El verano, es una época de tránsito, de desnudo interior, de
frivolidad, de licencia para cumplir locuras, fantasías, sueños. Las noches de
verano son mágicas, la luna te envuelve en un manto energético que te hace ser
más transgresor, más libre, más intenso. Todos hemos oído hablar de los amores
de verano; desde pequeños hemos tenido esos amores; donde la magia, la pasión,
y la ilusión del momento, nos conducía al final de las vacaciones. Era algo asumido
desde el principio, algo aceptado dentro
de las reglas del juego de los amores de verano. No podemos tomar como ejemplo
de temporalidad, algo que su existencia tiene la impronta de lo efímero, lo que
tiene fecha de caducidad, pero a veces me pregunto: ¿Por qué nos empeñamos en
buscar la eternidad de los acontecimientos positivos que nos pasan en la vida?,
cuando el deseo tan intenso de mantenerlos no nos permite disfrutar de ellos.
Bebo, estaba expectante, sorprendido, feliz, de lo que le
estaba pasando. No se planteaba la eternidad de su relación con Gilda, pero lo
que si sabía es que este era un amor de verdad; intenso, de los que le gustaría
congelar en un instante, de aquellos que te producen abstracción, de los que te
aíslan del mundo y te colocan en una nube en la que solo percibes a tu amada y
la conexión tan intensa que tienes con ella.
Bebo en algún momento de su vida, pensó en que nunca realmente había
estado enamorado; pero en realidad el amor no es un concepto universal
matemático, es un sentimiento, y como tal se establece ante un estímulo nuevo
que nos puede impactar más o menos, y en función de ese impacto el ser humano
siente una mayor o una menor intensidad, que evoluciona con el tiempo, cambia
de color, de rojo intenso en la fase de enamoramiento, a morados y azules, en la
fase más sosegada, más madura. La verdad es que Bebo aún sentía esa intensidad
potente del amor adolescente más brutal, más hormonal, y eso le revitalizaba
mucho.
Gilda había dejado de nuevo la jaula, y eso siempre produce
vértigo. Bebo le decía a Gilda que tenía alma de artista, y recordaba la frase
de Einstein “La experiencia más hermosa
es la de lo misterioso. Esa es la verdadera fuente de todo arte y de toda
ciencia”. Enfrentarse a lo desconocido produce miedo. Lo seguro da
tranquilidad. El cambio está cargado de inseguridad, pero por otro lado la
monotonía y el aburrimiento nos adormece nos hace sentir sin energía. Es
probable que te acusen de irresponsable cuando decides cambiar; pero que
importa lo que opinen los demás si has decidido descubrir lo desconocido y
enfrentarte a la improvisación que te supone la novedad. La rigidez es el
fundamento del prejuicio; de la idea de que siempre es más fácil quedarse con
lo conocido. Los prejuicios te alejan de hacer cosas nuevas, de conocer gente
que no es como tú, con distintos pensamientos, con diferente estética. Darse permiso para cambiar de planes, para
romper con lo convencional es una licencia para ser feliz.
Bebo le había pedido a Gilda que le prometiera tres cosas.
Ella le dijo que era un espíritu libre como él; y Bebo le contesto que ser
libre no significa no comprometerse; consiste en poderte marchar y volver sin
ningún tipo de condicionante:
-
Gilda te voy a pedir tres cosas.- afirmó bebo
con tono de trascendencia:
1.
Que seas feliz por tu corazón más que por su cabeza.
2.
Que tu relación se base en la sinceridad más
absoluta, aunque pueda producir dolor.
3.
El día que vaya a por ti, si aún me amas, no
dudarás en venirte conmigo.
Eran tres promesas probablemente muy exigentes, pero Bebo
sabía que ella era la que le había traído esperanza de nuevo…. Y eso requería
un pacto; un pacto que les diera sosiego y estabilidad. Una estabilidad
temporal de transición hasta el momento en el que estuvieran juntos para
siempre.
Walter le había indicado a Bebo que hiciera una lista con
las razones por las que pensaba que esta vez había encontrado el amor de su
vida; y Bebo salvando las dificultades de interpretar sus propios sentimientos
se puso a ello:
-
Walter; es mi ilusión. Me levanto pensando que
ella estará allí, esperándome, con su sonrisa, con su penetrante mirada. Me
hace pensar menos en mi… No creas que esto me gusta. He aprendido que es
importante pensar en uno mismo, pero no puedo evitarlo.
-
Bebo; no te sientas mal por pensar en quien
quieres. Es importante saber que tú eres el más importante para ti de esta
historia (amor propio, recuerda). Y también recuerda lo de “Ama cuando estés
listo, no cuando estés solo”. Claro sentirse acompañado es fantástico pero el
amor es algo más.
-
Además Walter: siento ese nerviosismo
adolescente cuando me acerco a ella,
esas mariposas en el estómago que revolotean. Es verdad que me siento pleno,
acompañado. Y hay una sensación que sólo con las personas que adoro me pasa: “Las
horas se transforman en segundos cuando estoy con ella”
-
Bueno; tienes que saber que en la fase de
enamoramiento los sentimientos, las percepciones, y las sensaciones son muy
intensas, luego se atenúan, y a veces hasta desaparecen; es entonces cuando
añoramos la intensidad. Si se quiere de verdad, esa efervescencia se convierte
en sosiego apasionado. Se calma la
locura de la novedad y aparece en el mejor de los casos un amor maduro, que
mientras mantenga la pasión, y la llama de la novedad dentro de lo conocido
perdurará en el tiempo.
-
El Sexo con Gilda, Walter, es la conexión cuerpo
y alma que siempre añoré. Mira pienso que es un resultado, más que un fin en “si
mismo”. Es el resultado más intenso de
la comunicación total, una comunicación profunda, que sale de las entrañas, que
me hace llegar a lo más alto, a penetrar en el fondo de Gilda, llegar hasta el
interior de su alma.
Aquella noche Walter: Una radiante luna abrazada
por miles de estrellas nos iluminaba a los dos. Habíamos tenido una cena romántica,
nos bebimos una botella de vino blanco fantástico mientras nos jurábamos amor
eterno. Fuimos a la parte trasera del hotel acompañados por aquella luna mágica
que nos encendía cada vez más, irritaba nuestros cuerpos, los llenaba de deseo,
de pasión incontrolable. Nos besamos tan intensamente que nuestros labios se
quedaron contusionados.
En aquel columpio a la luz de la luna, Walter,
mientras ella se sentaba encima de mí, sentí esa transformación de dos cuerpos
en uno. La penetré y en cada movimiento de su culo, no sentía sólo un placer
inmenso, también sentía que acariciaba su alma, que llegaba hasta la profundidad
de Gilda, es difícil de expresar Walter, pero creo que nunca me ha pasado,
podría definirlo como: “Vivir sin vivir en mí” que decía Santa Teresa.
-
Bebo; Es obvio que estás loco por Gilda. Sólo el
tiempo dictará sentencia. Nadie puede
adueñarse de nosotros si nos centramos en lo que depende de nosotros mismos.
Ocúpate de tus sentimientos, madúralos, envuélvelos en papel de regalo todos
los días, sácalos a pasear, reinvéntate cada día, tómate espacio para ti mismo,
y déjale a ella el suyo, y las cosas se irán clarificando. Estáis en una etapa
en la que la emotividad de los sentimientos ofuscan la razón. Además los
cambios, aunque los decida uno, provocan ansiedad, esa ansiedad tiene que ser
digerida, procesada, y transformada en energía positiva para seguir viviendo.
-
Pero me encuentro en una encrucijada Walter.
-
No hay ser humano sin emociones, ni ser humano
sin contradicciones. Si la contradicción es
permanente, y afecta a las creencias, valores, o rasgos de la
personalidad nos lleva a la crisis. Muchas de las grandes crisis se producen
por esa lucha de pensamientos, circunstancias y valores contrapuestos: Y nos
sitúa en la disyuntiva que tiene cualquier decisión trascendente: “Mal si lo hago”,
“Mal sino lo hago”. Pero una vez más el tiempo con su pausado transcurrir nos
llevará a optar por un camino, sabiendo que inmediatamente surgirán dudas y angustias
fruto de la aparición de un horizonte
desconocido.
Gilda se había sentido herida, dolida por algo que dijo Bebo
sin pensar, como el hacía… Ya saben ustedes que Bebo era un jugador profesional
de la provocación:
-
Gilda me da miedo que salgas de la jaula, me da
miedo que dejaras a tu pareja por mí.
Esa frase provocadora, aparentemente estéril para Bebo,
penetro como un metal al rojo vivo en la mente de Gilda. Ella se sentía
defraudada, decepcionada. Le había dejado por ella, por supuesto, no aguantaba
la bipolaridad de repartirse entre los dos, como ella decía: ”Entre uno que le
quiero pero que no le amo, y entre el amor de mi vida”, pero también le había
dejado por él… Esta frase la vivió como una ingratitud egoísta de Bebo, que la
enfadó como nunca se había enfadado. Bebo consciente del dolor que le había
causado, no pudo dormir esa noche y le escribió una poesía..
PERDONA
El laberinto de la nostalgia
El dolor de la separación.
La gloria de la esperanza.
El perdón del peregrino.
En tus entrañas:
Yace el rencor de tú mirada.
Una negra flor que se marchita en su planta.
Una tormenta de amor rodeada de silencio.
Una lucha fugaz de energía encarcelada.
Una frontera cerrada al paso de la vida.
Un corazón dolorido por la traición del que ama.
Donde se levanta el alba
En un nuevo amanecer:
Esculpe el sol las montañas
Erosiona los caminos
Ilumina las mañanas.
Dónde las flores son libres
Donde descansan las ganas
He recogido un mensaje:
“Si no
perdonas no amas”
Siempre volarás con peso
Nunca limpiarás tú cara
El perdón es el sentido
Que da olor a la esperanza.
El que perdona descansa.
Y al perdonado lo salvas,
De morir con pesadumbre
De vivir con añoranza.
Para Gilda de alguien que le
ama, En Nuestro Horizonte a 18 de Agosto de
2014.
Eso es lo que le salió a Bebo
aquella noche fatídica en la que se le ocurrió provocar a Gilda con aquella
terrible frase. Claro que le perdonó. Porque le amaba con locura.
Bebo andaba preocupado, la
enfermedad de un familiar cercano; le
había llevado a volver a la reflexión sobre la vulnerabilidad de cuerpo del ser
humano. A la relatividad de los problemas cuando la muerte amenaza, se acerca,
nos acaricia con el sudor frío que desprende su oscuridad. Él confirmaba su
tesis: La vida son momentos, instantes, cuando estamos viviendo un instante de
felicidad hay que sumergirse en el sin pensar en el futuro. Él la amaba, le
quería acompañar en este momento de felicidad en el que estaba viviendo, la
quería abrazar con el calor de sus sentimientos, quería dejarse llevar, seguir
acariciando su alma cuando hacían en amor, quería desprenderse de la nostalgia
del pasado y de la incertidumbre del futuro, y eso es lo que haría….
Alguien le habló a Bebo sobre la
utopía, y le pareció algo fantástico a recordar para siempre. Este amigo suyo
le dijo:
-
“La utopía es como el horizonte, según te
acercas a ella se aleja”.
-
¿Entonces para qué sirve”.
-
Para caminar, sin utopía no se camina y por
tanto no se avanza.
Cargado de reflexión, se fue Bebo a la cama a ver si
descansaba esta noche, la anterior había sido dura; Necesitamos un horizonte
donde fijar nuestros sueños, pensaba, también aquellos que los vemos como
irrealizables; hasta esos nos queda la duda de si algún día los podremos
cumplir. Los miedos transforman en miles de ocasiones los sueños realizables en
una utopía inalcanzable. Vencer los miedos nos acerca al horizonte más utópico
pensaba Bebo, mientras Morfeo le abrazó en un largo sueño, que por supuesto se
lo dedicó a su Gilda.
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