Naciste y apareció una luz intensa que invadía mi vida, y entonces entiendes la maravillosa historia de la creación y de la continuidad de la existencia del ser humano.
Descubres la ternura, el amor incondicional, el sentido del cuidado, el sentimiento más profundo del amor, que sólo se aproxima con otro formato al sentimiento del amor romántico, cuando es verdadero, y tiende a la eternidad; porque sí existe el amor eterno, y es la esencia del ser humano.
Desde que naciste, y cada 23 de noviembre, recuerdo que hay alguien en un espacio importante en mi corazón que forma mi mundo, que tiene toda mi admiración, mi respeto, y que es como una parte de mi que siempre tendré en mi mente y en mi proyecto de vida. Te haces mayor, y te vuelves más independiente, te llenas de experiencias y de vida, de momentos felices, de episodios dolorosos, de historias llenas de felicidad, de aceptación. Estas experiencias y cada una de ellas son y serán fundamentales en tu crecimiento personal, y en la elaboración de un sentido a la vida.
Pero a pesar de todo esto, te pido que -¡nadie te quite la ilusión!-, que todas las mañanas te levantes con un sentido y con la misión fundamental de toda persona: "la obligación por el hecho de nacer de ser feliz", de avanzar, de mirar atrás solamente para impulsarte, para aprender de todo lo vivido; porque por si no lo sabes; debes vivir como si fuera el último día de la vida y aprender como si fueras a vivir para siempre:
Espero acompañarte muchos años cada 23 de noviembre.
Muchas felicidades hija.