Continué mi camino por esperanza, sin saber la hora que era, ni el día,
y además sin un ápice de cansancio, a pesar de tener la sensación de llevar
días caminando rumbo a la Colina de las Luciérnagas.
Después de miles de pasos,
llegué por fin a una zona habitada, con casas verdes, rojas, y azules,
un pueblecito precioso, de ensueño; una torre amarilla inmensa en forma de cono
destacaba sobre el horizonte. Me adentré en el pueblo y pude descubrir como
unos seres peludos, feos, con barbas de chivo se concentraban en la plaza;
había cientos de ellos, daban miedo. Pregunté a uno de los seres, que parecía
hembra por su voz y sus rasgos más delicados, dónde me encontraba:
- Se encuentra en Iracusa; donde reina
Ira está a punto de salir.
- Y ustedes que son; somos carcoirales; penetramos en el ser humano y
acabamos con su razón.
- ¿Qué misión vital tan desagradable, no?
- Bueno: Este poblado se llamaba
calma. Todo era muy tranquilo, pero vino ella y nos lanzó este terrible
embrujo, nos transformó en estos seres que ve;
encargados de entregar al ser humano a la Reina Ira; descuartizamos su
razón, y hacemos que la reina haga lo que quiera con ellos.
- Desde luego, no es nada grato vivir aquí, hay muy mal ambiente.
- No nos gusta lo que hacemos, pero si no cumplimos con nuestro deber,
los guardianes de la ira, nos detienen y nos devora rencor: El valido de la
reina.
- Silencio; que la reina acaba de aparecer.
- Ciudadanos de Iracusa: Ha llegado el momento de invadir a los
humanos. El día 24 del año 2012, Saltaremos por la puerta de la fresa y nos
meteremos en la mente de todos los humanos, destruiremos su razón, y serán míos,
haré que se maten entre ellos, y la
tierra será anexionada al reino de Iracusa.
Me di cuenta, de repente que corría peligro; pero era tarde, alguien me
delató:
- ¡Guardias!: Un espía.
Una voz potente procedente de la muchedumbre; dijo: - Detenedlo que no
se escape-.
Ante la confusión corrí por una de las calles. Pude ver a unos treinta
soldados equipados con arcos, lanzas, y espadas que seguían mis pasos. Un miedo
estremecedor se apoderó de mí, pero en
lugar de paralizarme, me dio fuerza para correr como una gacela. Y de repente
de una casa azul; salió un largo brazo que me introdujo dentro.
- Sígame; le esperábamos.
- Una mujer rubia como el oro, apareció ante mis ojos, y en un instante
dos mozos fornidos me metieron a trompicones por un túnel un tanto estrecho
que se desplazaba por debajo de Calma.
Llegué hasta un orificio que desembocaba en una vereda. Salimos del túnel y pude ver a un
rebaño de ovejas con un pastor. Me deslumbró la luz intensa del sol. Por fin
abandoné la oscuridad de esperanza y me encontré con el día.
Ya era un clásico desde que pasé por la puerta de la gran fresa mi
pregunta; “¿Dónde me encuentro?".
El pastor me contestó de forma entusiasta, mientras mis acompañantes se
marchaban por donde habíamos venido:
- Esto es lo que ha quedado de Calma. Vivimos en la clandestinidad,
desterrados por la “Reina Ira” a vivir a este lado de Esperanza. Pero bueno al
menos hay luz. Cuando ella llegó a Calma
fuimos invadidos por las tinieblas, los habitantes que por miedo se entregaron
a ira, fueron transformados mediante un hechizo en “Carcoirales” <unos seres
despreciables que van carcomiendo la razón del ser humano y activan al máximo
su ira>. Bueno soy Tomás, el pastor, te conduciré hasta La Reina de Calma.
Caminamos durante media hora, por un camino rodeado de robles o algo parecido, en Esperanza nada es lo que parece, hasta que
por fin divisé una Mansión con dos enormes torreones en cada extremo, y una
puerta central de madera enorme. A cada lado de la puerta había un
Soldado con una enorme lanza. Al verme cruzaron las lanzas para evitar que
pasara. Tomás, dijo con voz firme:
-Ya ha llegado, es Salvador. Pensé para mi interior, que yo no era
Salvador, pero la tensión del momento me hizo guardar silencio.
Nos recibió un Chambelán; quien
preguntó a quien debía anunciar: El pastor le dijo que debía decir que había
llegado Salvador. Mientras esperábamos a ser recibidos por la Reina Calma, no
pude resistir la tentación de aclarar el tema de Salvador.
- Tomás; yo no soy Salvador.
- No digas nada; irás dándote cuenta de tú misión en este reino, de forma paulatina.
- Pero ¿Por qué me llamas Salvador?
- Porque eres el Salvador de Calma, y aún no lo sabes; pero ahora
guarda silencio.
Es verdad, que aunque no me aclaró nada Tomás, me sentí muy reconfortado,
muy tranquilo, en un estado de
relajación y sosiego que nunca había experimentado.
Por fin se acercó Armando (El Chambelán); y nos anunció ante la Reina
dando dos golpetazos en el suelo de mármol Blanco:
- Majestad: “Tomás el pastor y Salvador de Calma”.
¿Salvador de Calma?, me quedé estupefacto, pero me impresionó tanto el
salón del trono que mi sobrecogimiento, delegó mi duda sobre mi denominación a
un segundo plano.
Un Trono con múltiples círculos concéntricos dorados dibujaban un
sillón sin demasiada ostentación, pero elegante. Lo mejor era la pintura de la sala: De forma
muy realista el enorme salón estaba decorado con un tremendo mar de fondo donde
se vislumbraba un barco a la deriva. La sensación que transmitía se movía entre
la calma y el mareo al percibir la inmensidad del océano con tanta perspectiva.
Tomás me obligó a hacer una
genuflexión ante la Reina: Al subir la cabeza pude apreciar a la radiante reina; unos ojos verdes que transmitían
sosiego me dejaron impresionado. Un pelo negro azabache completaban el rostro
de de la dama; Un vestido largo azul cielo con una banda dorada de derecha a izquierda
magnificaban la figura de la monarca:
- Majestad- Dijo el pastor.- Aquí
tiene a Salvador.
- Bienvenido Salvador. Tantos años de espera han minado mi esperanza,
pero ahora que usted está aquí, mi cuerpo ha recuperado la temperatura, se me
ha iluminado el alma, he vuelto a ver la posibilidad de recuperar mi reino.
- Majestad- Le dije subestimando las expectativas de la Reina. – No sé quién piensa que soy,
pero ni me llamo Salvador, ni he venido a
salvar nada.
- Querido amigo, todo lo entenderás a su debido momento.
La Reina Calma, tomó su larga capa y la dispuso a modo de alfombra en mis pies,
invitándome a pasar a una de las salas:
La sala del Diamante azul. Un libro inmenso de aproximadamente 1,90 de largo por un metro de ancho estampado en oro, se encontraba en el centro
de la sala. Por encima del libro aparecía una urna gigante que albergaba a un
diamante de color azul cielo, que brillada estrepitosamente ante la entrada de
los rayos solares que penetraban por el pequeño ventanal que se hallaba en el
techo.
Ella me dijo que en el libro estaba escrito que un humano Salvador
vendría a liberar a Calma de La Reina Ira, y para ello debía extraer el
diamante azul de la piedra donde estaba incrustado. Este proceso sólo podrá
lograrlo el Salvador de Calma, me espetó la Reina. El diamante azul en manos del Salvador sería la clave para romper el embrujo y
devolver a calma a su normalidad.
- Majestad- No sé de qué me habla. Yo no seré capaz de enfrentarme a
Ira. He oído que el 24 de Diciembre, aprovechando la Navidad, Ira se apoderará de la mente de los humanos. Eso
dijo en el discurso que oí, antes de ser perseguido por los guardias.
- Si, esto ya sería el fin de calma. Nosotros devolvemos a la calma a
los humanos, y eso hace que se mantenga
nuestro pueblo como algo
esencial para la paz y la armonía entre ellos. Esta es nuestra misión, si se
pierde definitivamente calma, la ira reinará en la mente de los humanos.
- Bueno, Majestad,
veo que no podré rechazar el encargo que me hacéis, pero no sé cómo hacerlo.
- Bueno; el plan
está escrito: lo leeremos en el libro dorado y discutiremos los detalles...
La Princesa
dirigiéndose al Chambelán, le ordenó que abriera el enorme libro. Allí pude
leer cómo se me recomendaba proceder para deshacer el hechizo de Ira.
Esa noche compartí
mesa con Tomás (el pastor) y con la Reina. Sus palabras me hicieron comprender
que estaba en mis manos, no sólo la salvación de calma, sino la propia
supervivencia del ser humano: Si Ira y sus carcoirales consiguieran conquistar al
ser humano, estos se matarán entre ellos. Me quedé con la última frase que me lanzó antes de irse a la cama. Recuerda: “Sólo el amor, nos hará libres”.
Al día siguiente,
Partí junto a Tomás, y con el diamante azul en mi mochila a conquistar a la
Reina Ira. Memorice el Plan de forma escrupulosa; tenía mucho miedo pero ya no
había vuelta atrás, la salvación de calma dependía de mi.
Tomamos el pasadizo
por el que vine, llegamos a la casa donde la mujer rubia me salvó de los
soldados, allí estaba ella; Pregunté quién era, me dijo que era una de las
doncellas de la reina, y que había terminado su misión: Rescatar a Salvador.
Empezaba a ponerme
nervioso. La presión que me había inducido la Reina me hacía sentirme muy ansioso; tenía miedo de fracasar, y eso
supondría el fin del ser humano: Nunca pensé que la supervivencia de la humanidad pudiera estar en mis manos.
Salimos a la calle
por donde fui perseguido, y Tomás me dijo: “Ahora nos dejaremos capturar y nos llevarán ante Ira”. El plan trazado por
la Reina Calma había comenzado:
Caminamos hasta la
plaza, y no tardamos en toparnos con un grupo de soldados que al vernos nos echaron el alto:
- Un momento;
quedan detenidos en el nombre de la Reina Ira.
El pastor y yo
fuimos amarrados y conducidos al Torreón del castillo de Ira. Fuimos depositados en las mazmorras a la
espera de ser interrogados por la Reina. Tuve la ocasión, mientras esperaba de
que Tomás me informara sobre la maldad y las circunstancias en las que Ira
había tomado Calma, pero lo que se paseaba por mí mente de forma machacona
fruto de mi conversación con calma, era esa frase que no podía olvidar: “El
Amor nos hará libres”.
Al fin dos soldados
se acercaron y nos sacaron de la celda: “La reina quiere verlos”, dijo el más
serio.
Nos llevaron hasta
la mesa donde Ira se disponía a cenar. Nos invitó a sentarnos a lo que
accedimos: Un manjar a base de cordero y carnes de todo tipo inundaba la
inmensa mesa. Yo me senté lo más cercano a
la reina que pude.
- Y bien: ¿Cómo
osáis perturbar mi tranquilidad?.
- Majestad; no
queríamos ofenderla; pero he venido tan lejos para conocerla, que hubiera hecho
cualquier cosa para poder estar a su lado.
- Oh! Me abrumáis
humano, yo no tengo sentimientos, no me emociono, sólo siento rabia.
Intenté copiar cada
uno de sus gestos, esas muecas que hacía con la nariz, y ese tic que tenía con el ojo derecho para ganarme su
confianza, al gesticular como ella.
- Majestad: No me
creo que no tenga sentimientos, en el fondo de esa abrupta mirada se esconden
muchos sentimientos censurados, probablemente nunca le habrán dicho que la quieren,
pero yo se que detrás de esa careta se esconde una luz incandescente llena de
amor.
Ira; un poco
confundida, y con los ojos humedecidos por la letanía que
no sé de donde me salió, lanzó un grito de rabia:
- Silencio humano:
Yo no tengo sentimientos, callaos o mandaré que os encierren de nuevo.
Pude ver en sus
ojos la emoción del momento, y supe que me encontraba ante una mujer que había
sufrido mucho, y que su maldad procedía de una herida en su alma que no dejaba
de sangrar.
- Hablemos de otro
tema- Dije para suavizar el tenso silencio. – Me ha encantado su reino, tiene
unas tierras muy fértiles.
- Esto no es nada;
todo el universo será mío cuando consiga cumplir mis planes.
Me hice el tonto y
le pregunté a Ira por sus planes. Sabía perfectamente que sus deseos eran apoderarse de toda la humanidad. Había algo
que no me cuadraba, como le dije a ella, en el fondo de esa mirada rabiosa se escondía
un volcán de sentimientos contenidos, y no precisamente negativos, esa mirada
la había visto muchas veces en gente que ha sufrido mucho.
Nos invitó a tomar
una copa en la chimenea, se creó un clima muy íntimo en aquella estancia, Tomás
no decía una palabra, tan solo me observaba despavorido.
- Veras Humano;
quiero que sepas que estás cenando aquí conmigo porque necesito tú ayuda.
- Usted dirá
Majestad.
- El 24 de
Diciembre de 2012 todos los seres humanos serán míos, y necesito a un humano
para poder acercarme a ellos sin que desconfíen. Tú eres perfecto. Como me caes
bien, te nombraré General de mis ejércitos, y te otorgaré tierras y un
castillo.
- Lo pensaré mi
Reina, debo pensarlo.
- Piénsalo, pero
has de saber que serás ejecutado si te niegas a colaborar.
Tomás y yo nos
fuimos a la cama, preocupados, pero esperanzados: Aquellos ojos húmedos de
emoción de Ira me hacían pensar en que podría llegar hasta sus sentimientos más
profundos que era mi objetivo. Hablé con Tomás y decidimos decirle a Ira que
colaboraría con ella para que confiara en nosotros.
Ira y yo nos
hicimos muy amigos; el tiempo no existía cuando estábamos juntos: Hablábamos
durante horas sobre cualquier cosa; sobre la libertad, sobre la pasión, sobre el
arte, sobre los seres humanos; cada vez esa censura que impedía a Ira mostrar
sus emociones se hacía más vulnerable, ese muro que colocaba empezaba a ser
permeable a las emociones, ella lo sabía y yo también. Los dos sentíamos que
una fuerza interior atraía nuestros cuerpos y nuestras mentes. Esto no estaba
previsto: yo veía a Ira maravillosa, su
oscura ropa y su amargada cara se transformaba cuando estaba conmigo en una
imagen idílica brillante y llena de ganas de ser amada, y eso me fascinaba.
Ella negaba lo
evidente; se estaba enamorando de mí, pero lo más terrible es que yo también me
estaba enamorando de ella.
Llegó el día 24, y
casi no tenía tiempo de deshacer el hechizo pues hoy era el día previsto. Sabía
que al deshacer el hechizo Ira desaparecería para siempre de mi vida, y yo no
quería eso. Me desgarraba el alma el pensar que nunca la volvería a ver. Pero también sabía que el futuro del Ser
Humano y de Calma estaba en mis manos. Qué dilema: Amor y Deber. Sabía que Ira
me amaba, y eso precisamente sería lo que nos alejaría.
Todo estaba previsto,
aquella noche cenamos juntos, los dos
solos. Tras la cena pedí a los músicos de la corte que tocaran: “El sueño de
Hadas”, una canción que me emocionaba, bailamos hasta que note que ella derramó
una lágrima:
- Ira: Tengo que
decirte algo.
- Te escucho.
- Durante estos
meses, he conocido a una maravillosa mujer, que no es lo que parece, he encontrado a una mujer que ama, y que es
capaz de darme el amor que nadie me ha dado, escondida en la rabia tienes
envuelto un corazón lleno de fuerza para hacer feliz a cualquier ser humano.
Ira no paraba de llorar, mientras yo seguía mi
discurso que no formaba parte del plan, me estaba saliendo de forma directa del
fluir de mis sentimientos.
- Mi Reina: He
sentido lo que significa la inexistencia del tiempo a tú lado. Nada tiene
importancia cuando estamos juntos, ni la ambición, ni la rabia, ni el rencor,
sólo tú y yo. He podido ver en el espejo de tú mirada como me decías que me
amabas.
Un pequeño indicio
de sonrisa apareció en el rostro de la Reina. Era la primera vez que la veía sonreír,
fue entonces cuando tomé su fría mano y la besé, ante una leve, pero permisiva
resistencia. Su cara empezó a colorearse y llenarse de brillo, y fue entonces
cuando recordé que tenía que sacar el diamante para acabar con ella y con su
hechizo.
- Ira quiero que me
escuches y que nunca te olvides de lo
que te voy a decir: Te amo, no te olvides nunca de la persona que buscando tú
amor se enamoró de ti.
Apareció de repente
el Valido Rencor que había estado viendo la escena. Majestad qué hace; ha
llegado el momento de la invasión.
Tomando el diamante
azul continué besando Ira mientras el valido se acercaba a detenerme; una luz
azul inmensa procedente de la piedra se apoderó del castillo y elevó a Ira y a
rencor hacia el cielo, mientras una lágrima ensangrentada se desplomaba en el
suelo procedente de los ojos de la dama; una explosión inmensa
desplazó a la reina y a su valido a la nada, mientras pude observar cómo se
despedía de mi agitando su mano de un lado para otro.
El amor os hará
libres, recordé la frase de calma, pero lo que no sabía era el dolor que me iba
a producir la pérdida de ira, de eso no me avisó nadie.
La Reina y Tomás me
agradecieron con un enorme banquete ser
el salvador de su pueblo. Conté a la
Reina Calma lo sucedido, y claro está me dijo que ella ya lo sabía, que estaba
escrito en el libro dorado, pero que si me lo hubiera dicho hubiera fracasado el plan. Era
necesario el amor de verdad para la libertad de su pueblo.
Calma se transformó
en un poblado azul, iluminado por su diamante, los carcoirales se transformaron
en preciosas criaturas rubias y bellas como en el principio de los tiempos. La luz de nuevo iluminaba las casas y las tierras.
Tomé mi mochila y
metí el amor y el dolor que había obtenido y continué mi viaje.
Continuará……
TODO DEBE TENER UN EQUILIBRIO.Y TODO EN SU JUSTA MEDIDA MARCARA. SU DESTINO Y FORJARA SU CARACTER
ResponderEliminarQUE ESPERA. OBTENER D E LA ESPERANZA???.....
QUERIDA ANITA, ESPERA UN CAMINO,,,,UN HORIZONTE, UN FUTURO, Y EN DEFINITIVA LA FELICIDAD.
ResponderEliminarNO SE COMO ACABARA EL CUENTO PERO Y SI AL LLEGAR A LA META DESCUBRE QUE YA POSEÍA TODO AQUELLO?...SOLO NECESITABA REALIZAR EL CAMINO PARA RECORDARSE QUE HABÍA ESTADO CIEGO O QUE SIMPLEMENTE HABÍA PERDIDO TODO EL VALOR DE LO QUE YA DISFRUTABA,ES SOLO UNA HIPÓTESIS CLARO..GRACIAS POR TU RESPUESTA,SABIA COMO SIEMPRE.
Eliminarno me atrevia a escribir nada ya que los dos me gustais como contaisl las cosas..solo deciros que lo suyo seria arriesgar sin perder nada...jjjj pero eso es muy dificil ...lo unico es pensar bien lo que vas a hacer...si hago esto?? a quien perjudico ? si la respuesta es que oerjudici a migente por mi satisfacion la respuesta esta clara..me aguanto ..prefiero ver a lo s mios felices...por que de que surve ser feliz solo yo sino puedo compartirlo??????
ResponderEliminargacias a los dos por que habeis hecho que me anime y me suelte a hacer comentarios que jamas pense..un beso fuert fuertote