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Niña con Fusta de Renoir |
Ante la adversidad o el éxito en
la vida, la interpretación del sujeto y la afectación del acontecimiento
vivido, puede recibirse de maneras
diversas en función del enfoque optimista o pesimista que se le dé:
Para el psicólogo Martin Seligman,
hay tres aspectos relevantes en la recepción de un acontecimiento:
1. Permanencia del impacto: La
duración en el tiempo del efecto que ha tenido un acontecimiento
2. Extensión o penetrabilidad de
los acontecimientos: El calado en la persona, el efecto que ha tenido en la
persona, donde la capacidad para superar el impacto de los acontecimientos es
importante, véase el concepto de resilencia como capacidad para superar
traumas.
3. Personalización: La culpa que
nos echamos de los acontecimientos vividos, o la tendencia a culpabilizarse de
los acontecimientos negativos.
Lo que me parece importante por
el impacto que tiene en la vida es que la mentalidad optimista; trabaja con el
mensaje mental de que nos irá bien y nos preparamos para ello; es decir tomamos
decisiones movidas por la fuerza de la esperanza que nos da este tipo de
mentalidad; sin embargo el pesimista piensa que le irá mal, y también se
prepara para ello. Se asume el fracaso y por tanto esta falta de esperanza
inmoviliza al sujeto.
No obstante, el “optimista
ilusorio”, el que no ve riesgos ni
amenazas, y no se prepara para el fracaso, puede ser tan terrible como el
pesimismo crónico. Imaginaos el “efecto
avestruz”; Si un león corre tras el ave, esta mete la cabeza bajo la
tierra y así cree que evita el peligro. La actitud optimista más adecuada es
aquella que nos prepara para lo mejor, pero también para lo peor; pero por esto
no nos impide actuar e intervenir en el control de la situación.
Otro elemento importante en el
optimismo, es la autoestima: Una potente autoestima protege del hundimiento
ante la adversidad. Es necesaria una opinión positiva de uno mismo para tener
una óptica optimista de la vida. Los niños que escuchan a sus padres dar
explicaciones positivas de los acontecimientos, tienen tendencia a interpretar
los hechos de forma positiva. El profesor de psicología de la Universidad de
Michigan Christofer Peterson, afirma que las explicaciones que dan los niños
menores de 12 años coinciden con las explicaciones que dan sus progenitores.
Por tanto el efecto ambiental
tiene mucha importancia en la percepción optimista de la vida, aunque también
existen condicionantes genéticos que
conducen a determinadas personas a deprimirse más en situaciones de
estrés; este es el caso de los que portan la versión corta de un gen implicado en el transporte de serotonina
cerebral, descrito en 2003 por Avshalom Caspi y Terrie Moffitt.
Otro elemento a considerar, más
de tipo sociocultural que psicológico, es la tendencia de determinadas
civilizaciones en transmitir una visión más optimista o pesimista de la vida.
Ed Diener, profesor de psicología social de la ciudad de Illinois encontró una
importante relación entre el optimismo y el grado de libertad y democracia de
los países. Su conclusión más clara fue que los sistemas democráticos generan
contextos sociopolíticos donde el
optimismo fluye con mayor facilidad, frente a sistemas dictatoriales que
predisponen a interpretaciones derrotistas de los acontecimientos.
Conviene hablar de depresión como
uno de los trastornos que condicionan de forma importante la visión
optimista de la vida. La depresión cubre de negro la esperanza en un futuro
mejor, nos invade una desesperanza que nos hace perder el sentido del humor, la
alegría de vivir, el disfrute de actividades placenteras. Además la depresión
impide la comunicación y sitúa al sujeto en un estado de aislamiento que afecta a las relaciones sociales, por no
considerarlas como fuente de placer. Una consecuencia grave de este pesimismo
maligno; es el suicidio.
En cualquier caso; podemos
alimentar con conductas concretas las emociones positivas. Las pequeñas cosas como mantener una buena
conversación: Existe un vínculo muy intenso entre las palabras y las emociones;
nos permite desahogarnos y expresar las cosas que nos preocupan. Emitir
nuestros pensamientos con personas queridas o apreciadas para nosotros es una
actividad muy gratificante y placentera que nos produce emociones altamente
positivas.
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Mujer Sentada de Picaso |
Las relaciones de todo tipo,
familiares, de pareja, de amistad que manejan un estilo optimista tienen una
mayor estabilidad y duración que las que usan un estilo pesimista, aunque el
estilo optimista no rechaza la aceptación de las cosas inmodificables o que nos
suponen un esfuerzo tan grande cambiarlas que optamos por no tocarlas. El
optimismo no es pasivo; moviliza los recursos necesarios para controlar y
modificar situaciones sobre las que podamos intervenir.
Un elemento en las relaciones
optimistas es el perdón. El rencor inmoviliza y paraliza al ser humano en su
pasado más reciente, por eso perdonar como pasaporte de la ilusión y la
esperanza en pasar página e iniciar una nueva vida son acciones típicas del
modo de vida optimista.
Para terminar me gustaría
resaltar uno de los elementos más relevantes que cobran un mayor sentido cuando
aparece la adversidad: Se trata de la esperanza. Nos mantenemos con ánimo
gracias a que tenemos la esperanza de que lo que está ocurriendo pasará y vendrán
tiempos mejores. La fe es un instrumento que imprime un valor añadido a quien
la tiene, es un factor que da fortaleza ante la adversidad, es factor de
protección del suicidio, un elemento de contención de ansiedad ante el vacío
nihilista del fin. El optimista siempre mantiene la esperanza en que lo que
vendrá será mejor.
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