frivolidad del vivir de forma placentera hacia al exterior, optando por una dedicación solitaria hacia la vida interna en la soledad aséptica de la tranquilidad social.
Generar una nueva vida, proyectar una parte de uno mismo en forma de una criatura, es una forma de autoreplicarse  y constituir un apéndice de uno mismo, que paulatinamente se va haciendo independiente y libre. Pensaba Bebo, en si realmente existía  un momento evolutivo propicio en la vida de una persona para  dedicarse  a dejar descendencia en la tierra, o era un mecanismo  animal de supervivencia de la especie ajeno al momento madurativo del individuo. También cuestionaba, debido a sus últimas reflexiones con su amada, la existencia de un instinto maternal estrictamente genético.  El pensaba en un condicionante social  muy fuerte;  una cuestión de presión cultural  en la que se recrean fantasías educacionales condicionadas por el juego de roles: ¿El muñeco con el que soñé?, que es un trozo de mi, donde puedo proyectar mis deseos, mi amor, mi  ternura, y conseguir a través de él mis frustraciones pendientes.  Entrar en la función  agradable de proporcionar un hijo, un nieto, una criatura llena de futuro y que  asegure la continuidad de la estirpe,  contiene también una gratificación a tus progenitores por haberte traído a la vida. Bueno en realidad todos estos refuerzos positivos mantienen la especie. El sentimiento de amor llevado al extremo de la madre y el padre por su hijo asegura su crecimiento  y su protección. Pero ese amor incondicional puede confundirse con nuestro amor propio, y  convertir a  nuestro vástago en un proyecto donde depositamos nuestros deseos.  Bebo se acordada del principio de la no interferencia, de  dejar crecer en libertad al ser humano, de acompañarle en el camino más que llevarle  de la mano y empujarle por detrás.
Esta reflexión le llevaba a volver a ese análisis del grado de fantasía de sus reflexiones, y donde está la realidad  y la ficción, y le devolvió a la melancolía una frase del Dalai Lama: “A quien amas dale alas para volar, raíces para volver,  y motivos para quedarse”: Bebo había debatido con su amada la diferencia entre el amor verdadero y la dependencia confundida como lo anterior. Este tema le hizo reflexionar mucho: Dar alas no es fácil, no interferir para modificar la realidad requiere autocontrol; Deseamos lo que no tenemos y una vez que lo tenemos no queremos perderlo, y es ese miedo el que puede ser fuente de dependencia,  e intervenir más condicionado por el temor que por los propios sentimientos, se trata de instrumentalizar el amor y el cariño haciendo lo que sea para no perder lo. Bebo por todo lo que había pasado en su vida, sabía que la libertad era un ingrediente básico del amor (La gente debe ser libre de irse  para poder quedarse). Los condicionantes como la pena, la soledad, el miedo, el dolor, la muerte,  son elementos distintos al amor que influyen en mantener el vínculo con una persona. Es difícil depurar las emociones que  te empujan a estar con un ser humano, pero la respuesta está en que esas raíces  y motivos para quedarse  se centren en el deseo, admiración, y respeto, en lo más superficial, y en lo más profundo en esas ganas de compartir tus más ocultos sentimientos y pensamientos que te hacen sentirte comprendido, querido y amado,  y sobre todo en la consideración de que  esa persona es  básica en el camino de tú vida.
Bebo se había empeñado  en convencer  a su amada de que la  quería por encima de lo que ella sintiera por él; pero  se dio cuenta,  que eso era  una construcción literaria basada en el amor platónico en el que siempre había estado instalado. Pero en realidad lo que quería decirle a su amor y no había sido capaz, es que ella había  marcado un punto de inflexión en su vida, que su personalidad  y evolución espiritual y personal, eran únicas para él, y era su modelo ideal de mujer: Guapa, espiritual, sensual,  inteligente,  que hablaba su mismo lenguaje, y el miedo a perderla le hacían tener conductas regresivas  de demanda de atención para sentirse aceptado y querido por ella.
Volvía a la reflexión sobre que lo que tenemos y adoramos no lo queremos perder, pero  la libertad es la mejor arma para seleccionar el amor verdadero de la dependencia, y la aceptación de la realidad es un mecanismo adaptativo muy recomendable ante lo que no puedes cambiar.
También él quería decirle a ella que ya la llevaba en su mente para siempre,  sabía que eso era muy poco pragmático, pero eso es lo que quería decir cuando le repetía  que la amaba por encima de sus sentimientos; pero sin lugar a dudas ella le había convencido de que el amor es cosa de dos, que uno  tiene que ser correspondido, lo demás como ella decía era “ceguera”, y autoengaño.
Bebo terminaba  la mañana de un fin de semana que comenzó el Viernes en una conferencia y que le llevó a incorporar las diferencias  entre su verdad  y su fantasía, siendo consciente que a veces la fantasía es la antesala de la verdad.

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