Una mañana lluviosa despertó
a Bebo de su sueño tranquilo. Había soñado con una frase que ayer
escuchó en una conferencia: “Nunca se sabe en los artistas donde está la verdad
y la fantasía”. Bebo sabía que sus escritos eran muy autobiográficos, aunque
pasados por el retoque imaginativo y
redecorado del deseo
y el interés literario. Alguien
preguntaba si la personalidad del autor
estaba reflejada en sus escritos, y
Bebo sabía que sus personajes estaban
llenos de él, de sus emociones, de sus pensamientos, de su perspectiva
vital, de sus miedos de sus inquietudes,
de sus paranoias.
Miedo a hacerse mayor: Preguntaba y se preguntaba. El
siempre quiso ser mayor de lo que era,
pero ahora no lo tenía tan claro.
En realidad esa búsqueda de” ser mayor de lo que era”, creaba una capa protectora ante su debilitada autoestima, y su huida permanente de la frivolidad del
vivir de forma placentera hacia al exterior, optando por una dedicación
solitaria hacia la vida interna en la soledad aséptica de la tranquilidad
social.
Generar una nueva vida, proyectar una parte de uno mismo en
forma de una criatura, es una forma de autoreplicarse y constituir un apéndice de uno mismo, que
paulatinamente se va haciendo independiente y libre. Pensaba Bebo, en si
realmente existía un momento evolutivo
propicio en la vida de una persona para
dedicarse a dejar descendencia en
la tierra, o era un mecanismo animal de
supervivencia de la especie ajeno al momento madurativo del individuo. También
cuestionaba, debido a sus últimas reflexiones con su amada, la existencia de un
instinto maternal estrictamente genético.
El pensaba en un condicionante social
muy fuerte; una cuestión de
presión cultural en la que se recrean
fantasías educacionales condicionadas por el juego de roles: ¿El muñeco con el
que soñé?, que es un trozo de mi, donde puedo proyectar mis deseos, mi amor,
mi ternura, y conseguir a través de él
mis frustraciones pendientes. Entrar en
la función agradable de proporcionar un
hijo, un nieto, una criatura llena de futuro y que asegure la continuidad de la estirpe, contiene también una gratificación a tus
progenitores por haberte traído a la vida. Bueno en realidad todos estos
refuerzos positivos mantienen la especie. El sentimiento de amor llevado al
extremo de la madre y el padre por su hijo asegura su crecimiento y su protección. Pero ese amor incondicional
puede confundirse con nuestro amor propio, y
convertir a nuestro vástago en un
proyecto donde depositamos nuestros deseos.
Bebo se acordada del principio de la no interferencia, de dejar crecer en libertad al ser humano, de
acompañarle en el camino más que llevarle de la mano y empujarle por detrás.
Esta reflexión le llevaba a volver a ese análisis del grado
de fantasía de sus reflexiones, y donde está la realidad y la ficción, y le devolvió a la melancolía
una frase del Dalai Lama: “A quien amas dale alas para volar, raíces para
volver, y motivos para quedarse”: Bebo
había debatido con su amada la diferencia entre el amor verdadero y la
dependencia confundida como lo anterior. Este tema le hizo reflexionar mucho:
Dar alas no es fácil, no interferir para modificar la realidad requiere
autocontrol; Deseamos lo que no tenemos y una vez que lo tenemos no queremos
perderlo, y es ese miedo el que puede ser fuente de dependencia, e intervenir más condicionado por el temor
que por los propios sentimientos, se trata de instrumentalizar el amor y el
cariño haciendo lo que sea para no perder lo. Bebo por todo lo que había pasado
en su vida, sabía que la libertad era un ingrediente básico del amor (La gente
debe ser libre de irse para poder
quedarse). Los condicionantes como la pena, la soledad, el miedo, el dolor, la
muerte, son elementos distintos al amor
que influyen en mantener el vínculo con una persona. Es difícil depurar las
emociones que te empujan a estar con un
ser humano, pero la respuesta está en que esas raíces y motivos para quedarse se centren en el deseo, admiración, y
respeto, en lo más superficial, y en lo más profundo en esas ganas de compartir
tus más ocultos sentimientos y pensamientos que te hacen sentirte comprendido,
querido y amado, y sobre todo en la
consideración de que esa persona es básica en el camino de tú vida.
Bebo se había empeñado en convencer
a su amada de que la quería por
encima de lo que ella sintiera por él; pero
se dio cuenta, que eso era una construcción literaria basada en el amor
platónico en el que siempre había estado instalado. Pero en realidad lo que
quería decirle a su amor y no había sido capaz, es que ella había marcado un punto de inflexión en su vida, que
su personalidad y evolución espiritual y
personal, eran únicas para él, y era su modelo ideal de mujer: Guapa,
espiritual, sensual, inteligente, que hablaba su mismo lenguaje, y el miedo a
perderla le hacían tener conductas regresivas
de demanda de atención para sentirse aceptado y querido por ella.
Volvía a la reflexión sobre que lo que tenemos y adoramos no
lo queremos perder, pero la libertad es
la mejor arma para seleccionar el amor verdadero de la dependencia, y la
aceptación de la realidad es un mecanismo adaptativo muy recomendable ante lo
que no puedes cambiar.
También él quería decirle a ella que ya la llevaba en su
mente para siempre, sabía que eso era
muy poco pragmático, pero eso es lo que quería decir cuando le repetía que la amaba por encima de sus sentimientos;
pero sin lugar a dudas ella le había convencido de que el amor es cosa de dos,
que uno tiene que ser correspondido, lo
demás como ella decía era “ceguera”, y autoengaño.
Bebo terminaba la
mañana de un fin de semana que comenzó el Viernes en una conferencia y que le
llevó a incorporar las diferencias entre
su verdad y su fantasía, siendo
consciente que a veces la fantasía es la antesala de la verdad.
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