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Gilda estaba confusa, muy
confusa. Estas cosas pasan: Esperamos de la gente que amamos un gesto, un signo
de amor, y Bebo no se lo había dado. Ella le amaba con locura, pero sobre ella
descansaba un pensamiento como una losa que oprimía su mente: “Me ha
decepcionado”; pero sin embargo le amaba con toda su alma. Pensaba también en
todo lo que había dejado por él, y a su mente llegaba la duda de si había
merecido la pena.
La decepción es esa parte que
algún día llega a los amantes, cuando lo que esperamos no aparece. Bebo siempre
manejaba la idea de no esperar nada de nadie: “El que no espera nada lo tiene
todo”, pero comprendía que era difícil no esperar nada de quien amas: Esperas
que te demuestre su amor, sentirte la persona más importante en su vida, que
eres especial, que eres exclusivo, que nada ni nadie está por encima de ti.
Pero en realidad Bebo sabía que esta era una carga regresiva de nuestra
evolución mental. El amor puro está limpio, lleno de sentimientos hacia ese ser
humano que has elegido: La admiración, el deseo, la ausencia de tiempo a su
lado, el nerviosismo en las citas, las miradas de querer comerse a besos….Todo
eso te manda el mensaje de que esa es la persona que amas; en cualquier caso
son nuestros pensamientos los que pueden hacernos dudar: Si interpretamos la realidad
con nuestras ideas y nuestra forma de
comportarnos, podemos sacar conclusiones erróneas: Hemos fracasado, no nos
aman, nada será ya igual.
Bebo sabía que la decepción era
una carga con la que tenía que contar, y que recuperar de nuevo la confianza de
Gilda llevaría tiempo, pero también dependía de ella. Lo importante para Bebo eran
sus sentimientos. El sentía por Gilda algo que no sabía explicar bien con
palabras; quizás algo cercano a la adoración, algo parecido a lo que sentía por
las personas más importantes de su vida: Su madre y sus hijos... Era un
sentimiento paternal protector que no podía evitar. Bebo admiraba a Gilda, su
vida llena de decepciones, de frustraciones le habían llevado a Gilda, a un
escepticismo melancólico que con Bebo había roto, pero claro ahora también él
le había fallado, al menos ella lo veía así, a diferencia de Bebo que lo
percibía como un simple gesto de su personalidad.
Es verdad que esa parte de su
personalidad había querido cambiarla muchas veces, pero no lo había conseguido.
La firmeza no le salía, y eso hacía que las personas de su entorno se pudieran
confundir. Por ejemplo en Bebo existía una cierta ambigüedad sexual que le
había llevado a muchas personas a etiquetarle de homosexual, pero a él le daba
igual. Además cuando no quería nada con alguien, no lo dejaba claro del todo, y
eso hacía que la otra persona se pudiera confundir. Él sabía que era algo que
debía mejorar, pero suponía entrar en la
dinámica del distanciamiento del ser humano, para guardar las formas, anular esa seducción no sexual, ni afectiva,
simplemente como forma de relacionarse con los demás.
Había aprendido algo con Gilda en
esta crisis: El amor no es una cuestión de fe, de admiración, de deseo. Es algo
que trasciende de los gestos directos hacia tu pareja (como pensaba antes
Bebo). El ser humano necesita signos de seguridad, para sentirse querido,
admirado, deseado, y este signo también se adquiere con la conducta que tenemos
con los demás. Gilda habría necesitado que Bebo le demostrara ante una persona
de su pasado que Gilda era su único amor, la mujer de sus sueños, pero él no
supo verlo, y no supo hacerlo.
Él estaba arrepentido. Con lo
fácil que hubiera sido, pero también sabía que ahora torturarse por lo que no
había hecho, no serviría de nada, y lo más importante no cambia nada. Lo único
que podía hacer es decirle a su Gilda que ella era la persona más importante de
su vida, y la próxima vez ser claro para que los signos de seguridad que necesitaba
ella los viera de forma nítida.
En realidad él pensaba que los
celos, y los sentimientos de inseguridad, procedían de la autoestima de uno
mismo. Pero es humano sentir esa amenaza ante alguien que puede ocupar tu lugar,
y que puede suponer la pérdida del amor de tu vida.
-
Gilda: Quiero que sepas que solo tengo un amor
en mi vida, que aunque tengo a muchas personas a mí alrededor: Mi único amor
eres tú. Me arrepiento de no haberte demostrado mi amor, pero para mí lo
importante son mis sentimientos, y mi corazón es en exclusiva para ti.
-
Bebo, sé que me quieres, pero a veces no basta
con saberlo, hay que demostrarlo con gestos sin importancia puede que para ti,
pero yo lo necesitaba.
-
Lo sé Gilda, y me arrepiento, en realidad no me
costaba nada. Tú eres el amor de mi vida, y me has pedido muy pocas cosas, pero
no supe dártelo, ni lo valoré como importante, espero que algún día me
perdones.
-
Ya te he perdonado Bebo. No te puedo tener
rencor, pero tienes que entender que los actos tienen consecuencias, y hay que
asumirlos.
-
Lo sé mi vida. Lo que más me pesa es hacerte
sufrir por algo que no he hecho, y aún no se la causa. Te haré olvidar este
error, quizás fue inmadurez. Pero voy a dedicarme a hacerte feliz, a recuperar
tu confianza…. Sé que lo conseguiré, porque mi amor es verdadero.
-
Lo intentaré Bebo, sabes que te amo con toda mi
alma, y que te perdono casi todo, pero ahora esto está muy reciente, necesito un poco de tiempo.
-
Tómate el tiempo que quieras. Todo es tan
intenso. Desde que te he conocido, he despertado del letargo en el que estaba.
Ahora siento todo mucho más, con más intensidad: el cariño, la pasión, la vida.
Sin lugar a dudas mi felicidad lleva tu nombre: Gilda.
-
Tengo miedo Bebo, de sentir tanto, del dolor de
la pérdida, de la soledad, de la decepción, de estrellarme de nuevo. Lo he
pasado muy mal en mi vida, y ahora no quiero volver a sufrir.
-
Lo comprendo Gilda…entiendo tus miedos, también que
intentes protegerte, pero yo lo único que te puedo decir en este momento es lo
que siento por ti: Siento como mi cuerpo se llena de ti cuando estoy y cuando
no estoy contigo, cuando toco y acaricio tus manos, una luz caliente recorre
mis brazos y llega hasta mi cerebro, y es entonces cuando me siento ese bebé
querido al que volvemos cuando nos encontramos con nuestro amor verdadero.
-
Bebo, te amo, y no sé si es lo que me conviene,
pero tengo que decirte algo: Ha merecido la pena conocerte, y si esto se
terminara hoy, no me arrepentiría de nada de lo que he hecho, tampoco me
arrepiento del amor que te he dado… He pasado sin lugar a dudas una de las
etapas más felices y más intensas de mi vida.
-
Espero mi vida que este sea un comienzo más
sólido, en el que los errores nos den sabiduría para seguir este camino juntos.
Los dos amantes
unieron la piel de sus cuerpos desnudos, y se fundieron en un cálido abrazo,
donde los dos pudieron mezclar sus lágrimas, llenas de melancolía, deseo,
pasión, ternura, y mucho amor. Un intenso estado emocional que les demostraba
una vez más que buscar en el alma del otro, siempre es un misterio por
descubrir, y eso sólo se puede hacer llamando y abriendo la puerta de la
esperanza.
Continuará.
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