martes, 11 de noviembre de 2014

EL MISTERIO DETRÁS DE LA PUERTA



Gilda estaba confusa, muy confusa. Estas cosas pasan: Esperamos de la gente que amamos un gesto, un signo de amor, y Bebo no se lo había dado. Ella le amaba con locura, pero sobre ella descansaba un pensamiento como una losa que oprimía su mente: “Me ha decepcionado”; pero sin embargo le amaba con toda su alma. Pensaba también en todo lo que había dejado por él, y a su mente llegaba la duda de si había merecido la pena.
La decepción es esa parte que algún día llega a los amantes, cuando lo que esperamos no aparece. Bebo siempre manejaba la idea de no esperar nada de nadie: “El que no espera nada lo tiene todo”, pero comprendía que era difícil no esperar nada de quien amas: Esperas que te demuestre su amor, sentirte la persona más importante en su vida, que eres especial, que eres exclusivo, que nada ni nadie está por encima de ti. Pero en realidad Bebo sabía que esta era una carga regresiva de nuestra evolución mental. El amor puro está limpio, lleno de sentimientos hacia ese ser humano que has elegido: La admiración, el deseo, la ausencia de tiempo a su lado, el nerviosismo en las citas, las miradas de querer comerse a besos….Todo eso te manda el mensaje de que esa es la persona que amas; en cualquier caso son nuestros pensamientos los que pueden hacernos dudar: Si interpretamos la realidad con  nuestras ideas y nuestra forma de comportarnos, podemos sacar conclusiones erróneas: Hemos fracasado, no nos aman, nada será ya igual.
Bebo sabía que la decepción era una carga con la que tenía que contar, y que recuperar de nuevo la confianza de Gilda llevaría tiempo, pero también dependía de ella. Lo importante para Bebo eran sus sentimientos. El sentía por Gilda algo que no sabía explicar bien con palabras; quizás algo cercano a la adoración, algo parecido a lo que sentía por las personas más importantes de su vida: Su madre y sus hijos... Era un sentimiento paternal protector que no podía evitar. Bebo admiraba a Gilda, su vida llena de decepciones, de frustraciones le habían llevado a Gilda, a un escepticismo melancólico que con Bebo había roto, pero claro ahora también él le había fallado, al menos ella lo veía así, a diferencia de Bebo que lo percibía como un simple gesto de su personalidad.
Es verdad que esa parte de su personalidad había querido cambiarla muchas veces, pero no lo había conseguido. La firmeza no le salía, y eso hacía que las personas de su entorno se pudieran confundir. Por ejemplo en Bebo existía una cierta ambigüedad sexual que le había llevado a muchas personas a etiquetarle de homosexual, pero a él le daba igual. Además cuando no quería nada con alguien, no lo dejaba claro del todo, y eso hacía que la otra persona se pudiera confundir. Él sabía que era algo que debía mejorar, pero  suponía entrar en la dinámica del distanciamiento del ser humano, para guardar las formas,  anular esa seducción no sexual, ni afectiva, simplemente como forma de relacionarse con los demás.
Había aprendido algo con Gilda en esta crisis: El amor no es una cuestión de fe, de admiración, de deseo. Es algo que trasciende de los gestos directos hacia tu pareja (como pensaba antes Bebo). El ser humano necesita signos de seguridad, para sentirse querido, admirado, deseado, y este signo también se adquiere con la conducta que tenemos con los demás. Gilda habría necesitado que Bebo le demostrara ante una persona de su pasado que Gilda era su único amor, la mujer de sus sueños, pero él no supo verlo, y no supo hacerlo.
Él estaba arrepentido. Con lo fácil que hubiera sido, pero también sabía que ahora torturarse por lo que no había hecho, no serviría de nada, y lo más importante no cambia nada. Lo único que podía hacer es decirle a su Gilda que ella era la persona más importante de su vida, y la próxima vez ser claro para que los signos de seguridad que necesitaba ella  los viera de forma nítida.
En realidad él pensaba que los celos, y los sentimientos de inseguridad, procedían de la autoestima de uno mismo. Pero es humano sentir esa amenaza ante alguien que puede ocupar tu lugar, y que puede suponer la pérdida del amor de tu vida.
-          Gilda: Quiero que sepas que solo tengo un amor en mi vida, que aunque tengo a muchas personas a mí alrededor: Mi único amor eres tú. Me arrepiento de no haberte demostrado mi amor, pero para mí lo importante son mis sentimientos, y mi corazón es en exclusiva para ti.
-          Bebo, sé que me quieres, pero a veces no basta con saberlo, hay que demostrarlo con gestos sin importancia puede que para ti, pero yo lo necesitaba.
-          Lo sé Gilda, y me arrepiento, en realidad no me costaba nada. Tú eres el amor de mi vida, y me has pedido muy pocas cosas, pero no supe dártelo, ni lo valoré como importante, espero que algún día me perdones.

-          Ya te he perdonado Bebo. No te puedo tener rencor, pero tienes que entender que los actos tienen consecuencias, y hay que asumirlos.
-          Lo sé mi vida. Lo que más me pesa es hacerte sufrir por algo que no he hecho, y aún no se la causa. Te haré olvidar este error, quizás fue inmadurez. Pero voy a dedicarme a hacerte feliz, a recuperar tu confianza…. Sé que lo conseguiré, porque mi amor es verdadero.
-          Lo intentaré Bebo, sabes que te amo con toda mi alma, y que te perdono casi todo, pero ahora esto está  muy reciente, necesito un poco de tiempo.
-          Tómate el tiempo que quieras. Todo es tan intenso. Desde que te he conocido, he despertado del letargo en el que estaba. Ahora siento todo mucho más, con más intensidad: el cariño, la pasión, la vida. Sin lugar a dudas mi felicidad lleva tu nombre: Gilda.
-          Tengo miedo Bebo, de sentir tanto, del dolor de la pérdida, de la soledad, de la decepción, de estrellarme de nuevo. Lo he pasado muy mal en mi vida, y ahora no quiero volver a sufrir.
-          Lo comprendo Gilda…entiendo tus miedos, también que intentes protegerte, pero yo lo único que te puedo decir en este momento es lo que siento por ti: Siento como mi cuerpo se llena de ti cuando estoy y cuando no estoy contigo, cuando toco y acaricio tus manos, una luz caliente recorre mis brazos y llega hasta mi cerebro, y es entonces cuando me siento ese bebé querido al que volvemos cuando nos encontramos con nuestro amor verdadero.
-          Bebo, te amo, y no sé si es lo que me conviene, pero tengo que decirte algo: Ha merecido la pena conocerte, y si esto se terminara hoy, no me arrepentiría de nada de lo que he hecho, tampoco me arrepiento del amor que te he dado… He pasado sin lugar a dudas una de las etapas más felices y más intensas de mi vida.
-          Espero mi vida que este sea un comienzo más sólido, en el que los errores nos den sabiduría para seguir este camino juntos.

Los dos amantes unieron la piel de sus cuerpos desnudos, y se fundieron en un cálido abrazo, donde los dos pudieron mezclar sus lágrimas, llenas de melancolía, deseo, pasión, ternura, y mucho amor. Un intenso estado emocional que les demostraba una vez más que buscar en el alma del otro, siempre es un misterio por descubrir, y eso sólo se puede hacer llamando y abriendo la puerta de la esperanza.


Continuará.