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Háblame de tu infancia Gilda- Espetó Walter al
segundo de que Gilda se sentara en su diván.
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Yo admiraba a los hombres, quería ser como
ellos. Quería ser hombre, aunque en realidad lo que buscaba era la libertad de
la que gozaban.
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¿Alguna relación especialmente dolorosa con
algún hombre?- Preguntó Walter en busca de alguna herida importante que
habitara en la mente de Gilda.
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La relación con mi hermano fue un tanto
dolorosa; me forzó cuando yo era una niña.- Gilda de repente guardó un silencio
sepulcral, un silencio valorativo, un silencio que Walter interpretó como una “gran
represión”, de un hecho que le había dejado más huellas de las que ella creía.
No parecía que
Gilda relatara aquel acontecimiento con angustia ni rencor hacia el autor. Pero
es lo que tenía Gilda; todos los actos dañinos en contra ella, los dotaba de un
nivel de comprensión sin límite. Gilda perdonaba todo o casi todo. Esa
capacidad empática que le hacía sumergirse en las motivaciones del otro, en su
razonamiento, en su pensamiento, en su conducta. Fruto de ese nivel de
entendimiento y conexión, salía de forma automática el perdón. A Bebo esto le
parecía muy sano: “El que no perdona no ama”, le decía a ella.
Como decía
antes, los hombres fueron siempre su referente, su modelo, pero muchos de ellos
le habían hecho mucho daño, y por ello muchas conductas que ella usaba como
castigo, procedían de ese sentimiento: ¿Culpabilidad?: de hacer algo inmoral.
Su padre era muy estricto con la moral, era muy religioso. El autocastigo y el
dolor durante alguna etapa de su vida, Gilda lo vivía como una liberación, con un
razonamiento inconsciente que le acercaba a cierto grado de masoquismo:” Me
gusta el dolor porque así demuestro que soy capaz de aguantar para satisfacer
los deseos de mis hombres admirados”. Este punto era interesante en ella, y ponía
de manifiesto su nivel de empatía extrema, y aún más su entrega a los demás.
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Yo al principio era una niña muy abierta- Gilda
rompió el silencio después de unos 20 segundos eternos. Walter no quiso volver
al relato de lo de su hermano; ella había elegido no ahondar más.
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Era una niña extrovertida, muy natural, sin
malicia, pero eso implicaba que me censuraran y castigaran todo lo que hacía:
La moral de mi padre me transformó en una niña insegura, introvertida, con
muchos complejos.- Walter pensaba en el
efecto demoledor que tiene en un niño el miedo. Esa parte de repliegue de Gilda
para evitar el sufrimiento, para evitar el dolor, puede que fuera una actitud
regresiva a la que volvía ahora de adulta en sus momentos de soledad. Se volvía
esa niña insegura, miedosa, y dependiente. Esa niña era la que sacaba Gilda en
momentos de angustia. Al lado de Bebo, se sentía segura, pero cuando estaba
sola volvía la Gilda angustiada por la represión. Walter se planteaba rescatar a la Gilda de los
primeros años de su infancia, la Gilda
libre. Ella ahora estaba en un momento propicio, estaba en condiciones de liberarse
de la esclavitud de estar aprisionada por no hacer daño a los demás, por
subordinar sus deseos y sus necesidades a los de otros.
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A veces tengo un sentimiento de culpa de cosas
que hago, y estoy segura de querer hacerlas, pero posteriormente me muestro
pesarosa, y transmito inseguridad que los demás aprovechan para traspasar mis
límites- Acababa de lanzar algo que estaba esperando Walter: La culpa….por lo
que se ha hecho…y la preocupación por lo que hacer en un futuro. La culpa y la
preocupación son dos de las causas más comunes de angustia en la sociedad en la
que vivimos.
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Exploremos tu sentimiento de culpa….: Alguien
emite un mensaje para recordarte que te has portado mal, que has hecho algo
tremendo… tu respuesta es sentirte mal en este momento, como te sentías mal
cuando tu padre censuraba tu espontaneidad. Es necesario sentirte mal,
castigarte, porque lo que te han enseñado es que si no lo haces, no serás una
buena persona. Lo malo de la culpabilidad, Gilda, es que no es una simple
preocupación por lo que has hecho en el pasado, te afecta al presente, puede ir
desde una pequeña incomodidad hasta una depresión; efectos que te inmovilizan
en el momento en el que estás viviendo.-
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No puedo evitar sentirme culpable de hacer daño
a los demás.-
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Eso también lo saben los demás, saben que es fácil
hacerte sentir culpable. La culpa no sólo no sirve para nada excepto
inmovilizarte, sino que aumenta las posibilidades de que repitas el mismo acto
en el futuro. –
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Sigo sin entenderlo Walter: ¿Qué debo hacer para
superar la culpa?-
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Perdonas a los demás:¿ y a ti misma?.
Simplemente has hecho lo que deseas. La vida tiene efectos en ti misma y en los
demás, y a veces hacemos cosas sin
quererlas que provocan dolor. Los actos tienen el efecto que nuestros pensamientos y nuestras
emociones provocan en nosotros; y la culpa funciona igual: ¿Has cambiado tus
deseos por la culpa que te provocan?.
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Claro. Me gustaría saber cómo debo comportarme
ante esta sensación desagradable de estar produciendo daño.
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Gilda: Sabes lo que quieres, y lo importante es
lo que quieres, lo importante son tus deseos: ¿Producen daño en alguien que
aprecias?, pero: ¿Eso va a cambiar tus deseos?. No si lo tienes claro. Por
partes: Si crees que no quieres seguir con una persona, y esa persona se
resiste y te lanza mensajes para que te sientas mal por lo que has hecho, te
quedarás atrapada en el embargo emocional que te produce la culpabilidad, pero
tus deseos seguirán presentes, puedes ignorarlos y por pena volverte una esclava
de la culpa, o superar la culpa, aislarla, relativizarla, digerirla, y
visualizar cómo será el paso que vas a dar…Si lo ves claro adelante y asume el
efecto que vas a provocar.
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Gilda; hemos terminado- dijo Walter con tono
autoritario.
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Una última cosa: ¿Crees que soy culpable de
algo?
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Gilda eres culpable de ansiar la libertad, eres
culpable de sentir, eres culpable de emocionarte, de amar, de querer ser feliz;
si eso te parece ser culpable de algo;! eres muy culpable!. Nos vemos el
miércoles Gilda.
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