No existe memoria sin historia, como no existe pasión sin ilusión, es por eso que hoy dedico esta "Oda" a uno de los míticos espacios por lo que se ha deslizado mi vida en los últimos tiempos.
La unicidad de un espacio, la peculiaridad de un entorno, la esencia de una idea, se refleja en esta foto; única e irrepetible, donde la tradición de las Reales Huertas de Aranjuez, se materializan en pleno siglo XXI, donde para poner un pie en la calle necesitamos consultar esos aparatos electrónicos que nos informan de todo. Esto es otra cosa, un negocio con olor, con sabor, con piel donde se encuentran los amantes de la verdura de verdad, de la que deja rastro en nuestros sentidos, de la que nos ha acompañado en nuestra infancia, nuestra adolescencia, y nuestra madurez.
Además de todo eso, este negocio familiar ha sido un punto de encuentro, de amantes, de fisgones, de amotinados, de jubilados, de amigos, de enemigos, de nobles, de burgueses, de afrancesados, y de todo el populacho en general. Es momento de despedir a un lugar eterno, mágico, que recordaremos con esa pasión que os decía en nuestra mente. Algo no muere si en nuestro cerebro se mantiene para siempre, y es este el momento de recordar el murmullo de los clientes, las voces apasionadas de los vendedores, el sonido de la furgoneta llevando el género, las conversaciones abyectas tocando los tomates. Todo esto y muchas cosas más, quiero en el día de hoy homenajear, y lanzar un grito, como haría el "Tío malayerba"en la taberna mítica del motín de Aranjuez ante un trago de vino: - ¡Viva España libre!, ¡Viva Aranjuez que es mi pueblo!, y ¡vida eterna al PORTALÓN!.
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